Stalker

...Hace años una propaganda de seguros decía: "Es mejor tener un seguro y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo"....

Bajamos a toda velocidad por las escaleras mientras la chica tras de mí se colocaba una chaqueta.

— Levi, ¿seguro de lo que viste?

— Muy seguro, ahora shh.

Avanzamos con sigilo por las escaleras de emergencia hasta llegar a planta baja. Entreabrí la puerta y observé junto con la chica, y ahí estaba. Aquella persona que había entrado al motel antes, hablaba con la recepcionista.

La chica tras de mí se asustó y me miró.

— Dijiste que a penas había cruzado el límite de la ciudad, ¿cómo está encima de nosotros tan rápido?

— No lo sé, pero no tenemos opción.

Saqué mi arma y seguimos observando en silencio.

12:52 P.M

Mónica y yo nos miramos al instante, supongo que ambos pensamos lo mismo. Ella dió un sorbo a su café y yo sí que pregunté directamente.

— Oye Enzo, y... Ese papel, ¿De qué es? — Lo observé.

— ¿Eh? Ah... Pues... No lo sé, la policía sólo me lo entregó, me imagino que algo de Elio.

Guardé silencio.

Esto tenía algo que ver. Esta muerte no había sido por casualidad. Y si era así... Mónica estaba realmente en peligro.

— Bueno muchachos — Dijo Enzo luego de un rato — Mis padres ya llegaron, y... Yo me tengo que ir. Les estaré avisando por cualquier novedad.

— Sí, Levi y yo también nos tenemos que ir — Dijo Mónica, se notó que estaba apresurado.

— Yo me quedaré aquí otro rato — Dijo témpera.

Todos los demás salimos del café. Había esa sensación amarga en el aire. Cada día era una muerte diferente, me sentía cansado de esto. Me ofrecí a llevar a Mónica, y mientras conducía, hablaba conmigo.

— Levi... Tú... Viste lo del número, ¿Verdad?

La pregunta que me temía.

— Sí... Sería demasiada coincidencia pensar que no tiene algo que ver.

— Entonces esto no es una broma...

— Me temo que no — Dije mientras conducía.

— No sé qué hacer. No quiero darle importancia excesiva a esto, si le digo a mis padres me harán retirarme de la universidad, no quiero eso.

Suspiré y detuve el auto, ya habíamos llegado a su casa.

— Oye, creo que la única solución que tenemos es reunir pruebas, y así ayudar a la policía a resolver esto y dar con el asesino de Elio, creo que así podrás estar más tranquila, bueno, todos.

— ¿Tú crees?

— ¿Qué más podríamos hacer?

— ...

Agradeció y se bajó del auto en silencio.

La ví entrar a casa y al cerrar la puerta apagué el auto y me recosté del asiento.

A penas conocía a Elio, pero creo que ambos gemelos se habían esforzado por hacer amistad con nosotros.

Había una idea que no se me quitaba de la cabeza, y necesitaba aclararla. Por suerte para mí, la idea me esperaba justo frente a mi casa.

1:55 P.M

— Hola, cara bonita.

— Hola Erica — Dije bajando del auto.

— ¿Estás ocupado? Estaba pensando en tener una cita — Dijo subiendo las cejas de modo provocativo.

— No estoy de ánimos para asesinatos — Dije entre dientes abriendo la puerta de mi habitación — Te preguntaría si vas a pasar, pero claramente puedes hacerlo sin invitación — Dije dejándola entrar.

— ¿Qué tienes, cara bonita? No seas así, me hablas feo.

— No estoy de ánimos, ya te lo dije — Busqué una cerveza en la nevera y me senté en el sillón.

Me empecé a sorprender de la normalidad con la cual estaba tomando la presencia de Erica. No dejaba de tener precaución a su locura, pero había algo que me decía que ella no estaba buscando hacerme daño, o ya lo hubiera hecho.

— Oye, me gustaría una pizza.

— ¿Qué es lo que quieres Erica?

— Una pizza, acabo de decirlo — Dijo encogiéndose de hombros y acercándose en gesto de obviedad.

— Sabes que no hablo de eso. Pero, ya que estás aquí, podrías decirme algunas cosas — Dije suspirando.

— Uuuh, cara bonita, ¡No tengo ganas de tener hijos a tan corta edad!

— ¿¡Qué!? ¡No! Erica, tchs. No estoy hablando de eso.

