Abdelary La Guerrera Albina

Durante varias horas se mantuvo muy callada, Mandla le pidió a su hermana que hablara con su esposa, y ella así lo hizo.

_ ¿Abdelary estás bien?

_ Sí, estoy bien, no te preocupes, ya se me pasó la ira.

_ Que bueno, tu león y la leona de mi hermano están enamorados.

_ Si eso veo, no puedo creer que me haya cambiado por ella, estos días por culpa de tu hermano no he tenido tiempo para él, pensará que lo he abandonado.

_ La verdad no sé cómo hacen ustedes dos para tener de mascotas, animales tan peligrosos.

_ Halima créeme que las personas son mucho más peligrosas que los leones, o no te acuerdas de los cazadores de personas, de las guerras entre clanes y entre reinos, el ser humano es de lo peor, ni siquiera los animales son tan crueles como el ser humano, por eso no le temas a ellos sino a las personas que se encuentran a tu alrededor.

¿Sabes que haría mi gatito si viera que estoy en peligro? Trataría de ayudarme, desde que murió su familia ha estado conmigo.

_ Mi hermano una vez me dijo algo muy parecido a lo que me acabas de decir.

_ Tú hermano es muy extraño, cuando estoy cerca de él siempre ocurren cosas extrañas.

_ ¿Le tienes miedo?

_ ¿A quién?

_ A mi hermano.

_ No, es extraño, pero tu hermano me hace sentir tranquila, segura, pero eso no quiere decir que no me caiga muy mal.

_ Si, como no, ¿no será que ustedes dos son más cercanos de lo que dices?.

_ ¿Qué sientes cuando estás junto a él?

_ Mejor no preguntes.

_ ¿Por qué?

_ Porque tu hermano no es una persona normal es extraño.

_ Pero dijiste que no le tienes miedo

_ Y no le tengo miedo, pero que tu hermano es raro, es raro

_ ¿Si él te escuchara?

_ No es extraño que sepa de qué estamos hablando.

Abdelary mira hacia atrás y Mandla le sonríe.

_ Ves, creo que ya sabe que hablamos de él

_ No seas exagerada, ¿por qué no hablas con él?

_ Debe de estar furioso conmigo por lo que dije de él frente al rey. Pero sí, voy a hablar con él, adelántate un poco por favor.

Esperó, que él llegara hasta donde estaba ella

_ General, discúlpeme por lo que dije frente al rey, solo quería fastidiar al rey y asustarlo un poco, mire, yo sé que no me he comportado de la mejor forma con usted, pero trataré de no darle dolores de cabeza, gracias por defenderme, estoy en deuda con usted, le aseguro que tarde o temprano le pagaré este favor.

_ ¿Puedes bajarte del caballo un momento?

_ Sí señor.

_ Mira, tú no me debes nada, eres mi esposa y nadie tiene por qué molestarte ni faltarte al respeto.

Se le acerca demasiado y ella tratando de retroceder se resbala, su esposo la toma por la cintura y no permite que se caiga.

_ General, suélteme, la caravana nos está tomando demasiada ventaja.

_ No te preocupes, en poco tiempo los alcanzaremos.

Quita su velo y ella cierra los ojos cuando los rayos del sol le dan en la cara, él aprovecha ese momento para besarla, el beso dura más de un minuto, ya que ella no pone resistencia y corresponde al beso con mucho gusto, separan un poco sus labios para tomar aire y cuando quieren retomar el beso.

_ Chicos, como no aparecían me preocupé, pero creo que están muy ocupados

_ No, ya íbamos saliendo.

Abdelary se sube a su caballo e inicia a cabalgar lo más rápido posible

_ ¿Me puedes decir por qué eres tan metida?

_ No sabía que estaban tan ocupados.

_ ¿Y no podías imaginarlo? Sentido común

_ Bueno ya, no exageres, solamente interrumpí un simple beso.

_ Nada de simple, era el gran beso

_ vamos.

