Tu Y Yo De Nuevo

Después de un duro debate donde triunfo el amor, En el palacio todo estaba tranquilo, unas cuantas horas, habían pasado, donde el príncipe no podía controlar sus hormonas, no perdía tiempo en besar a su novia, eso la emperatriz lveíaia y tomaría cartas en el asunto, desde ese momento, Nyssa tomaría sus clases de princesa heredera y futura emperatriz, ya no sería la misma chica que pasaba el dia tras el principe.

Sadie llevo a Nyssa a un pasillo solo, la pego a la pared, besando sus labios con mucha pasión y deseo.

_Príncipe, nos pueden ver._

Hablo entre gemidos nyssa.

_Sh, soy Sadie, sime sadie y nadie nos verá, quiero otro beso._

Nyssa estaba roja, tímida se acercó a sus labios nuevamente, pero una vos los separó.

_Um, um._

Carraspeó la emperatriz

_¿Qué hacen aquí solos?_

_Madre, le quitaba algo a mi novia del cabello._

Sadie buscaba en el cabello de nyssa donde claramente se podía ver limpio.

_Hem, pensé que era algo de sus labios, solo pasaron horas de que los encontraron en una habitación después de una noche romántica y ¿quieren más?_

Nyssa no encontraba donde ocultar su cara de la vergüenza, mientras que el príncipe solo sonreía, su madre estaba feliz de que él sí tuviera a la chica indicada, aunque lo que hizo estuvo mal.

Ambos fueron llevados ante el emperador, quien ya había decidido qué hacer con respecto a nyssa y sus clases.

_Desde hoy, el joven Le levy, estará a cargo de tu seguridad, príncipe._

Hablo con vos de mando, el emperador.

_Majestad._

Quiso hablar Nyssa, pero la mano levantada del emperador no la dejo.

_Señorita Rose, debe saber que usted es la prometida del príncipe o eso será pronto y eso conlleva, que debe recibir sus clases de princesa heredera con la emperatriz._

Le aclaro su majestad.

_Si su majestad._

Respondió inclinándose.

_No te preocupes querida, Le, cuidará de él como tú lo has hecho._

Nyssa no podía decir que no, no sería fácil para ella separarse del príncipe, pero tampoco podía molestarse, si sabía que permanecería con él siempre, como lo soño por años.

En el condado Bonnie, Renata era esperada para ser castigada por su padre, la culpaba de que su hermana no logrará ser seleccionada como la princesita heredera, aunque todo salió de otra manera y no como lo planeo Renata, logro que el príncipe y Nyssa quedarán juntos, ahora le tocaba luchar por sobrevivir en el ducano Johnson.

_Padre, por favor, no quiero ser una concubina._

Suplicaba Raquel a su padre, ya que eso era lo que le quedaba.

_Todo es culpa de Renata._

_Basta._

Grito el conde Spencer.

_Te dije que hablaré con el duque, para que seas tú la esposa y Renata la concubina._

Renata pudo escuchar, solo volteo los ojos e hizo como si apenas llegaba, aunque le dolía imaginar que eso podía pasar, ya empezaba a tenerle cariño a Rainer más de lo pensado.

_¿Estas son horas de llegar?_

Reclamo el conde.

_Vea padre, no es digna de ser una duquesa, debe comunicárselo a los duques._

Renata solo los observaba, como inventaban tantas cosas, solo para que Raquel sea la escogida como duquesa.

_Padre, no es necesario inventar tantas cosas, solo debe decirle a los duques que no estoy interesada en ser la esposa del joven duque._

El conde solo le dio una mirada de intriga, el cambio en Renata era mucho, su madures era bastante notable, el conde dejo que ambas se retiraran sin decirles que decisión tomaría, empezaba a ver lo inmadura que era Raquel y seguía empeñado en que fuera la emperatriz por qué la podía manejar a su antojo y obtener todo lo que quería, sus pensamientos viajaban, pensando en otra manera y lograr su objetivo.

_Hija, haremos lo que sea para que seas la emperatriz, así nos toque matar a esa princesa._

El conde estaba dispuesto a todo para lograr su objetivo, Renata ya había salido, estaba tomando el té un poco cansado de todo eso, se estaba arrepintiendo de haber dicho que no le importaba quedar como concubina, el joven duque se estaba metiendo en lo más profundo de su corazón.

_Padre no permitirá que yo sea solo una concubina, yo seré la emperatriz._

Le estregó Raquel a Renata.

_Lo sé y no me importa._

Renata respondió de mala gana y fue a su habitación, le urgía descansar muy bien de todo el día agotador que había pasado, aunque valía la pena.

_(¿Si termino como concubina del joven duque, puedo librar a todos de la muerte, cambiaría mucho la historia, pero por qué me duele eso?)_

Pensaba Renata, mientras peinaba su cabello.

_Señorita, ¿está bien? Está como muy pensativa._

_Nada Zera, solo estoy cansada de tantas cosas que han pasado._

_Está bien señorita, ya su baño está listo y le mandé a traer la cena aquí._

Renata agradeció con sus manos y una sonrisa, fueron unos cuantos minutos donde podía sentir como su cuerpo se liberaba de tanta tensión, su mente de tantos pensamientos, aunque solo uno no la dejaba tranquila.

_(¿Me gusta el duque? No, no, no, yo solo amo a Íker)_

Renata salió del baño para dejar de pensar en ese joven duque, ceno y no perdió tiempo descansar toda la noche, serían días largos donde muchas cosas sucederían, en un par de semanas sería su cumpleaños número quince, aunque no era la verdadera Renata, ella daría alegría a ese cuerpo, las fiestas ahí eran diferentes, pero eso no quitaba que lo disfrutarán.