Amor a domicilio, es una historia de romance que se centra en Lya, una chica pobre, pero trabajadora que tiene el sueño de superarse a sí misma. Para esto, ella toma cualquier trabajo para ahorrar dinero para la matrícula de la universidad donde ella quiere estudiar. También, está William un joven millonario egocéntrico que cree que todas las personas tienen un precio cuando están necesitadas. Accidentalmente, las vidas de estos dos se cruzan y viven una encrucijada hasta descubrir que son el uno para el otro.
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XVIII.
LYA CAMPOS
¿Cuántas lágrimas una mujer derrama por un hombre en la vida?. Estoy lejos de mi país. Aunque allá y aquí es lo mismo. Sentía que William era mi única familia.
Después de salir del baño, me acosté, dándole la espalda. No quería verle la cara. Él me abrazó.
No pude dormir en toda la noche, lloré en silencio. William no me dejó de abrazar. Yo sé que él tampoco durmió.
A eso de las 4 de la mañana me levanté para ir al baño.
— Tengo está semana libre— habló él — hoy es sábado, vamos a dar un paseo.
No dije nada. Fui al baño. Al salir él estaba en la cama. Cuando salí, él se levantó y me abrazó.
— No estás cansado de abrazarme.
— No. ¿Tú crees que si yo tuviera algo con esa mujer, estaría aquí rogándote? Tienes que creer en mí— él besó mi frente y mis lágrimas volvieron a salir.
— Quiero creer, pero tengo dudas. A veces siento que no te conozco lo suficiente y que empezamos sin conocernos lo suficiente. Me siento decepcionada, triste, que algo me mata lentamente.
— Perdóname por hacerte sentir así. Yo te amo más que a mi vida.
Él tomó mis manos. Miré sus cicatrices en sus muñecas. Él las hizo por mí, por qué quería estar conmigo. Él que nunca ha trabajado, lo está haciendo por nosotros, él que era un niño rico cambió su modo de vida por mí. Es aquí donde mis dudas me agobian.
Mis manos acariciaron sus cicatrices.
— Júrame que no te gusta, que no tienes una relación con ella— mis labios temblaban.
— Te lo juro mi princesa— William me dio un beso en los labios y me abrazó.
Lo abracé.
— Gracias por esta oportunidad. Gracias por creer en mí. Entonces, ¿damos un paseo juntos?
— Ahora solo quiero dormir un rato.
Me metí a la cama. William se acostó igual.
— No me des la espalda. Ven a mi pecho— me di la vuelta hacia él.
Él empezó acariciando mis mejillas y luego mi cabello. No sé en qué momento él estaba encima de mí.
Sus ojos me miraban. Empezó a besarme por toda la cara hasta llegar a mis labios. Cerré mis ojos y me dejé guiar por él. Terminamos haciendo el amor un par de veces.
Nos quedamos abrazados desnudos en la cama. Cerré mis ojos y nos quedamos dormidos
Nos levantamos a las 2 de la tarde.
William insistió en salir a dar un paseo. Nos vestimos con ropa algo ligera y fuimos a la playa de West Sussex, su playa es de arena suave y dorada. Con un mar azul transparente y unas dunas que descienden hacia el mar, es tranquilo y agradable. En los momentos de marea baja, se forman unas piscinas naturales que se calientan con el sol, por lo que podrás mojar tus pies sin miedo a que el agua esté helada. Es un lugar mágico. Sentía que mi alma y mis sentidos se relajaron.
— Ha valido la pena las 77 o 78 millas que viajamos y la hora y media de viaje.
— Sí. Es bello el atardecer.
— Busquemos que comer primero, tengo hambre.
Buscamos algo para comer y regresamos a la playa. Nos sentamos en la arena a ver el atardecer.
— Lo he pensado toda la noche. Quiero que nos casemos está semana. Quiero que seas mi esposa. No le demos larga a este tema. Yo estoy seguro de que quiero estar contigo para siempre hasta que seamos viejitos.
— Está bien— tenía un poco de dudas de esa propuesta y me sentía intranquila con el trabajo de él.
Amo a William con toda mi alma, pero Amanda ya había enterrado la espina en la relación.
Estuvimos en la playa un par de horas más. Llegamos a la casa, directo a darnos un baño y a dormir.
El domingo lo pasamos en la cama todo el día. Si algo tenía William es que era muy pasional.
La rutina de levantarse de lunes a viernes a las 5 de la mañana para ir a clase, empezó.
— Quédate estos días conmigo. No vayas a clases.
— Tengo evaluación. Además, apenas empiezo la carrera para estar faltando.
— Está bien, entonces dame unos minutos para alistarme. Te llevo. Voy a buscar un abogado para que nos casemos este viernes por lo legal— él me miró buscando una aprobación.
— Está bien.
Me llevó a la universidad. William se bajó para despedirse. Aunque estoy creyendo que lo hace para marcar territorio, aunque la verdad no me disgusta.
— ¿Tú eres el modelo del desfile? — Una chica guapa se acercó a él.
— No, no lo soy.
— Estoy segura de que sí. Me puedes dar tu número.
— No soy ese modelo y estoy con mi esposa. Sería un mal hombre si le diera mi número.
Yo tenía una cara kilométrica. Odiaba que él llamara tanto la atención, pero al mismo tiempo amaba que ese hombre guapo sea mío.
— A veces odio que seas demasiado llamativo— Me despedí de él con un beso y entré a clases.
Tenía la mirada de las chicas. Caminé hasta llegar al aula como que tal yo era la modelo y no él.
La semana de clase pasó de volada. Llegó el viernes. Cuando llegué a casa, en la cama había un vestido blanco con unas rosas de color plata.
— Tienes una hora para maquillarte y vestirte.
Me di un baño rápido, me maquillé y me vestí. William estaba esperando afuera, cerca del auto. Llevaba un smoking blanco con detalles platas. Mi vestido hacia juego con su vestimenta.
Llegamos a una capilla.
— Dijiste que era una boda civil.
— Si, después de aquí vamos a ir a otro lugar. Y aunque solo estemos los dos en la boda, quiero que Dios nos bendiga y sea muy significativa para ti.
Nos casó el sacerdote. Salimos de la capilla y me llevó a un restaurante, donde estaba un abogado.
Nos casamos ante Dios y las leyes.
Llegó el mesero con unos platillos que se veían asombrosos.
Tenía un montón de emociones en mi pecho. Cuando probé la primera cucharada de uno de los platillos, mis lágrimas salieron. Todo lo que había preparado William era hermoso, sencillo pero hermoso.