Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capítulo 11
...CILLIAN:...
El agua de la ducha se deslizaba por mi espalda y mi cabello, apoyé las manos de las baldosas mientras cerraba mis ojos. Recordé la espalda suave y delicada de Claret, su suave cabello, la forma en que ese vestido se adhería a su cuerpo delgado, sentirla nerviosa me endureció, su piel a mi contacto se estremeció y aunque fue con mis nudillos, parecía desesperada, con muchas sensaciones que lucho por ocultar ante mis ojos.
Su garganta se agitaba y sus mejillas estaban de un tono rosa intenso.
Esos pequeños labios se separados.
Ni siquiera era mi tipo, pero allí estaba, provocándome, era demasiado ingenua o fingía serlo. Pobre de ella si la tocaba, lo mejor era mantener la distancia y fingir que solo podía verla como empleada.
Ninguna mujer me hacía ceder, a menos que yo quisiera, si yo no movía ni un dedo, entonces no sucedía nada, así se desnudaran ante mí como Laisa. No caer en las tentaciones me había permitido llegar hasta donde estaba, en la mafia y en los negocios legales, siempre estaba concentrado en hacer solo una cosa.
Dinero.
Mujeres por montones se me acercaban siempre, pero obtenían de mí lo que querían solo si yo deseaba un encuentro y me permitía tocarlas para aliviarme, ninguna era lo suficientemente astuta para hacerme ceder.
Lo mismo con la droga, estaban en mi mundo siempre, pero solo yo tenía el poder de decidir si aspirar esa porquería o no.
Había una regla irrompible, nunca consumir tu propia mercancía.
Claret, no sería la excepción, ella no era una mercancía, pero estaba trabajando y viviendo en mi mismo techo, solo por tres meses, después se largaría de mi vida para siempre.
No iba a tocarla.
Era la hija de uno de los tantos hombres que asesine. Solo quería recompensar y no volver a verla nunca más, el trabajo era una excusa para que que no se negara a recibir el dinero y también para librarme de Laisa, pero meterme con ella ya era demasiado bajo, incluso para un asqueroso mafioso como yo.
Abrí mis ojos, mi erección había vuelto.
Mierda ¿En serio eso le agregaba más gusto?
Incluso comiendo un entrecot me provocaba, estuve a punto de decirle que había una comida mucho más exquisita que podía saborear con esos labios.
Tomé mi erección y la moví.
Al menos así no pondría mis manos sobre ella.
...****************...
En mi armario también había un compartimento secreto donde tenía todas las grabaciones de las cámaras de mi Penthouse, de las salidas y entradas, del estacionamiento, incluso de la azotea.
Yo era el dueño del edificio, pero aún así necesitaba tener vigilado los alrededores.
Entré, después de colocarme un albornoz, mientras me secaba el cabello con una toalla.
Me senté frente a los monitores.
Durand no era el único genio.
Estudié ingeniería en informática de hardware, gestionar unas cámaras era como un juego de niños para mí.
Los únicos lugares en donde no habían cámaras eran en los baños y closet, pero en mi retorcida mente, deseé que lo hubieran cuando registré las grabaciones.
La señorita Claret pasó el día de ayer recorriendo el Penthouse, me dió un poco de gracia cuando la observé tratando de averiguar como abrir los cajones de la cocina.
Hizo una ensalada de frutas con yogurt.
Al menos era saludable.
Cambié a la cámara del pasillo y luego a la de la sala.
Se sentó en uno de los muebles y observó los controles, notando que yo le coloqué notas para que no se enredara en el uso.
Encendió la tele y fue pasando de canales.
Se detuvo en una película bastante extraña.
La observó y me sorprendí cuando noté que era una película erótica de un mafioso.
Entonces si le gustaban los mafiosos.
Así que la señorita no era tan ingenua.
Cambió de canal avergonzada y se detuvo en el programa de chismes que me comentó.
Me extrañé cuando recibió una llamada y la contestó.
¿Con quién rayos estaba hablando?
Le dije claramente que no debía hablar con ningún conocido.
Por suerte, las llamadas desde ese teléfono quedaban grabadas en mi ordenador, ya mismo averiguaría con quien estuvo hablando.
La muy sucia siguió observando esa película y luego pasó el resto de la tarde en su habitación.
