Sin Elección Villana

Kristen estaba yendo de regreso a Azur, ahí era donde estaba la residencia de la familia Russen. Se subió a un coche de comercio, se sentó atrás en mitad de los víveres y verduras.

Kristen miró sus guantes negros y volvió a recordar el momento de antes, su corazón latió fuertemente mientras cada escena se dibujaba en su cabeza, esa sensación y el sabor del cuerpo de la mujer, todo eso desencadenó una reacción inevitable en su cuerpo y Kristen chasqueó la lengua al sentir esa parte mojada.

Kristen cruzó sus piernas en un intento de calmar su apetito repentino. Después de estar de esa manera por unos minutos, fue bajando poco a poco el calor y volvió a su estado normal.

El coche se detuvo en mitad de un mercado y Kristen bajó después de pagarle al cochero. Miró a su alrededor y se acercó al puesto de manzanas para ir a comprar algunas.

Sostuvo una manzana pero, la mano de otra persona la sostuvo también y ella miró con molestia a la persona de al lado.

—¿Kristen? —Kristen se quedó paralizada por un momento, casi nadie conocía su nombre, ya que, ella trató de ocultarlo lo mejor posible. Y de alguna forma sintió unas terribles ganas de matar a ese hombre. —¿No te acuerdas de mí? —Él soltó la manzana y se quitó la capa que cubría su cabello y parte de su rostro.

Kristen observó por unos minutos al joven con cabellos castaños y unos hermosos ojos violetas y ese pendiente azul en una oreja… Kristen por fin pudo reconocerlo.

—Oh, es usted el joven Aldrich. —Kristen habló fríamente y Uri se sintió algo incómodo pero, continuó hablando.

—Pers te extraña tanto, pensamos una vez en ir a verte, sin embargo, el marqués Dumont nos prohibió ir a la residencia de los Russen. —Kristen miró a Uri con una mirada gélida y sin nada de emoción como él compartía su relato. No tenía nada de interés en ello.

—Sí, envíele mis saludos a la señorita Dumont. Con su permiso, me retiro. —Kristen dejó la manzana debido a que perdió el apetito y simplemente quería alejarse de ese sitio. Ver el rostro del joven demasiado sonriente le causaba un sentimiento desagradable.

—Espera, Kristen. Pers está cerca, ¿No quieres verla? —Uri intentó persuadirla de quedarse un rato más y Kristen lo pensó un momento, firme y con ese rostro sin vida.

—No, lo siento joven Aldrich pero, debo hacer algo. —Ella se despidió de Uri y luego se perdió entre la multitud. Uri suspiró al ver solamente la espalda de Kristen alejarse. Sintió todo incómodo y como si de alguna manera hubiese una barrera imposible de cruzar. ¿Qué sucedió en estos últimos tres años?, pensó Uri mientras volvía al carruaje junto a su prometida y ahora novia.

Entró en el carruaje y una joven hermosa de ojos cafés y su cabello de color miel atado en un hermoso moño, vestía un pantalón elegante, botas y una camisa de color azul. Ella miró a Uri molesta.

—¿Y mis manzanas? —Uri se golpeó mentalmente por olvidarlas e intentó calmar a su novia.

—Me encontré con Kristen. —Cambió de tema y Pers abrió los ojos con sorpresa, se levantó y se sentó al lado de Uri, quería saber más.

—¿Es verdad, no me mientas?, ¿Cómo está ella? —Pers comenzó a preguntar bastante como era costumbre de ella.

—Tranquila Mi lady. Acabo de verla en el mercado pero, ya se ha marchado. Luce… supongo que está bien. —Uri le dijo a Pers y ella asintió entendiendo.

—Quiero verla. —Pers comentó sinceramente.

—No podemos ir a la residencia de los Russen. —Uri acarició la cabeza de Pers y cuando notó el leve sonrojo de ella, se le hizo tierno observarla por completo.

Kristen dio pasos firmes y con la cabeza en alto fue primero a ver la arena de combate y allí estaban algunos de los de la línea indirecta entrenando.

«Mis tíos no se cansa de tener hijos», pensó al ver la cantidad de nuevos rostros. Hace tres años no había tantos, bueno, ella tampoco se fijaba en los más débiles.

—¿Eres Kristen? —La voz de esa persona la hizo sobresaltar y Kristen miró a esa mujer con ganas de apretarle la garganta. «¿Quién es?», se cuestionó a si misma, ella jamás había visto ese rostro en toda su vida.

—Sí, eres Kristen, te pareces a padre. —Esa mujer se ríe como una estúpida y Kristen siente repulsión al ver el enorme cuerpo de ella. —¿No puedes hablar? Pero la información que me dieron no decía eso. —Ella volvió a hablar metiendo un dedo en su boca y causándole esto más asco a Kristen.

—¿Quién es usted? —Kristen preguntó, quería salir de ahí porque estaba harta de ver ese rostro estúpido y ese cuerpo le daba náuseas.

—La sexta de los Russen, Elia, tu hermana mayor. —Kristen miró con sorpresa luego de escuchar aquello. Durante todo este tiempo, Kristen solamente había conocido a los principales tres hijos, Naim, Ruth y Aine... Y bueno a Hazel también. Ni siquiera conocía a Liam, quien su padre no paraba de mencionar en cada oración, ese hombre parecía obsesionado con Liam.

—¿Qué hace en estas zonas? —Kristen le afrentó de manera desafiante.

—Visita. —Respondió de la manera más simple. Kristen se sentía algo intranquila con esa estúpida cerca, no quería ver ni siquiera su cara, le daba asco, todo el cuerpo de su hermana le parecía repugnante. Tanto que sintió su estómago revolverse, quería vomitar y no volverse a topar con alguien como ella.

Kristen abandonó el sitio sin despedirse de su hermana. De quien no recordaba nada que no fuese esa masa que poseía. ¿En serio puede matar con ese cuerpo?, pensó Kristen mientras intentaba borrar esa horrible imagen de su cabeza.