Alexander es un joven príncipe, que debido a sus responsabilidades está obligado a contraer matrimonio a sus veintiún años.
Para su buena suerte, o no. En su Reino existe una regla que le da la posibilidad de tener un mes para sí mismo, un mes en el cual él dejará de ser quien es para convertirse en una persona común.
Ahora bien, ¿Qué pasará durante ese mes? ¿La vida de Alexander cambiará a causa de lo que está por vivir?
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Salida nocturna
Capítulo 18:
Lucas estaba recostado en el sofá de la sala, con una pierna colgando y el móvil en la mano, cuando el sonido de un mensaje entrante lo hizo enderezarse con entusiasmo.
— ¡Listo, muchachos!— anunció mientras abría el mensaje y leía la ubicación que las chicas del restaurante le habían enviado. Una sonrisa divertida apareció en su rostro mientras se giraba hacia sus amigos, que estaban relajados después del largo día.— La cita es en una discoteca bastante conocida por aquí. No es demasiado elegante, pero parece animada.
Alexander, que estaba hojeando una revista de turismo en un sillón cercano, levantó la mirada con una mezcla de escepticismo y preocupación.
— ¿Una discoteca? No estoy seguro de que sea la mejor idea.
Lucas se echó a reír y lanzó un cojín hacia su amigo.
— ¡Vamos, Alteza!, no seas tan aburrido. Estamos aquí para disfrutar, ¿o no? Además, ¿cuál es el problema? Nadie aquí sabe quién eres.
Ethan, siempre el más práctico y meticuloso del grupo, suspiró desde la cocina, donde estaba revisando un mapa de la ciudad en su tablet.
— No es que nadie sepa quién es Alex, Lucas. Estamos en Nueva York, una ciudad llena de cámaras y redes sociales. No podemos bajar la guardia, incluso si queremos divertirnos un poco.
Lucas rodó los ojos mientras se levantaba del sofá y se estiraba.
— Lo sé, lo sé. Pero, vamos, Ethan, ¿no crees que estás exagerando un poco? La gente está demasiado ocupada con sus propias vidas para preocuparse por un grupo de chicos guapos.
Ethan se cruzó de brazos y fijó su mirada en Lucas.
— Eso es precisamente el problema. Eres demasiado confiado.
Alexander intervino, levantando una mano para calmar a ambos.
— Está bien, chicos. Vamos a hacerlo, pero con cuidado. Ethan tiene razón. No podemos tomar riesgos innecesarios.
Ethan asintió, satisfecho de que Alex compartiera su preocupación.
— De acuerdo. Antes de salir, investigaré la discoteca y me aseguraré de que no sea un lugar problemático. También podemos coordinar un plan por si necesitamos salir rápido.
Lucas resopló pero sonrió de todas formas.
— Eres tan previsor que a veces creo que deberías haber sido parte de mi escolta personal.
Ethan arqueó una ceja.
— ¿Y tú? Tú deberías haber sido un bufón de la corte.
La sala se llenó de risas, incluso de Alexander, quien dejó a un lado sus dudas por un momento. Mientras Lucas bromeaba sobre cómo iba a conquistar a media discoteca esa noche, Ethan revisaba información sobre el lugar, asegurándose de que no hubiera problemas de seguridad.
Finalmente, todo quedó planeado.
— Bien, amigos,— dijo Lucas, frotándose las manos con entusiasmo— esta noche va a ser épica.
Alexander sonrió mientras se levantaba. Aunque aún sentía una ligera inquietud, no podía negar que estaba emocionado por la posibilidad de experimentar algo nuevo. Después de todo, este viaje se trataba de descubrir lo que había más allá de su vida como príncipe, y no podía hacerlo sin aventurarse un poco.
Con el plan en marcha, los tres amigos comenzaron a prepararse para la noche.
Lucas se detuvo abruptamente en medio de la sala, con el ceño fruncido y una mano en la barbilla, como si acabara de caer en cuenta de algo importante.
— ¡Chicos, tenemos un problema!— dijo con voz solemne.
Alexander y Ethan lo miraron al instante, alertados por el cambio en su expresión.
— ¿Qué sucede?— preguntó Ethan, dejando de lado el abrigo que estaba acomodando sobre una silla.
Lucas suspiró con dramatismo, llevándose una mano al pecho como si estuviera al borde de un colapso.
— No tenemos automóvil. No podemos ir a nuestra cita con las chicas.
El silencio que siguió fue interrumpido por Ethan, quien arqueó una ceja mientras Alexander le lanzaba una mirada incrédula.
— Es cierto, Lucas— dijo Alex, imitando su tono serio— ¿Cómo no lo pensamos antes? Sin un auto, estamos condenados.
— ¡Completamente!— añadió Ethan con una expresión igual de exagerada— ¡ Demonios! Este es el fin.
Lucas asintió con aire grave, sin captar de inmediato el sarcasmo que fluía de sus palabras. Pero cuando sus dos amigos se miraron y estallaron en carcajadas, se dio cuenta de la broma.
— ¡Idiotas!— exclamó, tomando un cojín del sofá y arrojándoselo primero a Alexander y luego a Ethan, quien apenas tuvo tiempo de esquivarlo.
Ethan, todavía riendo, se metió las manos en los bolsillos y sacó algo que brilló bajo la luz de la lámpara: una llave de automóvil. La sostuvo en alto y dijo:
— Cortesía de la reina.
Lucas parpadeó sorprendido, sus labios se curvaron en una sonrisa amplia mientras Alex soltaba un suspiro divertido.
— ¿Me estás diciendo que tenías un auto todo este tiempo y decidiste guardar silencio?— dijo Lucas, cruzándose de brazos con una expresión acusadora, aunque claramente disfrutando de la situación.
Ethan se encogió de hombros, con una sonrisa tranquila.
— Sabía que esto haría las cosas más entretenidas.
Con el misterio resuelto, Ethan los guió hasta el garaje. Cuando abrieron la puerta, se encontraron con un automóvil que era perfecto para unos jóvenes como ellos: un sedán deportivo, moderno pero discreto, lo suficientemente elegante para ser llamativo sin revelar quiénes eran.
— ¡Vaya!— exclamó Lucas, admirando el auto con una expresión exagerada— ¡La reina realmente sabe cómo consentirnos!
Alexander sonrió, inspeccionando el vehículo.
— No está mal. Aunque no esperaba menos de mi madre.
Después de unos minutos de bromas y comentarios sobre quién sería el mejor conductor (Lucas se ofreció de inmediato, pero Ethan insistió en tomar el volante), los tres subieron al auto, listos para su aventura nocturna.
El motor rugió suavemente mientras salían del garaje y se adentraban en las calles iluminadas de la ciudad. El ambiente dentro del automóvil estaba cargado de emoción y expectativas. Aunque Alex no podía evitar pensar en los riesgos, también sentía una extraña liberación al estar fuera de su Reino, fuera de las responsabilidades que lo esperaban.
Lucas, desde el asiento trasero, asomó la cabeza entre los asientos delanteros y dijo con una sonrisa traviesa:
— Espero que estas chicas valgan la pena. Porque si no, pienso exigir un reembolso de esta noche.
Ethan lo miró de reojo mientras conducía.
— Tendrás que reclamarle al destino, Lucas.
Las risas llenaron el auto mientras se dirigían al punto de encuentro, listos para lo que la noche tuviera preparado para ellos.
. veremos!!
Pobre Charlotte, enamorada de Ethan y tener que guardar su sentimientos
Eso sí super la historia me encanta