Tener una cámara en su habitación no estaba bien, pero estuvo allí mucho antes de que llegara, además, yo era el dueño de la casa, podía observar.
Busqué en mi ordenador el registro de las llamadas y reproducí la conversación.
...****************...
Me vestí con una camiseta y unos monos para cenar, ya era muy tarde cuando salí de la habitación.
— ¿Qué hace aquí? Pensé que estaba durmiendo.
Dejé de observar por las cámaras cuando empecé a tener ideas bastante depravadas sobre instalar un par más en el armario y el baño de Claret.
Se levantó del sofá, la televisión estaba encendida, pero en una película de acción de Netflix, llamada Extracción, no en la erótica.
— Me entretuve con la película — Tomó el control para apagarla.
— No hace falta, puede verla.
Se volvió a sentar, el sonido de los disparos llenó toda la sala.
— ¿Le gustan esa clase de películas?
— Me encantan — Dijo, sin poder apartar los ojos de la pantalla — Además que el protagonista es muy guapo.
— ¿Le gusta Chris Hemsworth?
— Si — Dijo y no despegó sus ojos del televisor, justo salía peleando con otro — En ésta película tiene muy buenas escenas de acción.
— No es buen actor — Gruñí, queriendo apagar la televisión yo mismo al verla sorprendida por el modelito de actor de la película.
No contestó a lo que dije.
Caminé hacia la cocina para calentar el entrecot y la sopa de cebollas, odiaba comer recalentado, pero cenar con Claret no era parte de nuestra relación laboral.
Me senté de mala gana en la mesa y comí, escuchando los sonidos de la televisión, explosiones y disparos.
No se detuvieron en toda la cena.
Volví hacia la sala cuando terminé de comer.
La Señorita Claret seguía entretenida con la película.
— Mañana vendrá una modelo y un estilista, para mayor privacidad decidí que aquí sería un buen sitio para su transformación, así no habrán malditos curiosos comentando cosas.
Ella no prestó atención.
Tomé el control y apagué el televisor.
Claret soltó un grito de protesta — ¡No! ¿Qué pasó?
— Le estoy hablando.
Giró su rostro hacia mí y notó que tenía el control en mi mano, tomó una postura erguida y se avergonzó.
— Lo siento... ¿Qué me decía?
La liga de su camiseta estaba deslizada por su hombro.
— Mañana vendrán una modelo y un estilista, para iniciar su transformación, aprenderá a usar zapatillas y a maquillarse, también le harán un cambio de look.
— ¿Tan pronto?
— ¿Cómo qué tan pronto? — Gruñí y sus ojos se desviaron por mis brazos desnudos y musculosos — Mientras más rápido aprenda mejor, pronto la llevaré a la cede principal de mi compañía y necesito que este lista.
— ¿A su compañía? — Sus ojos distraídos se elevaron a mi rostro — ¿Qué haré en un sitio así?
— Es mi prometida, la presentaré ante mis socios y todas las personas importantes que se crucen en nuestro camino, así no quedará duda de nuestro compromiso.
Asintió con la cabeza.
— De acuerdo.
Observó mi camiseta y mis monos sueltos, se detuvo en mis pies descalzos.
Así que, según la mentira que le contó a esa tal Marie, yo era su sugar y ya nos habíamos acostado.
¿Y si cumplía su fantasía? Podría hacerlo, ahora mismo.
La observé detenidamente y ella se quedó quieta, con las mejillas sonrojadas, agachó la mirada, intimidada por mi escudriño, ella si podía ver, pero no toleraba el que yo la viera.
Estaba conciente de que mi atractivo causaba esos efectos en algunas mujeres.
¿Por qué fingir ser recto? Yo era un criminal y un inmoral, acostarme con ella no sería lo más grave que había hecho.
¿Era virgen? Sino lo era no me detendría, ahora mismo la llevaría a la habitación, así me quitaría las ganas.
— ¿Usted tuvo novio en el pasado?
Elevó su mirada, desconcertada por mi pregunta.
— ¿Por qué pregunta eso?
— Solo responda, si o no.
Se quedó un momento en silencio.
— No, no tuve.
Mi idea se empezó a descartar.
— Pero, si tuvo experiencias.
Negó con la cabeza, más avergonzada.
Aventé mi idea al basurero.
— ¿Ni siquiera besos?
