Soy ama de casa desde hace cinco años, acompaño de todo corazón a mis hijos y cuido a mi esposo. ¡De repente trajo de vuelta a su amante que quiere divorciarse de mí! Como ama de casa de tiempo completo en los últimos años, he dedicado no solo tiempo y energía, sino también oportunidades para desarrollar mi carrera, ¡así que decidí luchar! Pero no esperaba que el joven abogado que me ayudó con la demanda me dijera que yo le gustaba desde hace mucho año...
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Capítulo 20 Temeraria
Seguí las instrucciones que me había dado y tomé el cuchillo. Jesse lloraba más que antes y la sangre corría sobre su piel clara. El auto de policía tenía las luces encendidas y, a pesar de que el resplandor rojo y azul debía significar que estábamos a salvo, lo único que podía ver era cómo sufría mi hijo, y la única manera de salvarlo era haciendo lo que el hombre me había dicho.
—¿Tiene hijos? —le pregunté—. Por favor, déjelo ir. Yo iré con usted. —Mientras le hablaba, tomé el cuchillo y me lo apoyé contra el cuello. Estaba desesperada.
—Déjate de estupideces y córtate las manos —ordenó. No me daba oportunidad para negociar, era evidente que estaba muy alterado y ya no quería hacerlo. Apreté los dientes y me hice un corte, pero sin ejercer demasiada presión. No muy lejos, la policía, nerviosa, no dejaba de mirarnos a Jesse y a mí y de hablar por el megáfono, pero yo sabía que todo eso no haría más que seguir alterándolo, así que ya no contaba con que ellos nos ayudaran.
Yo era quien más cerca estaba del niño y del criminal, así que era la única que podría salvarlo. Intenté recordar todo lo que mi profesor de Taekwondo alguna vez me había enseñado sobre cómo lidiar con criminales que tuvieran cuchillos. Él estaba aterrorizado: no dejaba la vista quieta un segundo y las manos le temblaban. Me preocupaba mucho que con cada temblor le lastimara un poco más el cuello al niño.
De repente, a la izquierda del auto se encendió una luz cegadora que lo obligó a cerrar los ojos, así que aproveché el momento para desviar el cuchillo y por fin poner a salvo a Jesse. Desde afuera, de inmediato Isaac abrió la puerta del lado del conductor, tomó al niño y echó a correr. Al mismo tiempo, alguien abrió la puerta de mi lado y me jaló hacia afuera, tomándome por la cintura. Al darse cuenta de lo que acababa de ocurrir, el hombre de repente soltó el cuchillo y se me clavó en el estómago, pero no caí en la cuenta de lo que había pasado hasta que vi mi ropa manchada con sangre.
Arrestaron al criminal e Isaac corrió hacia mí con Jesse en brazos. Mientras esperaba a que llegaran los médicos, era consciente del cuchillo clavado en mi estómago. Estaba recostada en el suelo, y lo único que mi vista identificaba eran las luces brillantes y el pánico en los ojos de Isaac. La cara de Jesse estaba cubierta de lágrimas y me llamaba entre sollozos mientras que los policías estaban ocupados corriendo de un lado a otro. Lo que estaba ocurriendo parecía un sueño, pero no lo era. Tenía muchísimo miedo. Tenía el cuerpo frío y el césped era áspero. Estaba más lúcida de lo que hubiera esperado, así que estiré los brazos para que me dieran a mi hijo.
—No te muevas —gritó Isaac, y me dio la mano—. No te muevas, el médico llegará pronto.
Me quedé quieta hasta que llegó la ambulancia y, mientras me subían, le dije a Isaac que quería que llevara a Jesse: no quería volver a separarme de él. Ivan había llegado al lugar y tenía al niño en brazos.
—¡Volvieron a secuestrar a Jesse, Reina! —me acusó—. No eres apta para ser su madre. Espero que decidas ceder la custodia por voluntad propia.
—¿No eres capaz de mantener la boca cerrada? —me defendió Isaac—. Reina está al borde de la muerte y tú sigues preocupado por la custodia del niño. ¡Sé un poco más humano! —Le quitó a Jesse y agregó—: El niño debe estar con su madre.
si ya tuvo el valor para hablar con ella. mínimo debió de tener dignidad frente al poco hombre del esposo. muy poca cosa la protagonista