Es un libro sobre un romance entre dos jovenes universitarios, Nyx Frost y Jasper Brooks. Nyx es fría y distante, mientras que Jasper es cariñoso y comprensivo. La historia se centra en cómo Jasper se involucra en el oscuro mundo de Nyx, afectando su relación con sus seres queridos y explorando temas de manipulación y relaciones tóxicas.
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Capitulo 18: Sin Retorno
Me llevó más tiempo del que imaginé. Desde que el sol apenas comenzaba a asomar, estuve moviendo cajas, muebles, y todas mis cosas al nuevo departamento. No era grande ni lujoso, pero era mío. Lo suficiente para ofrecerme el espacio que necesitaba, lejos de la mirada constante de mis padres y de cualquier peligro que Marcus pudiera representar.
Cada objeto que sacaba de las cajas me hacía sentir un poco más alejado de mi antigua vida, como si con cada cosa que colocaba, el pasado se quedara atrás. Las paredes desnudas comenzaron a llenarse de fotografías, cuadros, y libros; poco a poco, el lugar adquirió un calor que contrastaba con la frialdad que sentía en mi pecho.
Cuando terminé de ordenar todo, ya estaba anocheciendo. Me senté en el pequeño sofá que había colocado cerca de la ventana, observando cómo las luces de la ciudad se reflejaban en los edificios. Lo había hecho. Estaba solo, en un espacio que era completamente mío. Pero, por alguna razón, no podía sacudirme la sensación de vacío. Faltaba algo... o alguien.
Saqué el teléfono sin pensarlo demasiado y le envié un mensaje a Nyx. Quería que viera lo que había logrado, lo que estaba construyendo. Para mi sorpresa, respondió casi al instante, aceptando mi invitación.
El sonido de su toque en la puerta resonó más fuerte de lo que esperaba. Cuando abrí, y la vi de pie en la entrada, sentí una mezcla de emociones que no pude controlar: el deseo de estar cerca de ella, el miedo a lo que nuestra relación implicaba, y una curiosidad insaciable por conocer más sobre su pasado.
Nos acomodamos en el sofá, uno al lado del otro, mientras la ciudad brillaba detrás de nosotros. Hablamos de cosas sin importancia al principio, pero había algo en el ambiente, algo que hacía que mi mente no pudiera dejar de pensar en Marcus. Sabía que era el momento de preguntar, aunque temía la respuesta.
—Nyx... —comencé, notando cómo mi voz temblaba ligeramente—. ¿Puedo preguntarte algo? Sobre Marcus.
Ella me miró, su expresión era difícil de leer, pero asintió, dándome el permiso silencioso que necesitaba.
—¿Cómo lo conociste? ¿Dónde? Y... ¿por qué te alejaste de él? —Las palabras salieron apresuradas, como si temiera que si me detenía, perdería el valor para hacerlo.
Nyx se recargó en el respaldo del sofá, cruzando las piernas con una elegancia que parecía estudiada. Desvió la mirada hacia algún punto en el apartamento, y por un momento, pensé que no iba a responder. Pero luego, su voz suave rompió el silencio.
—Conocí a Marcus hace años, en una época en la que todavía creía que la gente podía cambiar —dijo, con una frialdad que me heló la sangre—. Estaba en un lugar oscuro, y él... parecía entender ese lado de mí. Nos conocimos en un club de esgrima, uno de esos exclusivos donde no solo vas a practicar, sino a liberar tus demonios.
Hizo una pausa, como si estuviera reviviendo esos momentos en su mente.
—Al principio, todo fue emocionante. Marcus era intenso, apasionado. Sabía cómo leer a las personas, cómo hacerte sentir única, necesaria. Pero eso cambió. —La dureza en su voz aumentó, haciendo que mi corazón latiera más rápido—. Quería controlarme, dominar cada aspecto de mi vida. Se obsesionó conmigo, y no en el buen sentido.
Sentí un nudo en la garganta. No podía imaginarme a Nyx, tan fuerte y segura, siendo controlada por alguien. Pero ahí estaba, contando su historia sin emoción, como si fuera un simple hecho.
—Huir no fue fácil —continuó, con una sonrisa amarga en sus labios—. Tardé en darme cuenta de que la única forma de escapar de alguien como él era desaparecer por completo. No podía permitir que su sombra me siguiera. Y hasta ahora, había funcionado.
Su historia me afectó más de lo que esperaba. Aunque sabía que había mucho que no me estaba contando, lo que sí me reveló me acercaba más a ella, aunque fuera de una forma retorcida. Pero no podía dejar de pensar en las cosas que aún no sabía, en los detalles que probablemente nunca conocería.
