JADE

Esto era nuevo para Jade: decirle a un chico que lo amaba, sólo para que él se asustara y se fuera a la mañana siguiente. El sexo había sido increíble, de eso no había duda. Pero, ¿valió la pena sentir dolor después? Quería odiar a Braxton, pero al mismo tiempo todavía lo amaba.

Sabía que era una estupidez de su parte que él la había utilizado. Su apartamento había sido el único lugar donde él tenía para quedarse, y ella lo había disfrutado como un patético cachorrito. Ella era la loca en esta relación. Braxton no hizo ninguna promesa.

Le hizo el amor a su cuerpo y la volvió loca con su lengua y sus manos. Tuvo que aprender a decir que no. Eso era lo que se decía a sí misma cada vez que sus pensamientos vagaban hacia Braxton. Para su propia vergüenza, sucedía muchas veces. Él dominaba sus pensamientos y no tenía derecho a estar allí. Tenía que dejar de pensar en él.

Frotándose las sienes, salió de la tienda principal. Lucille una vez más se quejaba de su marido y sus hijos. Le encantaba oír hablar de ellos todo el tiempo, eran un sueño y un tesoro, pero en este momento era molesto. Forzando una sonrisa en sus labios, asintió en los momentos apropiados y trató de ser amable.

Lucille de repente dejó de hablar y miró por encima del hombro. Jade frunció el ceño y luego se arriesgó y miró hacia atrás, para ver que Braxton se dirigía hacia ellos.

“Lamento llegar tarde”, dijo Braxton, poniendo una mano en su espalda e inclinándose para besarla. “Había mucho trabajo en la oficina”.

Estaba demasiado aturdida para apartarlo.

“Uf, no creo que tú y yo nos hayamos conocido”, dijo Lucille, extendiendo su mano.

“Así es, soy el prometido de Jade”, dijo. Tomó la mano de Lucille y la estrechó.

Jade no sabía lo que estaba pasando ahora. Estaba en estado de pánico, pero trató de ignorarlo. Braxton estaba en su lugar de trabajo y se describió a sí mismo como su prometido. Ella estaba confundida. Intentó pasar sus días de trabajo durante las últimas semanas tratando de no pensar en él y, sin embargo, allí estaba él.

“¿Prometido? No sabía que estaban comprometidos”, dijo Lucille.

“Yo tampoco”, dijo Jade.

“Fue repentino, pero desde el momento en que conocí a Jade, supe que ella era la indicada”.

Quería dar media vuelta y exigirle que se explicara. Se quedó perfectamente quieta y mantuvo la sonrisa en su rostro, hasta el punto que empezó a pensar que su rostro se iba a romper.

“¿Te importa si me la robo?” Preguntó Braxton, sonando muy amable con todo, cuando era exactamente lo contrario.

Lucille asintió y le dirigió una mirada que indicaba claramente que habría una demanda de detalles.

Esto fue una locura. Tenía que estar dormida y ya era hora de que despertara. Se pellizcó pero nada ayudó.

Braxton mantuvo una mano en su espalda durante todo el camino a casa. No hubo un solo momento en el que ella pudiera detenerlo.

Al llegar a su apartamento, lo dejó cerrar la puerta, se quitó la chaqueta y el bolso y los arrojó sobre el sofá.

Ella se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada. “¿Qué diablos estabas pensando? Ese era mi jefe, y no fuiste exactamente comunicativo al decirme tu nombre. ¿Porqué ahora?”

“Ella necesitará saber con quién estás casado”.

“Y eso me lleva de nuevo a esto. ¿Quién dice que me voy a casar contigo? Quería golpear con el pie, pero se quedó quieta, cruzando los brazos sobre el pecho.

Braxton no respondió de inmediato. Dio varios pasos hacia ella y luego se arrodilló y levantó una caja de terciopelo que abrió.

“Jade Newton, estoy total, totalmente enamorado de ti. Quería decírtelo el otro día, pero tú llegaste primero y luego tuve que ocuparme del asunto. Necesitaba saber que podría decirte cómo me sentía y también pedirte que te casaras conmigo. No sé si lo harás o no. Por eso le dije a esa mujer que espero que me des una oportunidad”.

“¿Qué?” ella preguntó. Esto fue inesperado y odiaba admitirlo, pero también increíblemente romántico.

“Te amo y quiero pasar toda mi vida contigo, Jade. Sé que mereces algo mejor que yo, pero no puedo vivir sin ti. No quiero vivir sin ti”.

Jade no necesitaba oír nada más. Ella se acercó a él y lo besó.

Él envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la acercó. “Te amo”, dijo, diciéndole entre besos. Ella se rió, no queriendo dejarlo ir.

“Te amo.”

“¿Es eso un sí a mi propuesta?” preguntó.

“Sí, pero tiene que haber una condición”, dijo.

“¿Qué?”

“Siempre estarás ahí en la mañana cuando me despierte”. No creía que pudiera soportar que él estuviera en ningún otro lugar.

Jade no quería hacerlo sufrir. No quería perder ni un momento más. Sí, se había ido, pero la verdad era que Braxton nunca la había lastimado. Su ausencia sí, pero ella sabía y entendía por qué hacía lo que hacía. No importó. Ella lo amaba y quería estar con él.

Y eso era todo lo que importaba. Había encontrado a su alma gemela y no lo dejaría ir.