— Además es muy pronto para pensar en hijos, no veo un anillo en mi dedo — Dijo mostrándome su mano, sus uñas perfectas eran espeluznantes, sabiendo que las usaba para matar personas.

— Erica, no estoy de humor para tus juegos extra...

Erica se subió de golpe sobre mí, sus piernas rodearon mi cadera en el sillón y su rostro se acercó a centímetros del mío.

— Oye... Cara bonita, te estoy tratando realmente muy bien, no me gusta que me rechacen.

Tragué saliva, sus ojos hundidos nunca cambiaban, siempre vigilando lo más recóndito de mí. Percibí su olor, dulce y empalagoso. Me hacía tener náuseas.

La miré fijamente y estiré mi cabeza hacia atrás.

— No te estoy rechazando, Erica. Un amigo murió esta madrugada, y no me he sentido bien, gracias a eso.

Al instante de escucharme, sus pupilas se dilataron, y sus ojos huyeron a mi mirada.

¿Me quitó la mirada de encima? Hasta ahora nunca lo había hecho.

— Hmm... — Se levantó, quitándose de encima de mí — Y tu pregunta... ¿Tiene algo que ver con tu amigo fallecido?

— No lo sé. Tal vez.

— Te dí una oportunidad, Levi. Me senté frente a tí con la intención de explicarte todo, y simplemente decidiste tratarme mal e irte. Te recuerdo que si estás con vida, es gracias a mi protección.

— ¿Tu... Protección?

— Por supuesto cosita. Nadie está más protegido que aquel que está protegido de mí.

Me miró sonriendo.

Por momentos, Erica parecía una chica normal, y por momentos, recordaba que era una loca maniática.

— Ehm... Pues, si tú lo dices, te creo, Erica.

— ¿Qué quieres saber?

— Últimamente han habido muchas noticias de asesinatos, crueles y sádicos. ¿Has tenido algo que ver en eso?

Erica se miró las uñas y se acostó en la cama, llamó a Reno y este se subió sobre ella, Dios, Reno podía llegar a ser muy inocente a veces.

— Hmmm... No lo sé, creo que no.

— ¿Crees que no? ¿Cómo que crees que no, Erica? ¿Mataste a alguien recientemente o no?

De golpe Erica sacó su arma y me apuntó.

— Shhh... No hagas tanto ruido... — Dijo sin siquiera mirarme — Cara bonita, si te digo que creo que no, es porque no lo recuerdo.

Mi corazón se aceleró y la cerveza en mi mano empezó a sentirse más fría de lo que realmente era.

— ¿Tienes siempre que apuntarme con eso?

— El efecto psicológico causado en las personas cuando alguien les apunta con un arma es realmente eficaz, ¿No crees?

— Sin duda.

Suspiré y guardó su arma, empezó a acariciar a Reno y habló en voz baja. Reno se echó sobre su pecho y le chillaba como un cachorro.

— Dijiste que tu amigo había fallecido esta madrugada. Si es así, no fué mi culpa. Hola chiquito, que lindo eres... Igual que tu dueño, ji, ji — Dijo acariciando a Reno.

— Claro... Pues... Al parecer hay un asesino suelto, uno que deja notas, sobres y cartas.

Erica se sentó en la cama.

— ¿Tienes idea de cuánta gente a diario mata personas? ¡Sólo mira a los doctores en los hospitales! Que envidia, matan gente de forma legal.

— ¿Qué quieres decir?

— Pudo ser cualquiera, Levi. Esta ciudad es realmente grande.

— Pues el asesinato parece rondar la universidad donde estudio.

— Ahhh... Sobre eso...

— ¿Hmm?

— No, nada. En fin, ¿Qué podrías hacer tú?

— No lo sé, es realmente frustrante cuando las cosas ocurren y no puedes hacer nada.

Me recosté del sillón y miré el techo.

— ¿Cómo se llamaba tu amigo, cara bonita?

— Elio.

— ¿Elio qué?

— Bernetti.

Erica se levantó y me miró, se quitó la capucha del suéter y su cabello estaba hecho rulos.

— Mira mi cabello, está muy bonito, ¿no?

— Ah... Sí...

— Oye, Levi. ¿Quieres saber quién mató a tu amigo?

— ¿Por qué lo preguntas?

Erica sacó su arma del suéter y me la extendió, pero en vez de apuntarme, me la estaba ofreciendo.

— Ven conmigo, cara bonita. Si tú me ayudas, yo te ayudo.