Cuando alcanzaron la caravana, Abdelary no miraba a su esposo y trataba de estar lo más alejada de él.

Ya casi de noche acamparon cerca de un río, armaron tiendas rápidamente, las dos jóvenes decidieron darse un chapuzón y cuando subieron ya sus tiendas estaban listas, pero el general se llevó una sorpresa cuando su hermana y su esposa decidieron dormir en la misma tienda, su hermana estaba cruzando la raya.

Al día siguiente:

El general estaba furioso con ambas, Abdelary se levantó temprano y realizó la comida y la compartió con su cuñada y con Palesa, apartó la de el general, pero él comió con sus soldados, ella sabía que él estaba enojado, pero no sabía por qué, así estuvieron tres días, a duras penas la saludaba, solamente preguntaba a su hermana si ella ya se había alimentado, daba la vuelta y se marchaba.

¿Sabes por qué tu hermano está tan serio conmigo?

_ ¿Recuerdas cuando me quedé dormida en tu tienda por el medicamento que me diste para los cólicos?

_ Sí.

_ Creé que tú me pediste que me quedara allí, para que él no se acercara.

_ ¿Tú le explicaste?

_ No permitió que le explicara

_ ¿Solo por eso se puso así?

_ En nuestro reino, los recién casados duermen juntos, si no lo haces es como si lo estuvieras rechazando.

_ ¿Y tú porque no me dijiste nada?

_ Porque me quedé dormida y nadie me despertó, además, yo no le prestó atención a esas cosas.

_ Pero tu hermano si, él no es tan liberal como tú.

_ Tendrá que contentarse solo, no le prestes atención, te quiere demasiado, no puede vivir sin ti, terminará buscándote tarde o temprano.

Voy a hablar con él.

_ No creo que te escuche.

_ Entró a la tienda del general sin el permiso de los guardias.

_ General, necesito hablar con usted.

_ Vete, yo no quiero hablar contigo.

_ No me iré, esa noche su hermana tenía un dolor abdominal, le puse un emplasto y se quedó dormida, me dio pena despertarla, y al final también me quede dormida, no sabía que iba en contra de sus costumbres, general, me acabo de enterar.

_ Lárgate si quieres, y si te quedas no te atravieses en mi camino.

Abdelary no entendía por qué sus palabras le dolían tanto, salió de la tienda y busco a Palesa.

_ Necesito que salgamos de aquí antes de que amanezca, el general no me quiere aquí

_ ¿Qué le hiciste?

_ Rompí una de sus normas, Palesa, yo no sabía que para ellos era mal visto lo que hice.

_ ¿y por qué estás tan triste?

_ No lo sé, el general hace que tenga emociones extrañas.

_ ¿Desde cuándo te gusta ese hombre?

_ Creo que desde el primer día que lo vi, o quizás desde mucho antes.

_ No te entiendo.

_ Yo tampoco, necesito que salgamos antes del amanecer, buenas noches.

_ Que duermas bien.

En la madrugada, después de subir del río levantaron todo, y cuando estaban listas para partir, Mandla tomó su mano y le preguntó.

_ ¿Para dónde crees que vas?

_ Lejos de ti, suéltame.

_ ¿De cuándo acá te volviste tan obediente?

_ ¿De qué hablas?

_ Te digo unas cuantas palabras en un momento de ira y creés que es verdad, formas un problema y un montón de cosas más.

_ ¿Pero tú me dijiste que me largara?

_ ¿Cuándo te dije eso?

_ Ayer

_ No me prestes atención, cuando tengo ira hablo más de la cuenta.

_ Entonces ¿no quieres que me vaya?

_ No te vayas, Palesa, ¿puedes dejarnos solos un momento?

_ Si general

_ General, no quise ofenderlo.

El no le responde con palabras, simplemente la besa de una forma muy apasionada y cuando su esposa se da cuenta de que no se va a detener, trata de hacerlo ella, pero él no se lo permite.