Corro cansada y ya sin fuerzas la verdad es que ya no puedo más estoy completamente agotada y casi desmayada los golpes aún me arden, pero lo tenía que hacer nos separamos mientras huimos y después de un rato me doy cuenta de que al menos que nos separemos nos van a atrapar, corro al bosque y veo a la persona frente a mí, niega, pero después de mucho discutir le entrego algo seguro y escapa mientras que sigo distrayéndolos miro a la nada sonriendo satisfecha, porque solo alguien que sabe que es vivir la traición de parte de dónde menos lo esperas sabe lo que es proteger y cuidar a la única persona que sí estuvo allí.
Yo solía ser una princesa de esas que viven en una burbuja y quieren todo lo que pide, una chica que creía tener su vida perfecta, una joven que creía en un príncipe, en un cuento de hadas en el amor bonito, pero después de solo conocer el dolor te aferras a una rosa que sabes que aunque te va a pinchar quieres tener su aroma, o con el fuego que es asombroso pero te quema
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Mi amor.
Odette.
Despierto por un beso en mi mejilla y abro los ojos lentamente, me veo desnuda solo medio cubierta con una sábana blanca, lo veo y le sonrío embobada.
—Hola Aleck…— lo saludo y frunce el ceño y luego me besa.
—No, así no, quiero que lo hagas como lo hiciste anoche— dice con picardía en su mirada.
—Anoche...— me pongo nerviosa al no saber de lo que habla.
—Sí, anoche antes de dormirte— aseguro y los recuerdos me invadieron, mierda y más mierda, enseguida mi cara se colocó del color de un tomate y él sonrió para luego acercarse a mí como león a su presa.
—Anda conejita... Quiero oírlo de nuevo — dijo y mi cara no podía ponerse más roja.
—Tengo hambre, tú no—dije, levantándome completamente desnuda, olvidándome de ese detalle.
—Ya vengo, iré a pedir algo de comer—dije e intenté salir, pero casi que como resorte se levantó de la cama y me abrazó.
—Hey, deja los nervios y cálmate, a menos que quieras que nos quedemos sin meseros, no salgas desnuda — dijo y mi vergüenza aumentó al darme cuenta de que en efecto no llevaba nada puesto, suspiré y hundí mi cara en su cuello.
— Vamos coneja tonta—dijo y me llevo al baño y se quedó embobado, viéndome bañarme, luego de eso salí y me entrego una toalla, una vez vestida con un hermoso vestido fresco color azul, abrí mis brazos en señal de estar lista.
—Estoy lista, tienes buen gusto y atinaste a mi talla.— dije y sonrió.
—Tengo tatuado tu cuerpo en mi cabeza, me sé cuánto mide cada parte de ti conejita— dijo haciéndome reír.
—Vamos a comer Aleck, muero de hambre— dije y me ignoró por completo.
—Bien, no quieres comer, lo haré sola, luego regreso.— dije e intente abrir la puerta, pero no abrió, me giré frunciendo el ceño y lo vi mostrándome las llaves.
—Quieres esto, pues, pídemelas— dijo riendo.
—Aleck por favor me darías las llaves.— pedí y negó con su cabeza.
—Qué sucede, por qué que no abres y vamos a comer— pregunté sin entender.
—Quiero escuchar otra vez como me llamaste anoche—dijo y tragué grueso, pero lo conocía, no iba a moverse de allí si no le daba lo que quería, así que me rendí y no porque tuviese hambre, solo que debía afrontar mis acciones.
Me giré y miré a Aleck de manera tranquila, me acerqué y coloqué mis manos en sus mejillas y de manera dulce dije suspirando.
—Podrías abrir la puerta para que podamos ir a comer, por favor mi amor— no había terminado cuando sus labios tomaron los míos con deseo y pasión.
—¡Amor!... —grité de sorpresa cuando me cargó de golpe estilo princesa.
—Dime conejita bonita...— dijo riendo, abrí la puerta aún en sus brazos y fuimos a comer, nos esperaba una hermosa mesa para dos con frutas y tostadas, entre otros postres que allí también se hallaban, me bajó de sus brazos solo para sentarme en su regazo, este era un bonito sueño del que no quería despertar.
—Te gusta todo conejita...— asentí moviendo mi cabeza con una sonrisa sincera.
—Todo me gusta, en especial el nuevo Aleck.— confesé.
—Tu nuevo amor querrás decir...— dijo haciéndome sonrojar y tuve que esconder mi cara en el hoyo de su cuello.
—Conejita tímida, no sientas vergüenza de quererme y no dejes de hacerlo jamás, por favor, prométeme que siempre me querrás... sonreí como idiota y Asentí.
—Lo prometo amor, mi amor— afirmé.
—Tuyo, conejita— nos besamos tras eso y terminamos de comer.
Después de eso fuimos a conocer y nos tiramos fotos en todos lados, parecemos una hermosa pareja, no quiero que esto acabe Pero algo en mi pecho me dice que pasará algo malo, lo sé lo presiento.
Subimos a un helicóptero que Aleck piloteaba y me llevó a conocer todo, es tan lindo aquí arriba, se ve toda la playa, el hotel y otras bellezas más me lleva a una isla y se ve un poco solo nos sentamos un rato en la arena y me pierdo en mis pensamientos cuando el mismo presentimiento me embarga
—Qué sucede conejita—dice tomando mi barbilla para que lo vea.
—No sé, siento que esto se puede acabar en cualquier instante y temo que vuelvas a ser Aleck y no mi amor...— digo triste y sonríe, luego me besa.
—Conejita miedosa, no temas nada pasará, ese hombre lo creó el dolor, pero ya no hay más dolor princesa, mi conejita dice y me recuesto en su pecho mientras él me acaricia el cabello.
Hueles tan bien, no sabes cuánta paz me das conejita.— dice y lo beso, pero el miedo y la punzada siguen allí latentes y eso me aterra.
Regresamos al hotel y allí nos quedamos haciendo el amor como locos, este hombre me tiene maravillada, no es la bestia de antes es un príncipe y eso me hace muy Feliz, un rato después sale de la habitación cuando tocan y regresa con una hermosa cajita en sus manos, se acerca a mí lentamente y me entrega la cajita.
Ábrela mi coneja— demanda y lo hago, al abrirla es un hermoso relicario que tiene un diamante en el centro y adentro una foto de las que nos tomamos en la tarde, nos vemos tan lindo, dice juntos por siempre y me encanta así que me lanzo a sus brazos y lo beso.
Gracias, amor, gracias, mi amor está hermoso—me coloca la cadena y besa mi hombro lentamente y solo eso basta para entregarnos de nuevo.