Amar Entre Dos Mundos. 2

En el palacio de Cupido, los minutos pasaban a cámara lenta, cuando de repente Aldo siente la respiración pausada de su amo; entonces se da cuenta que él aún está con vida, se incorpora un poco y grita con todas sus fuerzas mientras nuevamente le sostiene la botella de licor frente a su nariz como le enseño Dulcinea.

⎯ Gael, Hugo.⎯ grita con desesperación.⎯ Vengan necesito su ayuda.

Los muchachos salen de la cocina, cuando ven cómo el mayordomo zamarrea al señor que se encuentra en el piso, corren a su encuentro.

⎯  ¿Qué sucedió? Hace un momento estaba bien.⎯ pregunta Gael y se arrodilla junto a Aldo.⎯ Hasta se veía feliz de recibir la carta de la señorita Venus.

⎯  No lo sé; pero vamos a llevarlo a su cuarto.

⎯  Esta bien. Hugo ayúdame con sus piernas.⎯ ordena el más fuertes de los hombres.

⎯ De acuerdo.

Gael toma de sus hombros al amo mientras que Hugo sostiene sus piernas y ambos con mucho cuidado lo trasladan hasta sus aposentos.

⎯  Hay que traer a Dulcinea con urgencia, ella sabrá que hacer.

⎯  Yo voy ⎯ se ofrece Hugo.⎯ Tú acabas de llegar y estás cansado.⎯ le dice a Gael.⎯  Descansa, yo me ocupo de todo.

⎯ Gracias.

⎯ ¡Basta de hablar! Debes ir rápido por la curandera, no perdamos más el tiempo o morirá.

El muchacho galopa a toda prisa hasta la aldea donde vive la pobre mujer, cuando está frente a la curandera le explica lo poco que vio y ella sin mediar palabra sube al lomo del animal, con temor y pensando lo peor se aferra a su bolso. Dulcinea llega al palacio y sube una vez más las escaleras, que ya conoce a la perfección y de la cual se memorizo cada retrato que se encuentra colgado en la pared; la mesa que se asoma en el descanso y siempre tiene margaritas frescas que perfuman el lugar y la alfombra negra que la recibe al final del pasillo; ella jura que puede caminar con los ojos cerrados que llegaría al cuarto del joven sin problemas. Al abrir la puerta Aldo está de rodillas frente a la cama con la cabeza inclinada y sus manos en postura de oración, le está dedicando sus plegarias y Dulcinea no lo quiere interrumpir; cuando levanta su rostro cubierto de lágrimas simplemente dice.

⎯  ¡Lo estamos perdiendo!

⎯  Tranquilo mi buen amigo, haré todo lo que pueda para traerlo de regreso a casa.⎯ toca su hombro y con delicadeza le pide que salga de la habitación.⎯ Necesito estar a solas con él.

⎯  De acuerdo, estaré en la cocina.

Una vez que Aldo se retira, la mujer suspira profundamente, el niño se ve realmente mal y espera poder salvarle la vida. Dulcinea examina minuciosamente cada parte de su cuerpo, hasta que descubre algo. En su mano el dios sostiene con fuerzas un papel doblado; entonces con cuidado extrae la nota y lee detenidamente cada una de esas palabras y ahora comprende que el dios, se está muriendo porque su corazón está destruido.

Ella saca de su bolso un mechón de pelo de la diosa. Sí está en lo correcto, él necesita sentirla cerca, con delicadeza pasa los cabellos cerca de la nariz de Cupido para que sienta el aroma del perfume de Venus, milagrosamente él mueve la cabeza y esa es una buena señal. Solo es cuestión de tiempo para que regrese en sí.

La hechicera no se daba por vencida y cada día repetía la misma acción con el amuleto, hasta que una mañana, después de varios días de estar en un sueño profundo, Cupido despierta al sentir la mano de Dulcinea que le acaricia su rostro. Su semblante está completamente desmejorado, se ve mucho más delgado y la tristeza traspasa su mirada.

⎯  ¡Mi niño al fin despiertas!⎯ la mujer lo abraza con ternura.⎯ Todos estábamos muy preocupados por ti.

⎯  Estoy bien.⎯ contesta sin emoción alguna, se incorpora en la cama y mira a la nada.

⎯  No mientas, los dioses no dicen mentiras.

⎯  Tienes razón, no me siento para nada bien y lo único que deseo en este momento es que mi tormento termine.⎯ la mira suplicante.⎯ ¡No quiero que me vuelvas a curar y es una orden! ¡Quiero morir de una buena vez!

⎯ ¡ No puedes pedirme algo así!⎯ la anciana lo mira con angustia, su amo está sufriendo por amor y debe encontrar una forma de animarlo.⎯  Mi niño debe ser fuerte, todo esto pronto se va a acabar.

⎯  Estoy cansado, nada me sale bien y solo deseo acabar con este dolor.⎯ se toca su pecho.

⎯  ¿Te duele la herida?

⎯ No. Me duele el alma, ella no me ama.

 ⎯ Bueno, yo sé como hacer para que te sientas mejor.

⎯  ¿Cómo?

⎯ Hay novedades del palacio de Kreto.

⎯   No me importa nada que tenga que ver con ese lugar. ⎯ él lo único que deseaba era ver a Venus; pero a ella ya no le importa saber nada de él.

⎯   No digas tonterías, claro que te importas.

⎯  ¿Qué novedades hay? ⎯ intenta cambiar el tema para no pensar en Venus.

⎯  Acaba de llegar un telegrama.

⎯ Seguro Kreto se esta disculpando por ser un tonto.⎯ Dulcinea niega con la cabeza.⎯ Bueno dime que sucede.

⎯  Hay reunión de consejo. Centella regresó.

Cupido abrió grandes sus ojos, sí bien no amaba a esa mujer, sabía que tenía que estar presente en la reunión y aceptar cualquier decisión que tomen los dioses supremos.

⎯  Te das cuenta.⎯ le toma la mano y con entusiasmo le habla.⎯ Tendrás la oportunidad de ver a Venus y aclarar las cosas.

⎯  Venus ya no importa. Ahora debo alistarme y recuperar fuerzas para encontrarme con mi mujer.

⎯  ¡¿Qué ?! Creí que aprovecharías la oportunidad para hablar con Venus.

⎯  Dulcinea, ella me dejó en claro que ya no me ama y se enamoró de otro.⎯ su mirada se vuelve fría y vacía.⎯ Ya no hay nada que pueda hacer para cambiar las cosas. Ahora déjame solo quiero pensar.

⎯  Muy bien mi niño; pero creo que cometes un grave error.

Dulcinea sale de la habitación, con un mal presentimiento oprimiendo su corazón, sí el terco de Cupido no recapacita pronto y si toma la decisión equivocada, no habrá nada que ella pueda hacer. Debe hablar urgente con Venus y que ella le diga la verdad antes de que sea demasiado tarde.