La dulce y amable Mia ve su vida trastocada luego una tragedia familiar, la adolescente tendrá que encontrar la manera de convivir con los hijos de su tutora. Y tendrá que tomar una difícil decisión.
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Capítulo 19
Al llegar al laboratorio de conservas, me quedo nuevamente asombrada con el lujo y la belleza de esta empresa, todavía no he visto casi nada de ella, estoy segura de que aún tendré esta reacción muchas veces más.
Una chica simpática me saluda y enseguida me pasa muchísima información mientras caminamos por todo el laboratorio. Pasaron largas 1h30, y por increíble que parezca me encantó hacer este informe, Armando volvió a su oficina minutos después de haberme dejado aquí.
Sandra- ¿Conseguiste anotarlo todo?
Mia- Lo anoté todo bien, y en un ratito lo organizaré todo en una planilla y lo entregaré.
Sandra- Caray, eres muy rápida e inteligente, si sigues así podrás durar algunos días aquí, porque yo ya vi 3 asistentes solo en este último mes, creo que yo solo sigo aquí porque no trabajo directamente con él, pero sé bien el tipo que es.
Me suelta toda esa tontería encima.
Mia- ¡Ay, no te preocupes!
Sandra- ¡Hablo en serio!, ya vi cómo trata a los empleados que trabajan directamente con él, y si fuera conmigo lloraba, es muy estúpido.
Mia- Entonces está bien Sandra, ¡gracias y hasta luego!
Sandra- Hasta luego, ¡eso si nos vemos de nuevo!
Lo último que dice antes de que pueda salir de la sala, no sé por qué, pero quise saltarle al cuello, odié oírla hablar así de él, lo sé, es realmente un estúpido y un grosero pero ella ni siquiera lo conoce...
Vuelvo pensativa y aún nerviosa con la chica del laboratorio, ¡mujercita pero sin idea!
Memoricé el camino de vuelta a la oficina de Armando, y antes de entrar llamé a la puerta, pero no obtuve respuesta, así que decidí entrar.
Lo veo concentrado en el ordenador.
Mia- ¡Con permiso!
Digo entrando despacio y yendo a mi mesa.
Armando- No necesitas llamar para entrar, esta oficina ahora también es tuya.
Lo dice sin esbozar ningún sentimiento en su rostro. ¡Entonces está bien!
Mia- ¡Está bien! Gracias.
Armando- ¿Hiciste el informe?
Mia- ¡Todavía no lo he terminado!
Armando- Tienes 15 minutos para terminar y enviarlo a mi correo electrónico principal.
Mia- ¡De acuerdo!
Lo digo tranquila, ya que me queda poco.
Pasan 14 minutos y enseguida le envío el informe a su correo electrónico, lo recibe, y de repente lo veo esquivar la cabeza para mirarme, ya que el ordenador está delante, su mesa está de frente a la mía, lo que me asusta un poco. Finjo estar tranquila, cuando en realidad soy una bola de nervios, espero que esté todo bien.
Pasan unos minutos más y él está en completo silencio, mientras yo finjo estar haciendo algo importante en el ordenador, cuando decide romper el silencio palpable.
Armando- Enhorabuena Milena, ¡está perfecto!
¿QUÉ? ¿ESTÁ ELOGIANDO ALGO QUE HICE YO?
Mia- ¡Ah, gracias!
Es todo lo que sale de mi boca.
Armando- Ahora necesito que vayas a mi agenda y reprogrames la reunión que está agendada para mañana, necesito que la reprogrames para las 14:30 de la tarde en lugar de las 10 de la mañana, y para las 10 agenda otra reunión.
Mia- Ok, ¿y qué información debo poner en la reunión de las 10?
Armando- Ve a la agenda telefónica y llama a la secretaria de la Empresa WoodBlack y pide la información que necesitas.
Mia- De acuerdo.
Las horas pasaron volando y estoy sorprendida de la cantidad de cosas que hice, ahora entiendo un poco el estrés de Armando, solo espero no volverme gruñona como él.
Y doy gracias al cielo por haber llegado la hora de ir a casa, tengo ganas de tirarme en mi cama y quedarme ahí el resto de mi vida jaja, ¡bueno, eso fue exagerado!
Cuando estoy terminando de arreglar las cosas en la mesa, Armando dice algo.
Armando- ¿Lista? ¿Vamos?
Mia- Sí, ¡estoy lista!
Armando- ¿Estás bien?
Mia- Sí, ¡estoy bien!
Respondo lo mismo.
Armando- Pareces un robot, ¡debes de estar agotada!
Leyó mis pensamientos.
Mia- ¡No tanto!
Finjo resistencia.
Armando- Está bien, vámonos ya, yo también estoy muerto.
Es normal que fuéramos a casa juntos, ya que vivimos en la misma casa, pero eso me pone extrañamente nerviosa.
¿Y si alguien de la empresa nos ve y piensa algo malo? ¿Qué voy a hacer? Pero no puedo permitirme el lujo de rechazar este viaje y causarle algún trastorno.
Mia- ¡Está bien! Vamos.
Caminamos uno al lado del otro por los pasillos de la empresa, y veo que causa algunos murmullos entre los empleados, pero decidí hacer lo que hago en la escuela, ignorarlo.
Después de unos minutos, finalmente llegamos al garaje de la empresa, veo el coche de Armando, realmente destaca entre los demás. Y para empeorar la situación, el coche solo tiene dos plazas, mis planes de irme lejos de él se fueron al traste.
Armando- ¿Qué pasa? Entra ya.
Mia- ¡Está bien!
Después de unos minutos en silencio, habla.
Armando- Entonces, Milena.
Dice haciendo una pausa entre palabra y palabra.
Armando- ¿Qué te ha parecido tu primer día de trabajo?
Mia- ¡Bien, interesante y ligero!
Aparta la mirada de la carretera para mirarme, lo que me cohíbe un poco.
Armando- Está bien, ¡vamos a hacer una cosa! Un pacto, vamos a prometer que no nos vamos a ocultar nada el uno al otro, porque lo sé Milena, ¡que estás cansada!
Habla mientras alterna la mirada entre mí y la carretera. ¿UN PACTO? ¿POR QUÉ AHORA?
Mia- ¿Un pacto, dices?
Él sonríe.
Armando- Sí, bueno, ya sabes mi secreto, no tengo por qué ocultarte nada más.
Mia- Sí, ¡tiene sentido!
Digo en voz baja y mirando hacia fuera del coche.
Entonces, para mi sorpresa y hasta la del futuro, empieza a hablar.
Armando- Yo, Armando Staves, prometo no ocultarle nada a Milena Dantas. ¡Tu turno!
Sus palabras pueden parecer tontas, pero para mí sonaron como una oleada de escalofríos y murmullos en el estómago.
Armando- ¡Tu turno!
Mia- ¿Tengo que decirlo en voz alta?
Armando- Sí, para sellar el pacto.
Resoplo fuerte y entonces digo.
Mia- Yo, Milena Dantas, prometo no ocultarle nada a Armando Staves. ¿Contento?
Armando- ¡Ahora sí!
Vuelve a sonreír antes de centrarse de nuevo en la carretera.