¿Qué es lo primero que haces cuando encuentras a alguien herido frente tu puerta? Ver si sigue vivo?, llamar una ambulancia?.
No. Lo primero que Michael hizo fue pensar que era lindo.
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CAP 19
Al observar la espalda del pelinegro desaparecer detrás de la puerta, Elysian desvió la mirada, irritado. No pensaba seguirlo; después de ayudar a que el humano viviera "normalmente" en la aldea hablando con el jefe, quien veía a los humanos como inferiores, casi todos en el lugar lo veían como un peligro leve, pero no lo soportarían por mucho tiempo si Elysian no estuviera. Él era consciente de que su posición había evitado que los aldeanos expulsaran al humano, en lugar de permitir que se quedara pese al posible riesgo que representaba.
Por otro lado, Michael, quien había salido, dio un respiro profundo con la intención de aclarar sus pensamientos. Sin embargo, el ruido del festival no tenía un efecto tranquilizador. Sonrió amablemente a algunos niños que lo miraban con curiosidad en silencio mientras caminaba por las concurridas calles.
Pronto llegó al corazón de la aldea, la plaza. La reliquia ya no estaba protegida por el vidrio, pero aun así estaba expuesta frente a todos. Aunque la distancia entre el artefacto y los cazadores era evidente, veía ocasionalmente a madres que evitaban que los niños se acercaran demasiado y los regañaban. Observando el objeto, Michael no comprendía cómo Elysian esperaba que confiara en él; no creía que la reliquia, que hasta ahora le parecía una simple tradición, pudiera evitarle consecuencias si llegaba a resultar herido.
Fue entonces cuando escuchó la voz de un hombre de unos sesenta años a su lado:
—¿Ha venido a observar nuestro magnífico festival? Deberías sentirte honrado de ver este evento especial —le dijo, haciendo que Michael, sorprendido, diera un salto y se distanciara acercándose a la reliquia. En ese momento, la reliquia se movió brevemente.
¿Quién es él? ¿Por qué no lo había visto antes? se preguntó. En su breve tiempo en la aldea, ya se había familiarizado con la mayoría. Estaba pensando en eso cuando el hombre lo tomó del hombro y lo alejó de la reliquia.
—Humano, ¿cómo puedes ser tan estúpido? ¿El joven maestro no te dijo que la reliquia está activa en el festival? —preguntó el hombre, analizándolo.
—No, no me lo dijo. ¿Quién es usted? —respondió Michael, sorprendido, quien decidió ignorar el insulto hasta que supiera quién era el hombre y qué estaba pasando.
—¿Yo? Soy el jefe de la aldea —respondió el hombre con orgullo—. El festival dará inicio a la competencia. Evita causar problemas, o lo que le prometí al joven maestro no se mantendrá —continuó, dando unas palmadas en el hombro del pelinegro, lo que incomodó a Michael.
Antes de que pudiera responder, el jefe se acercó a la reliquia a paso lento, causando un silencio aterrador. Una cubierta dorada lo rodeaba mientras tomaba la reliquia en sus manos, apretándola con fuerza. Sus ojos pasaron de dorados a rojos, y con voz ronca y grave declaró:
—Que comience la competencia.
Michael observó cómo todos los cazadores adultos trazaban con su sangre nuevas runas alrededor del jefe de la aldea, distintas a todas las que había visto, comparables a una extraña araña. Mientras tanto, los niños más jóvenes eran cuidados por los pocos cazadores ancianos, y los adolescentes y niños mayores, como Lesia, luchaban entre sí. Flechas, ballestas, espadas y agujas volaban por el aire. Era una escena sangrienta que le heló la sangre y lo dejó inmóvil.