Prestando Mis Alas

Siara:

Abrí lentamente mis ojos al escuchar que estaban abriendo la celda haciendo demasiado ruido con unas llaves.

Oficial: Señorita Siara Quiien. Levántese.

Rodé los ojos al escuchar al oficial hablándome de mala manera, prefería seguir ordenes antes que me dejen más tiempo en este lugar. Me senté sobre el colchón todo duro. Me quedé mirando hacia el oficial.

Siara: ¿Qué sucede?

Oficial: Han pagado su fianza, es libre.

Me puse de pie toda sorprendida, bajé la falda acomodando mi ropa, de seguro el de seguridad logró informarle al señor Weston. Respiré profundamente.

Siara: ¿Puedo saber quien ha cubierto la fianza?

El oficial solo se limitó en hacer seña que saliera, cosa que no lo pensé dos veces, pero quería saber, escuché una voz que reconocí mirando hacia donde la había escuchado. Tragué saliva mirando a Javier que estrechaba la mano del comandante que me había dado la oportunidad de hacer mi llamada.

Javier: ¿Cómo estas?

Siara: ¿Veniste?

Javier: Me necesitabas ¿no?

Asentí con la cabeza bajando la mirada, en verdad que no esperaba que Javier se tomara el tiempo para venir aquí y saber lo que había pasado.

Gerard: Mantente fuera de problemas.

Entrecerré los ojos mirando al comandante esa arrogancia estaba lejos de ser una buena persona, el oficial se acercó a Javier entregando mis pertenencias. Se dio la media vuelta caminando hacia la salida, negué con la cabeza, lo seguí bajando los escalones, los oficiales de la entrada me miraban acusándome sin saber las cosas, no quería hablar de lo sucedido, pero Javier sé que preguntará. Abrió la puerta de su auto, me acerqué acortando la distancia, me detuve mirándolo.

Siara: Lamento causarte problemas.

Estaba demasiado serio, asintió con la cabeza esperando que entrara, así que preferí hacerlo, por lo menos no me diría nada hasta llegar donde había dejado mi auto. Cerró la puerta, rodeaba su auto abriendo la puerta, jalé el cinturón de seguridad abrochando, miré hacia la ventana hasta que escuché que cerró la puerta, oprimió el botón del censor encendiendo el auto, sostuvo el volante mirando hacia el frente.

Javier: ¿Por qué lo hiciste Siara? No te das cuenta de los problemas que puedes causar. Ir para agredir a Kiara, está embarazada y lo hiciste delante de mi hijo.

Miraba hacia el frente, no podía contestar su pregunta, el nudo de mi garganta evitaba que pudiera hablar.

Siara: Sé… que…

Javier: ¿Qué sabes? ¿ahhh? Más problemas para mi, para mi hijo, para Alana y hasta para ti.

Siara: NO SE ME HACE JUSTO… ESO ES LO QUE QUIERES SABER… KIARA ES UN DEMONIO Y PARECE INTOCABLE.

Javier: ¿ESO QUEEEE? ¿acaso no pensaste por un momento que pudiste ocasionar una desgracia? y ahí si adiós fianza.

Siara: Si, si… si lo pensé pero ella me golpeó primero, en ningún momento fui a… ayy… ¿Qué vas entender? Solo ves lo que tu esposa hace y hasta parece que lo aplaudes.

Javier: NO SABES NADA… NADAAAA…

El auto empezó avanzar, respiraba demasiado acelerada, negué con la cabeza, sabía que una vez más Javier siempre iba a preferir a su esposa sabiendo que todo lo que está haciendo es para dañar a todo mundo incluyendo a él.

Siara: Ni debiste molestarte en venir, hubiera preferido pasar las 48 hrs, total… iba a salir.

Javier: Si, claro… con un antecedente… Siara, no eres nadie para querer hacer justicia…

El semáforo marcó en rojo, se detuvo esperando el tiempo que tendríamos que estar aquí escuchando todo lo malo que hice.

Siara: Nunca ves lo malo que hace Kiara, le desgració la vida a Alana y así se pasea como si le debiéramos un favor a ella por existir. ERES IGUAL A ELLA.

Desabroché el cinturón de seguridad, abriendo la puerta, Javier me sostuvo del brazo evitando que salga del auto, empecé a jalar mi brazo dejando caer mis lagrimas.

Siara: Sueltame.

Javier: Estas loca…

Logré zafarme de su agarre, no estaba para escuchar tonterías de ver un hombre tan ciego a su forma de ser el amor de su vida, sostuve mi bolso, trató de sostenerlo pero no lo alcanzó. Corrí desesperadamente viendo los autos pasar.

