Sol Lizbeth del reino de Alubia fue desterrada a un páramo desierto. Un anciano sabio le ayudó a convertir el páramo en un vergel donde un mar de Girasoles florecían. Su padre le había desterrado. Gran población de negros de Etiopía buscaron en sus plantaciones un refugio para vivir en libertad. La llamaban La reina de los negros. Y pronto la llamarían bruja. Solo me casaré con quién me devuelva mí reino,dijo Sol al anciano sabio. ¿Pero alguna vez eso pasaría?
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Capitulo 19. El juramento y los dioses.
Casada 19.El juramento y los dioses.
Cuando vi a Drago cuchicheando con Tina creí que moriría.
Y entonces lo vi venir sonriente hacia mí.
– Ha aceptado salir con Gordon. Ella también gusta de él - me dijo contento.
– ¿Qué dices? ¿Con Gordon?-- dije casi llorando.--
– Si amor. ¿No estás contenta? Ella tiene solo unos años menos que él-
En realidad estaba feliz. Feliz y preocupada conmigo misma. Estaba preocupada por haberme convertido en una obsesiva con Drago. Teníamos que ir a Nuria a la feria de productos. Yo no conocía más que mí tierra. Pero Vivet nos aconsejó la venta directa de los productos de Alubia en Nuria. El viaje en el nuevo velero mar abierto me ponía ansiosa. Estábamos a la espera de un nuevo maestro velero, que conociera el mar y sus peligros y aún no llegaba. Y después de Nuria vendría el viaje a Escitia.
Quería dedicarme a mí reino como siempre lo hice y mí obsesión con Drago no me dejaba.
Estábamos demasiado tiempo juntos eso era.
Debía seguir siendo independiente porque si algún día me faltaba me moriría.
Ese día me dediqué por completo a preparar las pócimas que vendería en Nuria con el aceite. Recogí plantas, flores y raíces. Las lave y machaque y las conservé en aceite.Puse con cuidado en cada pequeña botella todos los productos ya refinados. Les puse sus nombres y envolví las botellitas y frascos con una bula de forma y cantidades a utilizar para cada enfermedad. Luego fui a caballo a la casa de piedra de la playa y a jugar con mí sobrino. Jugando con el niño de Rumhi y Martina me sentí feliz. Gateaba ya y era tan bello que sentí renovadas esperanzas de ser madre pronto.
Hablé con mí hermana y mí madre Mariusa y no toqué en todo el día el nombre de mí esposo. Quise quitarlo de mí mente por lo menos un día, para volver en mis cabales, para ver el mundo sin Drago.
Cuando regresé al atardecer él estaba casi enloqueciendo :
– ¿Dónde estabas amor? Te busqué por todos lados. ¿Quieres dejarme loco? Pensé que Morton te había raptado.--
– ¿Morton? Creo que ambos estamos paranoicos. Debemos ocuparnos cada uno de sus tareas. Mientras tú trabajabas junto a Gordon con los potrillos y caballos yo estuve armando las pócimas. Luego fue a ver a mí madre y mí sobrino.
– Gordon pasó el día con Tinita y yo estuve solo. La casa estaba tranquila y tú no estabas para hacerme compañía. Podríamos haber hecho muchas cosas. – dijo poniéndose mimoso.
– Ese es otro tema. Debemos frenar un poco. Creo que las sacudidas no me permiten esperar un niño. Pediré a mí madre Maliuska que realice una ofrenda a los dioses para que pueda tener un bebé.
–Oh amor. De eso me encargo yo. Pronto vendrá un niño o una niña. Ven aquí. Sé cómo se fabrican y es muy lindo.--dijo abrazándome.
– ¿Sabes? ¿y que diablos estabas haciendo todo este tiempo? Deben ser las posiciones. ¿Crees que mí madre me puede aconsejar?
– ¡Por favor no hables de nuestros momentos con nadie!- dijo– cambiaré las posiciones. Comeré cada mañana huevos crudos. Nuestro hijo pronto se anunciará. Ya verás.
– Debemos tener un heredero Drago de Escitia. Es nuestra responsabilidad con este reino. La más importante. ¿Entiendes?--
Pero él no entendía. Me levantó en sus brazos y me llevó a la recámara.
Y luego vino otra vez el fuego y mí cabeza volvió a ponerse loca. Y a olvidarme del mundo entero en sus brazos. Me cambió de lugar muchas veces esa noche y en los pocos momentos de lucidez, yo pedía a los dioses un hijo. El solo repetía mí nombre y palabras sin sentido en un idioma desconocido.
En un momento, cuando la luz de la luna ya entraba en el cuarto y yo estaba sobre Drago, hamacándome con el movimiento de sus manos en mí cintura, supe que era imposible que pensara una vida sin él.
Para bien o para mal mí vida estaba ligada a Drago de Escitia y sus manos y su cuerpo manejarían cada paso de mí existencia. Lo amaba con una profundidad que daba miedo. Y ese amor me convirtió en un ser humano dependiente de otro cuerpo y otra mente.
– ¿Dónde estabas amor mío? ¿Cómo pude pasar sin ti mí señora?- Decía él con los ojos brillantes en la penumbra del cuarto.
Mis lágrimas comenzaron a caer sin querer de mí rostro. Ambos estábamos enfermos de tanto amor. El Dios del mar lo había traído a mí playa y en un momento de visión dolorosa presenti que también ese mismo Dios se lo llevaría algún día para siempre.
Pero ahora, en este preciso instante, éramos uno y estábamos juntos.
No sabíamos que peripecias tendríamos que pasar en este mundo incierto pero estaríamos unidos hasta que los Dioses lo quisieran.
Y la ola ya nos volvía a arrebatar de esta tierra para llevarnos a las estrellas. Mí cuerpo empezó otra vez a contraerse como intentando retenerlo para siempre y cerré mis ojos llenos de lágrimas para escalar al cielo.
El gruñía y gritaba de amor también. Nuestros fluidos se mezclaron una vez más y quedamos abrazados extasiados de tanta gratificación, esperando que nuestros corazones se calmen.
– Nunca me dejarás Sol Lisbeth. Sin ti me moriré– dijo Drago.
Su pensamiento era el mío. Su enfermedad era la mía.
–Nunca. Nunca Drago. - repetí acariciando su cabello húmedo de transpiración.
– ¿Me quieres, verdad?-- me dijo susurrando.
– Más que a mí vida, esposo mío. –
– Yo también Sol. Más que a mí vida. –
Y nos dormimos así, sin limpiar nuestras partes privadas. Sin bañarnos juntos en la tina como cada noche. Solo nos acurrucamos juntos y la luna fue la única testigo de nuestros juramentos. Juramentos que son palabras vanas de los mortales ante la grandiosidad de la decisión de los dioses. Los dioses que manejan la vida y la muerte, los veleros en el mar y las tormentas, el crecimiento de los girasoles en la pradera, la niebla cerrada que trajo a Drago y el sol que lo resucitó aquel amanecer, esos Dioses por ahora nos querían juntos. Y yo esperaba que fuera así por siempre.
Ahora que empiezo a leerla se ve interesante. la narrativa exelente