Un rey lucha por permanecer en el trono dorado, mientras a su alrededor se libra una batalla por quien deberia ser el verdadero rey.
En la edad media se cree mucho en criaturas fantásticas y mitos de elfos, brujas e incluso dragones, pero aqui lo haremos realidad.
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Fría Nieve
El tercer día de caza estaba comenzando. Mis nervios crecían al correr el sol, el pensar en cómo se lo diría me formaba un nudo en el estómago tan duro que me cerraba la garganta, haciendo que el aire costara al entrar. Mis hermanos pequeños pasaban gran parte del día fuera.
Un guardia de lord Black les enseñaba a pelear con espadas de madera. Son niños aún, eso los mantiene ocupados de la pena, ellos la olvidarán, casi nunca estaba con ellos. Los observaba a lo lejos por el balcón que había en la habitación que era de mi madre. Cómo ellos reían y se retaban el uno al otro, ojalá se quedaran chiquitos para siempre para no afronten el duro mundo.
Una triste sonrisa apareció en mi rostro al ver la cama vacía donde ella reposaba, me arrodille junto a la gran cama vacía y pase mi mano sobre ella un cosquilleo paso por mi mano dejando imágenes en mi mente de lo que había pasado en esa habitación como si yo hubiera estado ahí reviví todo lo que ella había sentido rápido quite mi mano y la miré algo sorprendida por lo que había pasado. Una pequeña vos susurraba lejos.
Una melancolía me abrumo, un nudo se formó en mi garganta y lágrimas llenaron mis ojos, pero no salió ninguna.
—No estés triste, Adaria. Ella no sufrió, de hecho reía — Lilian estaba parada en el umbral de la puerta, viéndome parada junto a la cama.
—Ella podía verle el lado bueno a la vida, incluso si su día era horrible en su rostro, siempre habría una sonrisa para todos— solté un sonoro suspiro.
—Ven, el almuerzo está listo — la seguí hasta un pequeño comedor con una mesa para pocas personas. Mis hermanos se llenaban la boca con comida mezclando, todo era asqueroso.
La comida estaba deliciosa, Miré un momento a Lilian, quien estaba con la vista ida como si se hubiera perdido. Iba a llamar su atención, pero sus ojos brillaban en un amarillo oscuro. Parpadeando, miro a mis asquerosos hermanos salir corriendo hacia afuera para seguir entrenando.
—Lo lamento, aún no están entrenados— me disculpé con Lilian, a lo que ella se rio por mi comentario.
—No te preocupes, los míos costo que se eduquen. De hecho, aún siguen siendo un desastre— ambas reíamos.
—Lilian, ¿puedo preguntar algo?—Dejé mi cubierto en la mesa y la miré directamente.
— Claro, princesa, lo que desee — dejó su cubierto a un lado y me dio toda su atención
—Tú eres, . . . ¿Un lobo?— Sus ojos se abrieron al igual que su boca, pero no dijo nada.
—Maximus. Lo vi— al notar que no había respuesta, volví a hablar.
—Sí, princesa. Soy un lobo, pero mi tamaño no se compara al de ellos. El mío es más del tamaño de un caballo pequeño. — Asentí procesando toda la información.
—¿A dónde fuiste hace un momento?— ella seguía mirándome atenta.
—Bien, cuando un lobo encuentra a su pareja destinada, se forma un vínculo. Ese vínculo es muy fuerte y va creciendo durante la vida de los lobos. Cuando la pareja se marca, ambos lobos se conectan— dijo buscando las palabras correctas para que yo entendiera.
—¿Se marcan?, ¿Cómo?, ¿Cómo conectas con tu pareja?— Lilian sonreía por mi curiosidad.
—Las marcas se hacen durante una ceremonia entre la pareja, cada pareja tiene su manera de hacerlo, pero todos acabamos igual — corrió una parte de su vestido en su cuello para dejar a la vista unas líneas negras que bailaban en su cuello.
—¿Es doloroso?—
—ja, ja, ja. Bueno, es todo menos doloroso, princesa —tomó un trago de su copa.
—Roan y yo nos comunicamos a través de un enlace que tienen nuestros lobos— fruncí mi seño.
—¿Puedes oírlo en tu cabeza?—
—Sí, algo así. También puede sentir mis emociones, si estoy feliz él lo está, si estoy triste él lo sentirá también.— Lilian me miraba esperando alguna reacción mía
—Mi padre puede hacer eso conmigo, a veces me habla, pero de su boca no sale nada —Lilian frunció el ceño esta vez.
—¿Tu padre puede hacerlo?, ¿Tú también puedes hablar con él?—ella no entendía.
—No, solo él puede, yo lo he intentado, pero no pude hacerlo—. Ambas nos quedamos sin preguntas.
—Lilian, y tú, ¿le has dicho a Roan sobre mi madre?— bacilo en contestar.
—No— asentí varias veces.
—Aún no le digas. Hazme un favor, cuando el alba comience, dile, pero recuérdale que él no debe decir nada. — Lilian asintió con la cabeza.
Me puse de pie y caminé hacia afuera. Necesitaba sentir el frío en mi cuerpo, Caminé donde la nieve blanca cubría por completo la tierra. Un colchón blanco me llamaba hacia él.
Me dejé caer sobre la fría nieve, el ruido al derretirse debajo de mí me relajaba y hacía que mi respiración fluyera tranquilamente. Podía sentir la fría nieve debajo de mí, pero no sentía que mi cuerpo se enfriara, eso hacía que me enojara aún más.
Sentía cómo mi cuerpo se hundía más y más en la nieve. Con mis ojos cerrados, dejé que mi alrededor me consumiera lentamente. Fui tapada por la nieve en un punto que quedé completamente cubierta.
Creo haberme dormido porque cuando abrí los ojos estaba todo oscuro. Me levanté apareciendo debajo de una gran capa de nieve. Seguía sentada en la fría nieve, no vi a nadie a mi alrededor, me levanté lentamente del suelo, sacudí mi vestido quitando los restos que habían quedado.
Estiré mis brazos hacia el cielo, casi saltando entre la nieve salí dirigiéndome hacia el castillo. Fui directo a mi habitación. Sara me ayudó a quitarme el vestido mojado ayudándome a ponerme ropa seca y me metí en la cama.
Di vueltas en la cama sin poder volver a conciliar el sueño. Cada vez que cerraba mis ojos, podía imaginar miles de posibles reacciones que vaya a tener mi padre al respecto, con lo que pasó con mi madre, el frío viento entró por la ventana ayudándome a dormir.