Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Diecisiete
Cuatro días después de los resultados estaba Santino parado frente el escritorio de Denisse en la empresa Williams.
- Buenos días- le dijo a la chica que estaba entretenida en unos documentos y cuando ella lo miró a él le pareció transportarse a otro mundo.
- Buenos días señor Santino- le respondió sonriendo y él hizo una mueca- Está bien, solamente Santino- se corrigió ella misma, sabía el por qué de aquella mueca- Ahora le aviso a Alice que está aquí.
- Espera Denisse, avisa después a Alice por que claro que la veré, pero esta vez vine por ti- la chica volvió a sonreir y el hombre apretó los puños y se obligó a pensar que ella era su hermana.- Tenemos que hablar de lo de trabajar en la empresa de mi padre, ya lo conversé con él y está de acuerdo- muy de acuerdo, pensó el pelinegro y recordó todo lo que ha tenido que hacer en estos días para que el hombre no aparezca frente a la chica- Si no tienes inconveniente podemos comer juntos y lo hablamos.
- Claro, no hay problema, te agradezco que hablaras con tu padre.
- Pues no se diga más, avisale a Alice que estoy aquí y después de hablar con ella podemos irnos.
- Sí- le dijo tan contenta como niña chica con un juguete nuevo y tomó el intercomunicador para hablar con su jefa.
- Santino¿ Qué te traes con Denisse?- lo interrogó Alice después de que estuvieran un rato hablando y que el Parisi le dijera que llevaría a su secretaria a comer.
- ¿ Si te cuento prometes no decir nada?- le contestó él, sabía que en algún momento podía necesitar un aliado y Alice puede ser una muy buena- Es algo que ni Mattia sabe aún.
- Lo prometo, pero habla que ya estoy preocupada.- Santino miró a la puerta y se sercioró de que estuviera cerrada.
- Denisse es hija de mi padre, de David. - la chica abrió la boca sin decir nada y pestañeó varias veces.
- ¿Pero cómo lo supieron?- quiso saber al pasar la sorpresa.
- Cuando vine el otro día vi el lunar que tiene en el cuello, pero al verle la cara me quedé de piedra, es igual a mi abuela Diana.
- Pero eso no dice nada, hay mucha gente que se parece.
- Ya hicimos un adn, ese mismo día, con los cubiertos del restaurante. - le confesó apenado.
- Santino, eso estuvo mal, y ella puede que no esté de acuerdo.
- Lo sé, pero era eso o que mi padre se apareciera como un loco y se lo soltara todo y la asustara, de sobra yo sabía que nada más que le dijera él iba a querer respuestas.
- ¿Pero como Mattia no se dio cuenta también?
- Tú sabes como es Mattia, a lo mejor se fijó y pensó lo mismo que tú, que mucha gente se parece.
- Dios que lio, pero si te digo, vayan con cuidado, ella idolatra a su padre aunque sabe que no es el biológico.
- ¿Lo sabe?- le preguntó, ese era un buen dato.
- Sí, él se casó con su madre cuando ella iba a cumplir cinco o seis años, y él, según sus palabras, es el mejor padre del mundo y no quiere uno mejor.
- Eso es porque no ha conocido al mío y por demás al de ella.- le dijo el hombre con una sonrisa.
- Santino, eso los convierte a ustedes en hermanos.- le habló la chica dándose cuenta de aquello en ese momento y el pelinegro tensó la mandíbula.
- Me imagino que sí- le contestó sin entusiasmo y Alice se dio cuenta del tono usado.
- Santino- le dijo con reproche- Ten cuidado.
- Lo tendré, lo tendré- le contesto y se levantó de su silla- Ya te dejo, voy a llevar a mi hermana a comer- y sintió como si la palabra hermana le atravesara el pecho.
Santino y Denisse estaban pasando un feliz almuerzo, habían estado hablando de todo menos del trabajo, él quería saber hasta el mínimo detalle de la vida de ella y aunque intentaba engañarse diciéndose que era por su padre él sabía que no era así, y ella preguntaba por la vida de él a la par del hombre.
- Santino, que sorpresa encontrarte aquí. - escuchó el joven y cuando levantó la vista vio a su abuela Diana y a su madre paradas al lado de la mesa.
- Abuela, no sabía que habías viajado y que estabas aquí. - le dijo a la señora poniéndose de pie.
- Llegué esta mañana y quise venir a comer con tu madre- y el joven vio la descarada mentira en el rostro de las dos mujeres- ¿No nos vas a presentar?
- Perdón, Denisse esta señora hermosa de acá es mi abuela, y esta otra no menos hermosa es mi madre.
- Cielos, Santino es igual a usted señora Parisi- le dijo la chica a la mujer pelinegra extendiéndole su mano derecha- Y usted me recuerda a alguien- le dijo a la abuela- Perdón, mucho gusto, soy Denisse. - se disculpó por sus comentarios sin haberse presentado.
- El gusto es de nosotras Denisse- dijo la abuela- Y ahora los dejamos, vamos a nuestra mesa.
- No, no- habló la chica- Pueden quedarse con nosotros, no creo que a Santino le moleste.- el hombre sonrió y movió la cabeza.
- Claro que no me molesta, estas dos son una parte muy importante de mi vida.- y enseguida ayudó a sentar a las mujeres.
Ya para esa momento de la comida Santino pasó a un segundo plano y toda la atención la recibió Denisse, sobre todo de Diana, que no paraba de preguntar de todo lo que se relacionara con la chica.
- ¿Dónde está papá?- interrogó el joven a su madre y su abuela en un momento que la chica fue al baño.
- En una mesa al final, él nos ve, pero por su posición ella no puede verlo a él.
- Están todos locos.- sentenció el pelinegro- Si ella descubre esto no va a querer hablarme otra vez y va a pensar que yo lo planee.
- Perdóname hijo- le dijo la abuela, pero cuando tu padre me lo contó yo no podía contenerme.- ¿Es hermosa verdad?- Santino miró a su abuela y tuvo ganas de decirle que sí, que era tan hermosa que quisiera esconderla para que nadie la mirara, pero solamente contestó.
- No te aproveches de la parte que te toca abuela.- y los tres rieron, risa que se le terminó a Santino cuando vio regresar de baño a Denisse acompañada de un hombre.
- Pues señorita Taylor, ya la dejo en su mesa.- le dijo el hombre que clavó los ojos en Diana- Vaya, ya sé de donde sacó la belleza usted- y Santino arrugó el mantel de su lado- Su madre es muy hermosa.
- Oh no- quiso aclarar la chica- La señora Diana no es mi madre, ella es la abuela del señor Santino. Si me permite lo presento, él es el señor Mendoza, es uno de los socios de la empresa Williams donde trabajo.- el hombre le extendió su mano a cada uno y al llegar a Diana le dijo.
- Perdone la equivocación, pero el parecido es asombroso, además nunca imaginé a una mujer tan joven y bella de abuela.- le habló el hombre sin soltar su mano.
- Ahora que lo dice, ya sé a quién me recuerda, me recuerda a mí, es extraño encontrar a alguien tan parecido a uno mismo.- dijo la chica y aquellos tres se miraron sin saber que contestar.