Nyx se giró hacia mí, y sin previo aviso, acarició mi rostro con suavidad. Sentí su mano fría sobre mi piel, y por un momento, quise creer que había algo más entre nosotros que una simple atracción peligrosa. Pero con Nyx, nunca podía estar seguro de nada.
—¿Y tú? —preguntó de repente, con una curiosidad que pocas veces mostraba—. ¿Qué te hizo dejar todo atrás?
La pregunta me tomó por sorpresa, y por un instante, me quedé sin palabras. ¿Qué me había llevado a este punto?En mi mente, todo giraba en torno a ella, a lo que sentía por ella, a lo que estaba dispuesto a hacer por ella. Pero no sabía cómo ponerlo en palabras.
Mientras buscaba una respuesta adecuada, me di cuenta de algo: no importaba qué me había hecho dar el paso, lo importante era lo que venía después. Con ella. Y aunque eso significara caminar por un camino del que no había retorno, estaba dispuesto a hacerlo. Por ella. Por nosotros.
Tomé aire, tratando de calmar los pensamientos que se arremolinaban en mi mente. La pregunta de Nyx seguía resonando en mis oídos, pero por más que lo intentara, no encontraba una respuesta clara que darle. No quería mentirle, pero la verdad completa, que todo lo que hacía era por ella, me parecía demasiado desnuda, demasiado vulnerable. Así que hice lo que siempre hacía cuando no sabía cómo manejar una situación: cambié de tema.
—Supongo que necesitaba un cambio —respondí finalmente, con una sonrisa que no llegó a mis ojos—. Estar en el mismo lugar me hacía sentir atrapado.
Nyx me observó en silencio, como si pudiera ver a través de mis palabras, leer los pensamientos que luchaban por escapar de mi boca. Pero no dijo nada, simplemente asintió, aceptando mi respuesta sin más preguntas.
La conversación se desvaneció en un silencio que, para mi sorpresa, no resultó incómodo. Había algo en la presencia de Nyx que hacía que incluso el silencio pareciera significativo, cargado de palabras no dichas y sentimientos que no me atrevía a expresar. Nos quedamos así, sentados uno al lado del otro, mirando las luces de la ciudad que parpadeaban a lo lejos.
Después de un rato, Nyx se levantó y comenzó a caminar por el apartamento, observando cada detalle. Yo la seguí con la vista, intentando adivinar lo que podría estar pensando. Me pregunté si ella veía lo mismo que yo veía en este lugar: un refugio, una oportunidad de empezar de nuevo, un espacio donde ambos podríamos ser nosotros mismos sin el peso del pasado.
—Es un buen lugar —dijo finalmente, deteniéndose junto a la ventana—. Mejor de lo que esperaba.
—Gracias —respondí, sintiéndome extrañamente aliviado por su aprobación—. Quería un lugar donde pudiera tener paz... donde pudiera pensar.
Ella se giró hacia mí, y por un momento, el hielo en sus ojos pareció derretirse, dejando al descubierto una chispa de algo que no pude identificar. Se acercó a mí, deteniéndose apenas a unos centímetros de distancia.
—La paz es un lujo que pocos pueden permitirse, Jasper —susurró, su voz apenas audible—. No dejes que te consuma.
Sentí cómo el aire entre nosotros se cargaba de tensión, una mezcla de deseo, temor, y algo más, algo que no podía nombrar. Sin pensarlo, extendí mi mano y la posé en su cintura, atrayéndola hacia mí. Nyx no se resistió, pero tampoco hizo ningún movimiento para acercarse más. Se quedó quieta, su cuerpo rígido bajo mi toque, y en ese momento me di cuenta de lo cerca que estábamos, de lo fácil que sería cruzar la línea que nos mantenía separados.
Pero, en lugar de hacer algo impulsivo, simplemente la miré, intentando descifrar lo que estaba ocurriendo en su mente, lo que significaba para ella ese momento. ¿Era solo un juego más? ¿O había algo más profundo, algo que ella misma no se atrevía a admitir?
—Nyx... —comencé a decir, mi voz quebrándose en el proceso.
Ella colocó un dedo en mis labios, silenciándome. Sus ojos estaban fijos en los míos, y pude ver en ellos algo que nunca antes había visto: vulnerabilidad. Fue un destello, un momento tan breve que casi dudé de su existencia, pero estaba ahí. Y luego desapareció, reemplazado por la habitual frialdad que la caracterizaba.
