¿Qué es lo primero que haces cuando encuentras a alguien herido frente tu puerta? Ver si sigue vivo?, llamar una ambulancia?.
No. Lo primero que Michael hizo fue pensar que era lindo.
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CAP 17
Así fue como el festival anual llegó a la aldea de cazadores, un día de celebración y el momento en que la barrera de ilusión que cubre la aldea se refuerza con la ayuda de la reliquia. Tal ceremonia suele realizarse por los niños de entre 8 y 15 años, con el apoyo de su tutor y el jefe de la aldea, quienes se encargan de los requisitos para el ritual.
Ese día, al amanecer, Lesia, entusiasmada, se asomó por la ventana, expectante y nerviosa. Su maestro aún no había llegado, pero él le había prometido que estaría con ella para el festival, así que hoy sí o sí estaría aquí.
Michael miró con pena a la pequeña que esperaba, aunque la vista exterior era aún más bella de lo normal: casas decoradas de colores, todas las puertas tenían un patrón tallado teñido de sangre animal, los niños corrían por la plaza, las parejas se regalaban un amuleto de madera tallada y las voces de los pobladores se escuchaban más que de lo habitual. Al pensar en el peor de los escenarios, Michael soltó un suspiro preocupado.
Fue en ese momento cuando alguien se acercó en silencio. Era Elysian, que compartía las mismas preocupaciones que el pelinegro.
—¿Cuánto tiempo lleva mirando por la ventana? —preguntó el peliplateado sobre Lesia, su tono era plano y directo.
La respuesta repentina lo hizo saltar de sorpresa.
—Ah, me asustaste... —dijo antes de bajar la voz y continuar—. Cuando desperté, ya estaba aquí. —Esto daba a entender que Lesia parecía no haber dormido desde ayer.
Elysian negó con una leve inclinación de cabeza; ayer la había mandado a la cama, pero parecía que se había escabullido en la noche. Puso su mano sobre el hombro de Michael para apartarlo y se acercó a Lesia.
—Feliz festival —dijo, llamando su atención y colocándose a su lado—. ¿No estabas durmiendo...? —continuó preguntando a la niña, a pesar de saber la respuesta.
—Elysian... sí, sí dormí —bostezó—. Acabo de despertar hace poco —mintió descaradamente.
—Ya veo... —le siguió el juego el peliplateado—. Entonces, ¿por qué tu aura está gris? —preguntó.
—Ah, eso, eso es porque... —la pequeña no pudo inventar una excusa—. ¡No quiero dormir! —respondió con un puchero.
Elysian, en respuesta, le acarició el cabello y dijo:
—También lo extraño... pero deberías dormir. Cierra los ojos y el tiempo pasará más rápido.
—¿Verdad? —preguntó Lesia.
Elysian asintió confirmándolo. En respuesta, la pequeña se levantó y se fue a la cama.
Lo ocurrido causó ternura en el pelinegro, quien observó su interacción y sintió que el indiferente Elysian no era tan frío.
El peliplateado acompañó a la pequeña en silencio. Al pasar al lado de Michael, le dijo:
—Volveré en unos minutos, hay algo que tengo que informarte.
¿Informarme?¿Qué querría decirme? y porque ahora..., se preguntó Michael. Algo en él le decía que tenía que ver con su maestro desaparecido, otra parte le decía que podía ser sobre su vínculo, y una pequeña parte deseaba que quisiera hablar sobre su permanencia en aquel, aunque raro, tranquilo lugar.