Cayleen, una chica dulce, pura y con un corazón muy bueno, se ve obligada a casarse con un príncipe testarudo, narcisista, que la tratará muy mal, pero ella deberá mantener la promesa que su padre le hizo al Rey
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Cap. 18 Nuevamente malo
Los dos se habían quedado dormidos en el sofá de una manera muy dulce el que primero abría los ojos era Felipe mientras la observaba dormir profundamente, le parecía muy tierna, tan tierna que le insinuaba a sus manos tocar la suave mejilla de Cayleen, quien abrió los ojos y lo miró fijamente con sus claros ojos.
—Buenos días —dijo Cayleen sonriendo.
—Día de picnic? —dijo Felipe aún acariciandola.
Y así pasaron cada día de su luna de miel, saliendo a navegar, a bucear, a la playa cerca de la cabaña, visitaban pueblos cercanos y recogían frutos, sus corazones empezaban a alegrarse el uno con el otro, hacían fogatas fuera de la cabaña para observar la estrellada noche y así pasó cada día de su luna de miel, sin peleas, ni Felipe la había tratado mal, mas bien había sido muy bueno con ella, pasaron días y días hasta que llegó el momento de regresar a su castillo, en dónde Felipe sería el malo de nuevo...
—Hijos míos regresaron! —dijo el Rey entusiasmado.
—¡Su majestad! —sonrió Cayleen haciendo la reverencia.
—¡Su majestad! Dijo Felipe haciendo la reverencia.
—Cuentenme, como les fue?, Canadá estuvo bien?.
—Dejaré que le cuente quién si disfrutó, yo iré a mi habitación que estoy cansado del viaje —dijo Felipe mientras se retiraba haciendo la reverencia.
—Su majestad, creo que iré a descansar también —dijo Cayleen haciendo la reverencia.
Al subir a la habitación, estaba Felipe quitándose la camisa y Cayleen entra sin tocar.
—Ah! Perdón perdón, dice Cayleen dándose la vuelta pero Felipe la hala y la apoya en la puerta mirándola fijamente.
—Se acabó, piensas que tan fácil voy a tratarte bien?, te dije que éste sería el infierno para ti.
—Felipe deja de comportarte como un niño, primero me tratas mal luego bien y luego mal? que ganas? se que dentro de ti hay alguien bueno pero la ira que invade tu corazón te ciega y te hace actuar diferente.
—Bueno? Por que te traté bien toda este tiempo? No te equivoques, que puedo fingir muy bien, así como tu lo haces.
—Pues si me doy cuenta de que puedes enmascarar tus sentimientos y ocultar tras loq ue no sientes.
—!Déjame en paz¡
—Escucha Felipe...nadie es culpable de la muerte de tu madre, solo madura.
—No te atrevas hablar de ella! —dijo muy enojado apretando su puño —¡No te atrevas a mencionarla, tu no tienes el derecho de nombrarla!.
—Tengo el derecho de decir lo que yo quiera, por qué te encierras en este mundo? Por qué creas una falsa máscara para cubrir tu corazón...
—¡Lárgate! No quiero que te vuelvas a meter en mi vida y menos que la nombres a mi madre.
—También perdí a mi padre, sabes como me siento? Y no me comporto como tú lo haces..
—Basta Cayleen! Lárgate! No quiero escucharte más!
—Bien, me iré, algún día entenderás todo esto y dejarás de comportarte como un niño —dijo furiosa saliendo de la habitación.
Felipe se encontraba furioso pues Cayleen tenía razón en decirle todo esto, pero no quería darle la razón, se bañó, se cambió y se recostó en la cama, pensaba en las palabras de Cayleen y por alguna razón le dolían, sabía que tenía razón, ella también había perdido a su padre cómo podía ser tan fuerte?, al pensar y pensar le entró la duda de en dónde estaba y que hacía Cayleen si se suponía que debía descansar, de pronto Susana otra de las empleadas golpeó la puerta.
—Su alteza, el príncipe Enrique está aquí junto con la princesa Astrid.
—Enrique? Que hace aquí maldición!.
—Su alteza la princesa Cayleen está con ellos.
—Por qué dejaste que ella los recibiera, maldición! —salió a ver inmediatamente a Cayleen pues sabía que Enrique solo la humillaría.
En la sala se encontraban sentados cómodamente Cayleen respondía a sus preguntas amablemente, diablos! Por qué ella es tan tonta? No se da cuenta que solo quieren información?, claro para después humillarla, pensó.
—Enrique, Enrique, Enrique! Que sorpresa su visita!, no había venido en mucho tiempo —dijo Felipe con una falsa sonrisa.
Enrique sonrió de igual manera, pues le encantaba provocar a Felipe.
—Su alteza! —dijo mientras hacía una reverencia. —ahora que tiene una esposa tan hermosa quise venir, una belleza como ella no se mira todos los días, tiene mucha suerte...
Felipe muy furioso, tratando de mantener la calma respondió.
—Claro, ahora que ya la vió puede irse.
—No, no de hecho tu esposa me ofreció un té, jaja, está muy sabroso, así que me iré cuando lo termine —dijo burlón.
—!Su alteza¡ —dijo Astrid corriendo abrazarlo y besarlo en la mejilla.
Al verlo algo revolvió el estómago de Cayleen, giró su cabeza mientras agarraba su cuello con su mano y tragaba saliva, por alguna razón sentía envidia o ira.
—Mi preciosa princesa, la he extrañado mucho —dijo Felipe besando una de las manos de Astrid quién orgullosamente respondió con una gran sonrisa.
Cayleen enfureció más pero trataba de disimular bebiendo el té, el príncipe Enrique sonrió al darse cuenta de lo evidente.
—Que tal su luna de miel belleza? —preguntó mientras Astrid y Felipe reían juntos.
—Bien, muy bien su alteza —respondió Cayleen sin apartar la mirada de Astrid y Felipe.
—Entonces se podría decir que un príncipe ya se está formando? —preguntaba curioso.
—Eso lo podría determinar Dios o un médico —respondió Cayleen enojada.
—O usted princesa —dijo burlón mientras Cayleen respondía frunciendo su ceño. —digo usted sabe si estuvo con su esposo o no.
—!Enrique¡ vamos a hablar de príncipe a príncipe. —dijo Felipe mirándolo con mucho odio.
—Cayleen dejemos que los príncipes hablen, nosotras vayamos al jardín te parece? —dijo Astrid fingiendo amabilidad.
—Si claro. —dijo fingiendo una sonrisa, pues no quería irse temía que haya una fuerte discusión entre los príncipes y además Astrid no le caía muy bien que digamos.
—!Su alteza¡ —se despidieron las princesas mientras hacían la reverencia al príncipe Felipe.