—No digas nada —ordenó suavemente, su voz como un cuchillo que cortaba el aire entre nosotros—. Solo... siente.
Sus palabras me dejaron en silencio, y lo único que pude hacer fue obedecer. Cerré los ojos y me dejé llevar por el momento, sintiendo cómo su respiración se mezclaba con la mía, cómo su cuerpo se moldeaba contra el mío. Me di cuenta de que, a pesar de todo, ella estaba aquí, conmigo. Y eso, en ese instante, fue suficiente.
Nos quedamos así, en ese abrazo silencioso que parecía durar una eternidad. El mundo exterior dejó de existir, y solo quedamos nosotros dos, en ese departamento que ahora me parecía un poco más cálido, un poco más acogedor.
Pero en el fondo de mi mente, la sombra de Marcus seguía presente, recordándome que esta paz, este momento, era efímero. No podía permitirme bajar la guardia, no cuando había tanto en juego. No cuando ella estaba en peligro.
Cuando Nyx se apartó, pensé que se marcharía, pero en lugar de eso, se quedó frente a mí, su expresión tan seria que me hizo enderezarme en el sofá.
—Hay algo que necesitamos discutir —dijo, su tono más grave de lo habitual.
Mi corazón se aceleró. Sabía de inmediato a qué se refería: Marcus. La amenaza que había vuelto a nuestras vidas y que nos obligaba a tomar decisiones difíciles. La razón principal por la que había decidido mudarme, por la que sentía que ya no había marcha atrás.
—Sí —respondí, mi voz firme aunque por dentro me sentía inquieto—. Sabía que eventualmente tendríamos que hablar sobre él.
Nyx asintió, y un silencio cargado se instaló entre nosotros. Su mirada fija en la mía me dejó claro que lo que estábamos a punto de discutir era crucial. Nos enfrentábamos a un peligro real, y la única manera de superarlo era enfrentarlo juntos.
Ella se sentó a mi lado en el sofá, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo junto al mío. Sabía que lo que vendría no sería fácil, pero también sabía que no estaba solo en esto. Nyx y yo estábamos en esto juntos, y haríamos lo que fuera necesario para protegernos.
—Tenemos que hablar sobre nuestro plan —dijo finalmente, su tono frío y decidido.
Asentí, sin decir una palabra más. Ambos sabíamos que lo que estaba por venir requeriría toda nuestra fuerza, nuestra astucia, y nuestro compromiso mutuo.
Nos miramos en silencio, comprendiendo que a partir de ese momento, nuestras vidas cambiarían para siempre. Y aunque el futuro se sentía incierto, había una cosa que tenía clara: no había vuelta atrás.
Nos sumergimos en la discusión, analizando cada detalle, cada posibilidad, con una precisión que solo alguien como Nyx podía tener. No entramos en detalles explícitos, pero las palabras que cruzamos dejaron claro lo que estaba en juego.
Al final, un silencio cayó sobre nosotros mientras considerábamos lo último que quedaba por decidir: el lugar.
—¿Dónde lo haremos? —pregunté, consciente de la importancia de ese detalle.
Nyx se quedó pensativa por un momento, mordiéndose el labio con una leve expresión de concentración.
—Podría ser en la cabaña —sugirió—, pero la policía ha estado más atenta a mis movimientos desde lo de la universidad. No podemos arriesgarnos a que sigan el rastro hasta allí.
Su razonamiento tenía sentido. Aunque la cabaña había sido un lugar seguro en el pasado, ahora estaba bajo un nivel de escrutinio que no podíamos ignorar. Además, la cabaña era un lugar demasiado asociado con ella, y cualquier error podría poner todo en riesgo.
—Podemos hacerlo aquí —ofrecí, sintiendo cómo la idea comenzaba a tomar forma en mi mente—. Aún no saben que me mudé, y este lugar es nuevo, anónimo. Nadie nos relacionará con este apartamento.
Nyx asintió lentamente, evaluando la idea. Podía ver en sus ojos que estaba considerando todas las variables, todas las posibles consecuencias. Finalmente, me miró con una expresión de acuerdo.
—Sí, será mejor hacerlo aquí —dijo con una convicción que me hizo sentir que estábamos en la misma página—. Nadie sospechará, y tendremos el control total de la situación.
Con esa decisión, supe que estábamos listos. Habíamos planeado cada detalle, elegido el lugar perfecto, y estábamos preparados para lo que vendría. No había vuelta atrás, pero con Nyx a mi lado, sentía que podíamos enfrentar cualquier cosa.