La Experiencia Adquirida

La diferencia de edad era algo que por momentos lo inquietaba, la idea de ser un tipo sin vergüenza que tomó ventaja de una alumna que por si fuera poco era la hermana pequeña de su mejor amigo; sin embargo en ese momento no era eso lo que le preocupaba, Gael se sentía nervioso de una manera como no había sentido antes estando en esa situación, claro que está era una situación especial, está era la primera experiencia para ella, la que quizás tomaría como referencia en el futuro, Gael no quería decepcionarla, mucho menos lastimarla. Él quería que cuando Daniela lo dejará, cuando se sintiera lista y estuviera con otro hombre, fuera Alex o cualquier otro, pensará en él como el mejor. Era un pensamiento egoísta que ya le había surgido antes desde que la tuvo desnuda entre sus brazos.

Gael había entrado por completo en ella y Daniela seguía tensa, mantenía los ojos cerrados y enterraba sus dedos en los brazos de Gael, un débil quejido salió de sus labios, lo que hizo a Gael permanecer inmóvil por un momento, debía esperar a que ella lo asimilará, aunque a pesar de su idea inicial de tomarlo con calma, le estaba resultando de verdad difícil poder contenerse, el placer de sentirse por completo en el interior de Daniela y de moverse contra su cuerpo lo tenía abrumado, podía sentir como pequeñas gotas de sudor corrían por su frente. Gael apretaba la mandíbula con fuerza, sin poder evitar jadear a momentos. 

—Relajate, hermosa —dijo Gael escondiendo su rostro en la curvatura del cuello de la chica dejando algunos besos sobre la suave piel de la chica.

Los segundos pasaron y poco a poco Daniela comenzó a moverse, con una lentitud y cadencia que estaba resultando tortuosa para él, tortuosa pero muy placentera, tanto que sus gemidos y jadeos se estaban volviendo cada vez más frecuentes y ruidosos. De a poco Daniela comenzó a acompañarlo con sus gemidos y movimientos más rápidos, eso dio a Gael la seguridad para dar la primera embestida.

—Ahh —el gemido de Daniela lleno la habitación.

—¿Estás bien? ¿Te lastimé? —por un momento, Gael entró en pánico, quizás lo había hecho muy fuerte. Daniela solo sacudió la cabeza para luego decir en un resuello:

—Continua por favor. No te detengas.

—Cielos Dani, eres muy hermosa —respondió sintiéndose aliviado y porque no decirlo, feliz.

Gael siguió con embestidas lentas que hacían que Daniela gimiera y jadeara sin ningún recato. Para él esos sonidos eran la melodía perfecta además, el contacto de sus cuerpos desnudos, sus pechos rozándose con su pecho, todo el ambiente e incluso el olor lo estaban haciendo perder el control.

Las pequeñas manos de la chica se aferraban a su espalda y de momento se deslizaban hacia abajo, como si lo invitará a que se enterrará más en ella. Gael sostenía su peso con una mano para no aplastarla y con la otra recorría su cuerpo; masajeo un poco uno de sus pechos dando ligeros pellizcos mientras llevaba su lengua hacia el otro para darle atención. Cuando los jadeos de Daniela se hicieron más fuertes, Gael se dio cuenta de que había cambiado el ritmo; era más rápido más fuerte, pero Daniela gemía y arqueaba la espalda exponiendo sus senos, lo estaba disfrutando tanto como él.

—No pares, por favor. No me dejes, Gael—dijo Daniela sin ser consiente de sus palabras.

—Claro que no, cariño —repondio de una forma tan natural como la situación lo permitió.

Unos minutos más, ambos estaban totalmente entregados al placer que Gael ni siquiera se dio cuenta cuando unió sus labios a los de Daniela en lo que pareció un beso un poco brusco que terminó cuando Daniela llegó al final, segundos después Gael se derramaba sobre el vientre de Daniela, apenas teniendo tiempo para retirarse; cuando se dio cuenta se sintió mal, quizás Daniela se sentiría incomoda con eso pero ella solo sonrió satisfecha, se veía hermosa sonrojada y con su cabello regado en la almohada, respirando agitada aún.

—Gracias —dijo Daniela cuando recupero el aliento.

—¿Me agradeces por esto? —preguntó sorprendido, tendiendose sin fuerzas en la cama a lado de ella.

—Gracias por ser tan lindo, tan cuidadoso y considerado —dijo Daniela sin una pizca de ironía o cualquier cosa que indicará un mero formalismo —fue algo increíble.

—No tienes nada que agradecer, Dani —respondió él poniendo su brazo para que ella se recostara sobre él. Ella lo entendió rápido y se acercó a él acurrucándose —. Yo te agradezco a ti Dani, por confiar en mí.

Daniela levantó su rostro y se estiró un poco hasta quedar a la misma altura que él solo para depositar un beso en la mejilla de ese hombre junto con una risita que no pudo evitar, se sentía plena y feliz, además el también le sonrió, Daniela solo quería alargar ese momento, aunque tenía que volver a su casa.