*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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18.
MONTSERRAT DÍAZ
Esperé toda la mañana a que llegara el abogado. Quería creer que Leonardo iba a cumplir con su palabra, pero él abogado no llegó en todo el día.
— Montserrat, el abogado no ha podido venir. Salió de la ciudad, pero no te preocupes, cuando el venga, anularé el matrimonio.
Y así, de pretexto en pretexto me ha tenido un año y 3 meses. Mi desprecio por Leonardo ha crecido tanto. Registró el matrimonio e hizo pública nuestra boda. Todo el país completo sabe que estoy casada con el señor Leonardo. Todos creen que Darien es su hijo.
Nunca he tenido intimidad con él. Él cada día hace su intento y lo único que logra es que lo odie.
— Quiero salir con Darien al parque.
— No hay necesidad, aquí tienes un pequeño parque.
— Quiero salir, estoy harta de estar encerrada. Quiero el divorcio, ya no soporto más. Quiero ver a mi mamá a Ivet, a mi prima, quiero tener una vida normal.
— Sí tu sales, vas a escapar de mi lado y yo aún no me doy por vencido contigo.
—Esto que haces no es legal. Me tienes secuestrada. Eres un maldito mentiroso. ¿Dónde está tu palabra?
Estoy cansada de vivir esto con él, una y otra vez. Odio a mi padre por hacerme esto.
No puedo creer que yo, siendo una mujer muy inteligente, que dirigía una empresa, este aquí como un despojo humano. Lo único que me hace soportar todo es que Darien está conmigo.
Después de pensar y pensar tanto, debo cambiar de estrategia para salir de aquí. Tengo que pedir ayuda.
Maldito viejo como pudo quitarme el celular, tengo una chaperona detrás de mi todo el tiempo, solo hay un teléfono, y está en el despacho de él. Necesito hablar con Ivet o con Andrea, pero ¿cómo? Piensa, piensa Montse, tú eres inteligente.
Si pudiera darle pastilla para dormir, pero ¿Dónde consigo? O, si lo emborracho, este viejo es desconfiado, además tiene un montón de hombres de seguridad. Tendré que improvisar. Vamos a sacrificarnos un poco.
Pasó un mes prácticamente y no he tenido la oportunidad de nada.
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
Por la tarde, Leonardo llegó con un ramo de girasoles, odiaba los girasoles, pero esta vez tendría que hacer mi mejor actuación.
— Gracias Leonardo— le sonreí un poco— sabes Leo, me gustaría pasar la noche contigo, creo que es hora de sentir un poco de placer.
Esas fueron las palabras que más han costado que salgan de mi boca. Además, de mantener un rostro sereno.
— ¿Qué tramas? Así por así.
— No tramo nada. Soy una mujer joven y siento deseos. Ya no quiero reprimir nada. Me cansé de luchar.
Me quedó viendo achicando los ojos.
— Está bien.
— Me gustaría saborear un buen vino. Siento que mi boca ha olvidado su sabor.
—Esta bien— Seguía serio, pero no podía retroceder. Había tirado las últimas cartas a la suerte.
— ¿A qué hora llego a tu cuarto?
— Aunque me parece sospechoso, no voy a desperdiciar la oportunidad. En cuanto Darien se duerma, le diré a una de las empleadas que lo cuide. No quiero sorpresas.
— Está bien. Me iré a dar un baño y duermo a Darien.
En cuanto se durmió Darien lo puse en su cuna. Me di una ducha algo rápida. Abrí mi closet, me puse un poco de perfume y un bonito vestido. Dado que no tenía nada sexy.
Me paré enfrente de mi puerta. Me entraron esas malditas dudas. Tomé un poco de aire, me tranquilicé. Salí de la habitación. Ya estaba una de las sirvientas esperando que saliera.
Caminé hasta la habitación de Leonardo. Toqué la puerta. Él abrió y yo entré un tanto insegura.
— ¿De vestido? Te ves deslumbrante—tenía una mirada lasciva— Aquí está el vino y un par de copas.
Me entraron las dudas. Desde que me case con él, no tengo acceso a métodos anticonceptivos. No quería tener un hijo de Leo.
Me acerqué y agarré las copas, una en cada mano. Él sirvió el vino.
Mis pensamientos, le pedía a Dios que me ayudará. Realmente no quiero tener sexo con él. Dios escuchó mi oración.
Recibió una llamada del hospital, su hija mayor había tenido un accidente.
— Esto tendrá que ser otro día, voy al hospital. Mi hija tuvo un accidente.
— ¿Te acompaño?
— No. Regresa a tu cuarto. Me cambio y me voy.
Leonardo entró al baño y dejó su celular en la cama. Lo miré y no dudé en tomarlo, le escribí a Ivet, sabía su número, esperaba que no hubiese cambiado su número.
- Soy Montse, no devuelvas el mensaje, estoy encerrada en esta casa. AYUDA.
Envíe el mensaje y lo borré de todos lados. Puse el celular de nuevo en la cama.
Mis manos me temblaban y mi corazón estaba a mil, sentía que iba a vomitar de tanta adrenalina
Salí del cuarto de Leonardo y regresé a mi habitación, la empleada salió. Me quité el vestido y me puse ropa cómoda, lista para cualquier cosa y esperando que Ivet no respondiera el mensaje, y que buscará como ayudarme.