Dulce Pecado.

Pía.

Vamos en un avión privado James, Sabrina, mi viejito y yo estamos rumbo a Francia, quiero estar feliz con mis amigos, me recuesto en el pecho de Alex y este me abraza.

— mi chiquita que tienes mi amor — Pregunta acariciando mi cabeza.

— Nada viejito lindo, solo quiero sentir tu olor, mi amor.— Le digo y este sonríe como idiota.

— ya párenle con tanta cursilería.— dice Sabrina riendo y James la besa y le dice mi fierrsilla y ella pone la misma cara que Alex.

— Ahora quién es la cursi.— Digo y ella se ríe.

Llegamos a gracias y wow qué belleza adoro este país, ese mismo día fuimos a recorrer y caminar, fue tan maravilloso cuatro personas que se aman mucho, luego fuimos para una playa hermosa y pasamos mucho tiempo allí hasta estar agotados, nos bañamos y jugábamos como niños pequeños estar con Alex definitivamente era mi mejor decisión.

Al llegar al hotel compartimos la suite y fue todo amor y más amor, estaba tan enamorada que nada en el mundo mundial me haría cambiar de parecer respecto a estar con él, quería enfrentarme a todo y a todos por este hombre tan maravilloso.

Hacer amor esa noche fue incontable, lo que puedo decir es que quedamos saciados y cansados.

Al día siguiente me despierto con la sonrisa más bonita que hayan visto mis ojos, allí está Alex, me observa y yo me derrito, ese día fuimos a conocer, comer helado, nos tiramos millones de fotos, los chicos parecían niños con nosotras parecidos ese juguete nuevo que tanto anhela un infante, no pusimos boinas y nos tomamos más fotos, todo era tan mágico.

En la noche íbamos a cenar en restaurantes exclusivos y luego nos íbamos a antros y la pasábamos muy bien, éramos la pareja perfecta, ya no peleábamos a menos que algún idiota me viese mucho o alguna zorra se le insinuara.

 Estamos en la habitación acabando de hacer el amor, abrazados, besándonos y llaman a mi teléfono.

_ Aló mi princesa hermosa como estás.— Dice mi padre, yo observo a mi viejito y me río.

— Estoy muy bien papito y muy feliz.— le digo y este se ríe 

— No estás volviendo loco a Alex, cierto.— Dice mi padre y yo río para besar a Alex que escucha cada palabra que dice mi papá por el altavoz, entonces abre los ojos y asiente, por ese acto yo lo golpeo y le saco la lengua.

— Papito Alex ya está loco y amargado, es un vejete prematuro.— Digo y Alex se pone la mano en el pecho y se hace el ofendido, pero yo lo beso y él sonríe.

— Y a ti como te es yendo papi.— digo y mi padre suspira.

— hija hace mucho que no me sentía tan feliz, adoro a Amelia, es una mujer maravillosa.— Dice y Ale y yo reímos en silencio.

Luego nos despedimos y vuelvo a la cama con mi viejito treinta minutos pasan dónde estamos acostados y suena su teléfono.

— Aló si dígame... Mmm cielos se me pasó, bueno al llegar de viaje agendo otra cita.— Dice Alexander y yo lo miro.

— Que sucede amor.— pregunto y este se vuelve a recostar.

— Una cita médica que se me pasó sin querer, pero al volver iré o mejor no.— Dice y se ríe malicioso.

— Cita médica sobre que Alex — pregunto curiosa.

— Nada importante, solo rutina— dice riendo y se levanta.

— Amor y ya fuiste a tu consulta para tu inyección anticonceptiva.— le pregunto con mis ojos entre cerrados.

— mmmju.— dice y camina a buscar su toalla.

— Mmmju, fuiste o no Alex, no será esa la cita que te perdiste, no.— pregunto sentándome en la cama.

— Amor me ducho y salimos a desayunar.— Dijo este entrando al baño e ignorándome por completo.

— Alex, Alexander... respóndeme.— grité del otro lado de la puerta, pero este no respondió en vez de eso abrió la regadera.

— Hay Dios mío que no sea eso por favor.— pensé preocupada.

Luego del salir se me olvidó y me bañé para luego bajar a desayunar con los chicos.

 Ese día fue muy lindo, pero la verdadera emoción la viviría en la noche donde iría a una cena con mi amor.

Salí con Sabrina por unos vestidos sexis, ya que James la invitó a cenar en un restaurante muy lindo, mi vestido era negro corto y con un escote muy lindo, pasamos la tarde en el salón de belleza, al caer la tarde noche fuimos a la suite y los caballeros no estaban ellos nos esperarían en el lobby, al estar listas wow y vaya que estábamos hermosas, sabri tenía puesto un vestido rojo y se veía fabulosa al igual que yo.

Bajamos y allí estaban esos dos hermosos Adonis esperándonos, cada una tomo el brazo de su amado y salimos cada uno en una dirección diferente, Alex me abrí la puerta de auto y entramos.

_ A dónde me llevas bebé _ le pregunté pero negó riendo.

— Es una sorpresa pequeña, curiosa— Dice besándome.

Al rato me coloca una venda, el auto se detiene y bajamos, Alex me va guiando poco a poco.

— No me dejes caer mi amor.— Le pido a lo que responde.

— Jamás mami Reina confía ciegamente en mí.— caminamos un rato y luego me quita la venda.

— Amor, esto es bellísimo, muchas gracias.— digo besándolo.

— es una magnífica y muy romántica cena en la torre Eiffel.— mientras comemos se oye una hermosa melodía, hay un sujeto tocando el piano, yo solo río y niego 

— Eres el amor de mi vida, te Amo demasiado Alex— Le solté son más, ya no podía evitar decírselo.

Se levantó y me besó muchas veces.

— Repite lo que dijiste mi amor, repítelo mi Reina — dijo y me sonroje, mi corazón se iba a salir del pecho.

—Te Amo Alex, te amo, mi amor mucho.— Dije y este me besó y se arrodilló y me mostró un hermoso anillo.

— Mi hermosa chiquita caprichosa, desde que te vi sabía que cambiarias mi vida y no me equivoqué, te quieres casar conmigo, mi Reina.— pregunto y mis lágrimas no se hicieron esperar.

— Si mi amor, sí... acepto casarme contigo.— Alex me coloco el anillo y me besó en eso, fuegos artificiales empezaron a alumbrar el cielo, este hombre es maravilloso.

Ese día decidí que me enfrentaría al mundo si fuese necesario por él.