En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
NovelToon tiene autorización de Josh27 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 18: Feromonas en Juego
El día amaneció con un aire denso en la ciudad, como si la atmósfera misma supiera que algo importante estaba por suceder. Viktor se ajustó la chaqueta mientras salía de su auto deportivo frente a las oficinas de Blackwood. La reunión de ese día era una de las más importantes en su agenda, y el hecho de que tuviera que compartir el liderazgo con Leonhard lo ponía en un estado de alerta que no era fácil de disimular.
Subió al ascensor, cruzando los brazos mientras su reflejo en el espejo le devolvía una mirada seria. No había espacio para errores. Si quería demostrar que podía estar a la altura, incluso superar a Leonhard, tendría que jugar todas sus cartas, incluidas algunas que había evitado usar hasta ahora.
.
.
.
.
Leonhard esperaba en la sala de juntas, revisando los documentos que minutos antes su asistente había colocado sobre la mesa. El aroma característico de su colonia llenaba el espacio, un leve rastro de madera y cítricos que Viktor notó al entrar.
—Llegas tarde —fue lo primero que dijo Leonhard sin levantar la vista.
Viktor sonrió, como si el comentario no lo afectara en lo más mínimo. Caminó hacia su lugar habitual al otro lado de la mesa, dejando caer su portafolio con un gesto despreocupado.
—Cinco minutos no es tarde, Blackwood. Es estilo —respondió, reclinándose en la silla con una expresión desafiante.
Leonhard dejó de leer, finalmente alzando la mirada para enfrentarlo. Sus ojos grises eran gélidos, pero había algo más en ellos, algo que Viktor podía sentir aunque no pudiera explicarlo del todo. Durante unos segundos, ninguno de los dos habló. El silencio entre ellos era tan intenso que incluso los asistentes que entraron para traer café y agua parecían apresurarse para salir.
Finalmente, Leonhard rompió el silencio. —¿Estamos listos para comenzar o planeas perder más tiempo?
Viktor inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera considerando la pregunta. —Claro, pero antes... —Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa—. ¿Cuándo vas a dejar de jugar tan seguro, Leonhard? No sería tan divertido trabajar contigo si no me desafiaras de verdad.
Leonhard lo miró fijamente, sus labios curvándose en una línea delgada. —Quizás deberías preocuparte menos por mis estrategias y más por asegurarte de que las tuyas no sean un desastre.
Aunque la tensión entre ellos parecía rutinaria, había algo diferente en esa interacción. Viktor sintió un ligero cambio en el aire, una vibración que le puso la piel de gallina. Feromonas.
Leonhard rara vez las utilizaba de manera consciente. Sabía que eran un arma poderosa, pero también un riesgo. Sin embargo, la presencia constante de Viktor, con su actitud desafiante y su sonrisa provocativa, hacía que su control empezara a tambalearse. Era casi imperceptible, pero lo suficiente para que Viktor lo notara.
El aroma de las feromonas de Leonhard era profundo, con un toque amaderado y un rastro de especias. Viktor lo sintió como un peso en el pecho, una presión que lo empujaba a reaccionar, aunque no estaba seguro de si quería resistirse o ceder.
—Así que ese es tu juego —murmuró Viktor, entrecerrando los ojos mientras una sonrisa se formaba en sus labios—. Pensé que nunca ibas a usar tus feromonas contra mí.
Leonhard frunció el ceño. —No sé de qué hablas.
—Por favor, Leonhard. Ambos sabemos que esto no es casualidad. Pero, si decides jugar sucio, no esperes que me quede de brazos cruzados.
La intensidad en la sala de juntas se elevó de inmediato cuando Viktor decidió responder. Su propio aroma se liberó, una mezcla cálida y ligeramente cítrica, con un toque de peligro que parecía reflejar su personalidad. Las feromonas chocaron en el aire, creando una sensación casi palpable que hacía que la tensión entre ambos alcanzara un nuevo nivel.
.
.
.
.
Ninguno de los dos quería ceder. Las feromonas eran una forma de demostrar poder, de marcar territorio, y en ese momento, la sala de juntas se había convertido en un campo de batalla invisible.
—¿Es esto lo mejor que tienes? —preguntó Viktor, inclinándose un poco más hacia adelante—. Estoy decepcionado, Blackwood. Esperaba más de ti.
Leonhard lo observó con una calma que solo aumentaba su autoridad. —Cuidado con lo que deseas, Ivanov. Podrías no estar listo para ello.
Los asistentes que esperaban fuera de la sala notaron que algo estaba ocurriendo. Aunque las feromonas de los alfas no eran perceptibles para todos, las personas cercanas podían sentir una extraña presión en el ambiente, un tipo de energía que hacía que nadie se atreviera a interrumpir.
Finalmente, Leonhard fue el primero en retroceder, pero no porque hubiera perdido. Sabía cuándo detenerse, cuándo dejar que el oponente pensara que tenía la ventaja.
—Si terminaste con tus juegos infantiles, sugiero que volvamos al tema de la reunión —dijo, volviendo su atención a los documentos frente a él.
Viktor lo observó durante un momento más antes de relajarse en su asiento. Su sonrisa permaneció, pero había un brillo en sus ojos que sugería que no planeaba dar por terminado el enfrentamiento.
—Claro, volvamos a lo importante. Pero no creas que esto terminó, Leonhard. Apenas estamos empezando.
.
.
.
.
Cuando la reunión finalmente terminó, ambos alfas se dirigieron a la salida en silencio. Los demás asistentes se apresuraron a recoger sus cosas, sintiendo que la atmósfera aún estaba cargada.
Viktor fue el primero en romper el silencio mientras caminaban hacia el ascensor. —Debo admitirlo, Leonhard. No esperaba que fueras tan... intenso.
Leonhard mantuvo su mirada fija en las puertas del ascensor. —Tú tampoco eres lo que aparentas, Ivanov. Tal vez deberías preocuparte más por tus propios límites.
Cuando las puertas se abrieron, Viktor lo dejó pasar primero, pero no pudo resistir añadir un último comentario mientras entraba detrás de él.
—¿Mis límites? Leonhard, creo que deberías preocuparte más por los tuyos. No vaya a ser que te sorprendas de lo lejos que estoy dispuesto a llegar.
Leonhard no respondió, pero el leve tensarse de su mandíbula fue suficiente para que Viktor supiera que había logrado su objetivo.
El ascensor descendió en un silencio cargado, y aunque ninguno de los dos lo admitiría, ambos sabían que el juego acababa de alcanzar un nuevo nivel.
....