OH! MÍ GENERAL

El día siguiente llegó y para celebrar que Lale se había quedado como general, los soldados la invitaron a tomar un trago después de un duro y largo día de entrenamiento. Lo que ellos no sabían, era que Lale jamás había probado el alcohol en esa vida y quizás su cuerpo no era muy resistente, entonces Lale tuvo que negarse, pero al final fue convencida por uno de los capitanes, pues ella no quería verse como una malagradecida al ver lo felices que estaban los soldados porque ella fuera su general. Así que decidieron ir a tomar a una taberna no muy lejana del palacio, se divirtieron, comieron y bebieron aunque Lale decidió no excederse, así que habiendo pasado un tiempo con sus soldados decidió retirarse a descansar, lamentablemente en el camino se encontró con algo inesperado. Había cuatro hombres esperándola y la detuvieron diciéndole que había alguien que quería hablar con ella, Lale no se pudo oponer porque estaba algo ebria y pelear en esos momentos no era lo adecuado, sin embargo optó por poner algo de resistencia para que no se viera tan fácil su captura y así fue que los hombres la agarraron por la fuerza, pensando que habían logrado su objetivo, aunque Lale solo dejo que eso pasara, quería que se la llevarán y ver quién era esa persona que la quiso secuestrar. Llegando al lugar, fue una sorpresa el encontrarse al príncipe Blair, ella simplemente no podía creer que él hubiese llegado a tal grado de incluso quererla dañar directamente.

—Veo que está muy desesperado su alteza, definitivamente no creo ser muy importante como para estar en su presencia, ¿dígame por qué pidió que me trajeran aquí?— dijo Lale con una voz muy diferente.

—Tienes toda la razón, una simple mujer como tú no es tan importante como para estar en mi presencia, sin embargo quiero que pagues de alguna forma por atreverte a intentar sobrepasarte con un integrante de la familia real— respondió el príncipe.

—Así que sigue con eso su alteza, ¿por qué no mejor dejamos pasar este asunto y seguimos adelante?, al final de todo esto yo estoy para servirle a su padre, no usted, ni al imperio, ¿además no cree que está demasiado grande como para estar haciendo este tipo de cosas? ¿sabe en cuántos problemas se va a meter si se enteran de todo esto?. Yo realmente no tengo nada que perder y usted podría perderlo todo, por lo que sé los nobles no son capaces de aceptar a un gobernante como usted y si me permite, mejor me retiro— dijo lale intentando salir del lugar, pero fue detenida por aquellos hombres. —Es mejor que me deje ir su alteza, quizás usted cree que puede hacerme daño, pero en realidad puede arrepentirse de sus actos más de lo que se imagina.

—¿Y qué piensas hacerme? ¿si estás consciente de que soy un príncipe y no puedes hacerme nada?.

— Quizás no pueda hacerle nada, pero tengo que, ¿cómo se le dice?... ¡cierto!, lo haré en defensa propia, usted es capaz de utilizar magia y yo también, no crea que por el estado en el que me encuentro va a ser más fácil que usted se aproveche de mí, ¿qué es lo que quiere su alteza? ¿por qué no habla con la verdad y sin tapujos?— dijo Lale ya algo enfurecida.

— Señorita, ¿por qué no deja que estos hombres se diviertan con usted? y después de que lo sepa su majestad, veremos qué es lo que opina. Si no se dió cuenta, cuando la trajeron le pusieron un sedante y eso va a provocar que usted duerma como una bebé— dijo el príncipe algo burlón.

—Ja, ja, ja —río a carcajadas Lale. —¿Realmente creé su alteza, qué un simple sedante hará que yo vuelva a bajar la guardia? ¡no señor!, eso solamente me sucedió una vez y en realidad yo jamás volveré a caer en esa trampa, lo que vivimos nos enseña a no repetir las cosas malas y sacar todo lo bueno de ello, así que déjeme decirle su alteza que cometió un gran error conmigo.— Lale, de un momento a otro derribó a los cuatro hombres que tenía detrás de ella y solo se quedó con el príncipe; el sedante tuvo un efecto diferente al que pensaron, pues en vez de hacerla dormir, a ella se le bajó totalmente el alcohol que traía encima y eso hizo que estuviera más alerta, pudiendo enfrentar a ese príncipe descarado e inmaduro, que solamente buscaba llamar la atención de su padre.

—Verá su alteza, no soy una persona mala y no lo quiero ser, pero usted realmente no me deja ninguna otra opción, ¿qué es lo que gana haciéndome quedar como una cualquiera?, tenga en cuenta que yo me entregaré al hombre que yo quiera, un hombre que me guste y será un hombre a quien yo decida hacer mío. Nunca será lo contrario, si escuchó claramente esto déjeme decirle algo, aunque lo odio con todo mi ser por todo lo que ha hecho en mi contra, sigue gustándome, es un hombre guapo, con muy buen cuerpo y siempre he dicho que no debemos desperdiciar algo si puede ser utilizado, y más hablando de personas como usted, entonces he decidido que usted será mío esta noche. Así ambos ganamos, usted logra que yo me acueste con alguien y yo me acuesto con el que me gusta. ¿No le aparece perfecto, su alteza?.

Para Lale había sido muy fácil poder someter al príncipe, pues al tener sospechas de que definitivamente él intentaría algo, preparo una pócima que hacía que las personas hicieran lo que se les ordenara. Entonces estaban ahí los dos, Lale con la intención de acostarse con el príncipe malcriado y por su lado el príncipe que por alguna razón no dejaba de temblar y sudar muy frío.

—Su alteza, ¿tanto miedo me tiene ahora?.— dijo Lale muy sorprendida por el comportamiento del príncipe.

—Por favor, no lo hagas. Te lo pido, por favor mejor mátame.— Exclamó el príncipe lleno en lágrimas, con impresión de miedo y terror.

—¡¿Pero que carajos?!.— Pensó Lale, era ovbio que algo malo, muy malo estaba sucediendo y prefirió noquear al príncipe.