— Siento que es un tema demasiado privado para que sea de su interés — Gruñó, disgustada, incluso se levantó del sillón — Voy a dormir, buenas noches, Señor Leroy.
Se marchó a su habitación.
¿En qué estaba pensando? ¿Tan desesperado estaba cómo para encontrar una excusa para involucrarme de una manera íntima con Claret? No, ya no volvería a pensar en eso, era virgen y definitivamente eso sí me impedía tocarla.
Yo era el asesino de su padre, sería una desgracia para ella si se entregaba a un sujeto como yo.
Para las mujeres, la primera vez era demasiado significativa y especial.
La Señorita Claret seguramente quería a alguien que la amara.
Era mi empleada y de eso no pasaría.
Tres meses, solo tres meses y dejarías de verla para siempre.
...****************...
Un hombre salió de una camioneta oscura, llevaba lentes oscuros y guantes de cuero, portando un lujoso traje, se aproximó al auto, apuntó su arma y antes de que pudiera asimilarlo la cabeza de papá fue agujereada y su cuerpo se inclinó hacia atrás y la sangre cayó por el asiento.
Mi madre gritó, abrazándome contra ella, pero los gritos se callaron rápidamente, sentí su sobresalto y la sangre me salpicó el rostro.
El peso de su cuerpo cayó sobre mí, aplastando el mío contra el asiento.
El vidrio de la ventanilla se había roto con la bala y el hombre del traje lo golpeó.
Los pedazos de vidrio cayeron hacia adentro
Me cubrí el rostro, asustado y llorando en silencio contra el pecho frío de mi madre cuando la puerta se abrió.
El cuerpo de mi madre fue apartado de mí y grité cuando una mano alcanzó mi pierna.
Me sacudí, tomando el cinturón de seguridad para luchar con las manos.
Pero tiraron de mi camisa con fuerza.
Mis dedos soltaron el cinturón y me levantaron, sacándome del auto.
Pataleé y dí mordiscos, gruñendo y golpeando al sujeto que me llevó hacia ese auto negro de vidrios oscuros.
La puerta se abrió y terminé arrojado dentro.
— Hola, mi pequeño Cillian.
Un hombre elegante que fumaba me observó desde el otro lado del asiento, tenía tatuajes en las manos y el cuello, su cabello negro se esparcía por su frente.
Tenía un arma en las manos así que me quedé quieto, llorando en silencio mientras los demás hombres se subían y arrancaban.
Observé hacia atrás cuando escuché un ruido estruendoso, el auto de papá estalló.
— Cillian, lo siento, pero son gajes del oficio — Dijo ese hombre, fumando.
— Mi nombre... No es Cillian... — Encontré el valor para hablar.
— Lo será de ahora en adelante, eres Cillian Leroy.
— No... Esos no...
— ¡Cierra la boca! — Gruñó y empecé a temblar, llorando con más fuerza — ¡Eres mi hijo, no de ese maldito, por eso llevarás el nombre que elegí para ti y mi apellido, eres Cillian Leroy, yo soy tu verdadera familia, de ahora en adelante estarás conmigo!
Sollocé, con mucho miedo.
— No... Eres... Mi papá...
— Puede que ahora no lo entiendas, tu madre te mintió, se casó con ese mediocre estando embarazada, pero la realidad es que yo soy tu padre y me encargaré de ti de ahora en adelante — Dijo, observando de reojo — Puede que sientas miedo, pero entiende, hizo todo lo que estaba en mis manos para recuperarte.
— Mataste a mis papás... — Lloré.
— Tranquilo, lo olvidarás luego... Cuando comprendas porque lo hice, te alegrarás de que te haya rescatado... Mi Cillian, de ti no quedará ningún llorón mimado, voy a enseñarte lo que es ser un verdadero hombre... No divertiremos mucho juntos.
La sonrisa de ese hombre me hizo estremecer del miedo.
Abrí mis ojos y me encontré en mi habitación.
Observé el reloj de la mesita.
Las tres de la mañana.
Decidí levantarme para ir al gimnasio, cambié mi ropa por una deportiva y entré en mi gym, empecé con la caminadora, salté la cuerda e hice pesas.
Incluso golpeé el saco de boxeo.
— ¿Quién sonríe ahora? — Siseé mientras golpeaba el saco más y más.