Curvas Del Corazón

Juliette tomo el celular y llamo a Elizabeth, y le contó todo lo que había ocurrido, desde las flores de Leonardo hasta la desagradable sorpresa de Brigitte.

- Juli, tienes que calmarte y pensar con cabeza fría.

- ¿Qué quieres decir?

- Juli, no es que esté defendiendo a Caleb, pero tampoco me gustan las injusticias. - le dijo Elizabeth del otro lado de la línea - yo fui testigo de cuando Caleb rompió con Brigitte. Él después de eso jamás se ha vuelto a acercar a ella.

- Pero hoy se acercó bastante y casi desnuda

- dijo mientras se limpiaba las lágrimas.

- Me imagino lo que debes haber sentido, si me pasará eso a mí con Aaron lo mató, pero pensemos. Aquí todos saben que estás en recuperación en casa de Caleb, el pidió sus vacaciones adelantadas para cuidarte. Así que ella lo hizo a propósito.

- ¿Tú crees? - pregunto Juliette mientras se sentaba en la cama.

- Es que te lo puedo asegurar. Es más, hoy me contó Aaron que cuando Caleb vino hoy al hospital, ella se le lanzó y él la rechazó

- ¿Caleb fue hoy al hospital? ¿Para qué?

- No lo sé, Aaron solo me dijo que lo vio salir del consultorio del Doctor Cappelletti.

Juliette se quedó pensando, mientras que Elizabeth rompía el silencio con una pregunta

- Y hablando de Cappelletti, ¿Estás segura de que ese ramo te lo envío él?

Está pregunta saco a Juliette de sus pensamientos

- Ah, si, si claro. Traía una tarjeta donde me deseaba una pronta recuperación y que volviera pronto porque me extrañaba.

Elizabeth saltó de su asiento y grito por el teléfono

- Queeeee!!! Te lo dije, él quiere contigo.

- No, no puede ser, o ¿Si?

- Claro que sí. Así que, amiga. Te aconsejo que te decidas de una vez, porque ya te dije que hay rival por el jefe.

- Ya Lizz, no digas tonterías, mejor me voy a dormir.

- Está bien, hasta mañana y sueña con cuál angelito te vas a quedar jajajaja - le dijo Elizabeth y colgó.

- Tonta, mejor me duermo para aclarar mis pensamientos. - Se dijo para sí misma Juliette y puso su teléfono en la mesita de noche y se durmió.

Ya el sol había empezado a dar los primeros rayos de luz de ese día cuando Caleb tocó la puerta de Juliette.

- Toc, Toc ¿Preciosa puedo pasar? - preguntaba Caleb del otro lado de la puerta.

Juliette salía del baño, ya se había levantado y se terminaba de vestir.

- Adelante - dijo Juliette, terminando de recogerse el cabello en una coleta alta.

Caleb entró con el desayuno en una bandeja hermosamente decorada. Este dejo a Juliette impresionada.

- ¿Y qué significa esto? - pregunto Juliette con cara de asombro

- Una ofrenda de paz - dijo Caleb con una encantadora sonrisa. - Quiero que desayunes tranquila, te tomes tus medicinas y hablemos con calma.

Juliette se derretía por dentro con este detalle y por como le hablaba Caleb con esa dulzura.

Ella dió un enorme suspiro para después decirle

- Está bien, acepto tu bandera blanca. Ya estoy más calmada. Hablemos.

En el rostro de Caleb se dibujo una sonrisa. Se apresuró y puso la bandeja en una mesita y le pidió a Juliette que se sentará a desayunar.

Ella aceptó, se sentó, tomo un poco de jugo y luego levantó la mirada para ver fijamente a los hermosos ojos de Caleb y decirle

- Bien, soy toda oídos.

- Juliette, yo te juro que yo no tengo absolutamente nada con Brigitte, ayer se me acercó y yo la rechace.

- Entonces ¿Por qué vino hasta aquí y en esas fachas?

- Seguro quería molestar nos. No lo sé, lo que si se es que yo de verdad, de verdad soy sincero cuando te digo que estoy enamorado de ti. Que deseo muchísimo que me des una oportunidad.

Juliette volteo su mirada hacia la ventana, dudosa de lo que escuchaba, su cerebro pensaba y pensaba y su corazón gritaba el amor que sentía en cada latido.

Ese silencio de Juliette tenía el corazón de Caleb pendiendo de un hilo.

- Caleb, la verdad no sé si creerte, te he amado desde hace tanto, te he esperado tanto, me rompiste el corazón, pero también he visto como me has cuidado desde que me dispararon y yo...

Caleb se puso agachó al lado de Juliette y le tomo la mano.

- Mírame - le pidió él

Ella volteo a verlo y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

- Preciosa, no quiero hacerte sufrir, no llores por favor. Soy sincero en todo lo que te estoy diciendo, por favor, dame una oportunidad.

Él secó sus lágrimas y se acercó poniendo su frente sobre la de ella.

- Juliette, ¿Quieres ser mi novia?

Ella cerró los ojos y asintió. La cara de Caleb dibujo una sonrisa de oreja a oreja.

- Te aseguro que no te vas a arrepentir - y la beso.

El la besaba como si el mundo se fuera a acabar en ese instante, su mano se posó en su nuca y la otra la tomaba por la cintura.

Juliette se sentía en las nubes, su sueño de amor se estaba cumpliendo.

Sus lenguas jugaban dentro de sus bocas, Caleb se separó un momento de Juliette y le quitó la coleta y luego le susurro al oído

- Me gustas más con el cabello suelto.

Para luego volver a besarla con desenfreno. En ese momento sin querer Caleb rozo la herida en la espalda de Juliette y está se quejó de dolor.

El se separó de ella asustado, había olvidado que aún su herida no había terminado de sanar.

- Amor lo siento mucho, me deje llevar y olvide tu herida.

- Tranquilo, sé que no fue tu intención.

- Ven - Caleb la tomo de la mano, y la sentó en la cama. - Con todo lo que ha pasado no te he hecho la curación, voy a buscar el botiquín y te limpio la herida y te cambio las vendas.

Ella sitió y él le dio un beso en la frente y salió a buscar el botiquín. Ella sentía que estaba en un sueño, su corazón cabalgaba a mil por hora.

Caleb entró con el botiquín, preparo todo, se puso los guantes y le pidió que se quitará la sudadera para poder llegar a la herida.

Ella se sonrojo, pero sabía que si no lo hacía no la podía curar. Así que con mucha vergüenza se quitó la sudadera y se quedó en brasier.

Caleb podia ver el hermoso busto de Juliette y se puso nervioso, trato de controlarse, quería poseerla allí mismo, pero sabía que por el momento no era posible. Así que puso toda su concentración en la herida.

- Juliette de verdad eres muy hermosa, tu piel es tan suave.

Ella se sonrojaba más.

- Listo, termine. Ya puedes vestirte.

Ella agradeció y enseguida se puso nuevamente la sudadera.

Caleb la abrazo y le dijo.

- Cuando te dispararon pensé que te perdería para siempre, de verdad me asusté mucho.

Ella no decía nada, estaba muy conmovida con lo que le decía Caleb.

- Bueno, ya. Debes desayunar y tomarte tus medicamentos. - Le dijo y la levantó para llevarla hasta la pequeña mesita y que se sentará a desayunar.

Luego pasaron el día, juntos, cocinando, viendo películas, llenándose de caricias y besos.