Javier: Siaraaaaaa!!!!

TAAAAAAN!!!!! TAAAAAN!!!

Los autos estaban desesperados en avanzar le sonaban el claxon, no le quedaba más que irse y dejarme aquí, era más fácil pedir un taxi… entré por unas calles que me llevarían hacia la avenida. Me detuve asesando hasta no más, reposé mi mano en mi pecho, miré hacia atrás viendo que no venía. Me incorporé tratando de tener más aliento. Acomodé mi bolso en mi hombro caminando…

IIIIIIIIIHHHHHHH!!!

Giré un poco viendo bajar a Javier demasiado molesto, corrí aun más no me iría con él… no estaba para sus cosas y por lo que a mí respecta no me interesa escuchar más sobre los errores de los demás menos lo de su esposa.

Javier: SIARAA… DETENTE.

Siara: VETEEEE… AAAHHHHH…

Me tacleó tan fuerte cayendo los dos al piso, me sostenía de las manos, estaba forcejeando con él, lo empujaba muy bruscamente.

Javier: Calmate.

Siara: Déjame… vete con tu esposa, siempre es lo que terminas haciendo.

Javier: YAAA BASTAAAAA….

Presionó mis manos en el piso arriba de mi cabeza… mi pecho subía y bajaba por la falta de aire y por el coraje que estaba sintiendo, movía mis pies. Nuestras miradas estaban fijas el uno al otro.

Javier: Deja de pelear conmigo… NO SOY TU ENEMIGO.

Siara: PUES NO LO PARECE, LA DEFIENDES TANTO.

Javier: No lo hago por ella, LO HAGO POR TI… ¿Qué NO LO ENTIENDES?

Me quedé quieta al escucharlo, él se detuvo de querer seguir forcejeando conmigo… negó con la cabeza soltándome, se sentó sobre el piso pasando su mano por encima de su cabello, me quedé tendida en el piso, cerré los ojos tratando de calmarme.

Javier: No quiero que tú también seas una victima de ella, ¿no te das cuenta?

Me iba levantando quedando sentada en el piso, miré su auto que estaban las intermitentes aun encendidas. Pasó su mano por su rostro reposando sus brazos en la rodilla, me miró de reojo.

Javier: Kiara… no es la mujer de la que me enamoré, me lo demostró en conocer una parte que no sabía que la tendría.

Siara: solo fui a decirle que Alana no estaba sola. Vio bajar a tu hijo y le dijo que era la mujer con la que la engañaste, se me hizo demasiado injusto, te culpa de un error que ella hizo.

Asintió con la cabeza respirando profundamente.

Javier: Eso lo va a decir hasta que logre que mi hijo se ponga en mi contra. No tengo la puta idea de quien la está respaldando en la fiscalía para hacer todo lo que quiere… hoy fue a casa de Alana, la echó, le quitó todo… su auto, su casa, su dinero, la vida de su hijo, hasta las cosas de Rimbo se quería quedar.

Siara: ¿Qué dices? A… Alana ¿Cómo está?

Javier: ¿Cómo crees?... solo… te pido, te suplico que no caigas igual en su juego, no quiero que tenga algo contra ti, no tienes nada que ver en nuestros problemas.

Tragué saliva asintiendo con la cabeza, se puso de pie extendiendo su mano, le entregué la mía ayudando a ponerme de pie, jaló con fuerza chocando nuestros cuerpo, me tambaleé un poco, logrando sostenerme por la cintura. Entreabrí mis labios descubriendo que durante estos 6 años nunca había dejado de sentir cosas por Javier, quizá con la esperanza que todo se terminara entre él y su esposa. Bajé la mirada evitándolo. Me soltó suavemente… se apartó cediendo el paso, mis pasos rápidos y seguros eran hacia su auto. Entré cerrando la puerta, no iba esperar que lo hiciera, lo vi pasar, cerré los ojos esperando ya no seguir hablando de nada. Cerró la puerta mirándome…

Javier: Rafaello, el abogado que te enamoraba ¿pertenece al despacho Bonnet & Qiuber?

Lo miré asintiendo con la cabeza, pero no era mi enamorado, ¿de donde sacaría algo así?

Javier: Necesito llegar a esos abogados, crees poder conseguirme una cita con Rafaello.

Siara: Si, claro. Mañana mismo puedes ir hablar con él. Él… nunca ha sido mi enamorado y te devolveré lo de la fianza.

Javier: No te lo estoy pidiendo.

Rodó los ojos avanzando con el auto. Ahora si ya no diciendo nada de lo sucedido.

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Siara