Una huérfana es llevada a un orfanato luego de perderá sus padres en un fatal accidente. Con el pasar de los años, solo quiere un sueño, ser novicia. Pero es destino quiere algo más.
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Idiota
-Pilar nos está mirando. César habló a Maité. Maité le sonríe pícaramente y contesta
-¿Qué piensas hacer?.
-No lo sé. Ella ahora está con Alfredo.
-Es un idiota, sabías que se está bebiendo todo el alcohol de la fiesta. César suelta una risotada. Ha vuelto la mirada a la mesa de Pilar, la cacha viéndolo nuevamente.
-Voy a tomarte de la cintura. Espero no te moleste. César le habló al oído.
-No me pagas lo suficiente. Maité se acerca a él. -Dime,¿qué hace?. ¿quiere asesinarte?.
-Se fue. César la siguió con su mirada hasta desaparecer en el pasillo de baños de damas.
-¿Qué vas a hacer?. Maité ve cómo su amigo desaparece a su vista. Un suspiro prolongado salió de su pecho. Luego de un buen rato, Maité va al jardín después de tantas adulaciones de hombres fascinados por su belleza. El jardín es hermoso, Maité buscó una banca cerca de una fuente iluminada. A su alrededor, un sin número de flores coloridas decoran la romántica fuente de agua que al contacto del aire salpicaba rocío a los pies de ella. Al sentarse, Maité no dudó en quitarse sus altas zapatillas de punta , descansar sus pies era un regocijo que ahora disfrutaba enormemente.
-Es hermoso, ¿Verdad?. Alfredo mira a la fuente de pie al lado de la banca.
-¿Qué hace aquí? Maité se agachó para recoger sus zapatillas. No esperaría a colocarlas.
-Haciendo lo mismo que tú.Disfrutando del lugar. Por favor, no te vayas. Alfredo la detuvo al querer levantarse Maité de la banca. - Extraño a mi amiga y el tiempo que compartimos.
-Fue usted el que huyó¿Tengo que recordárselo?.
-Por favor, solo por este momento, no me hable de usted. Alfredo se sienta a su lado mientras Maité se acomoda nuevamente. Ella está renuente, no quiere estar allí.
-Alfredo, no es conveniente. No tiene caso. Ya no hay nada que rescatar.
-Extraño mi amiga. Alfredo tomó sus manos y las acercó a él. Yo… tuve miedo. Fui un estúpido. Cuando reaccioné.
-Nada Alfredo. Tú acabaste con nuestra amistad. Aún sabiendo mi más gran secreto te aprovechaste de él. Maité se ha soltado de sus manos. Se ha levantado de la banca aspirando el suave y frío aire de la noche.
-Maité, quise volver. Lo hice, pero ya no estabas. Luego, perdí todo contacto y me resigné a que te había perdido ante tu silencio y el de César.
-Te dije que no tiene caso recordar. Maité ahora está frente a él. Alfredo tiene un pequeño alivio, le ha tuteado.
-Verte hace un año cerca de César me hizo suponer que estabas con él. Siempre están juntos, van a todos los eventos. Dime, ¿Qué querías que hiciera?
-Que pelearas por mi, ¡Maldita sea!. Maité suelta toda su ira frente a él dejándolo sordo ante sus palabras.
-Yo, no te menti Maité. La noche que te entregaste a mi. Alfredo recordaba a la perfección aquella noche.
-¿Mentir?. Me abandonaste. Cómo crees que me sentí al despertar y no verte. Me quebraste. Ahora, todo es diferente Alfredo. Tú estás con esa chica agradable y yo, pues ya lo sabes.
-Si lo sé.Igual, siempre lo supe. César y tú gustaron desde chicos. No era raro esperar que estuvieran juntos.
-Sigues siendo el mismo imbécil ciego. Maité se siente cansada. Se detiene frente a la fuente, el rocío moja ligeramente sus mejillas rosadas.
-Solo quiero que me escuches. Aquella noche fue… hermosa. Jamás pensé que podría pasar estar juntos. Desde joven te añoraba, tu tersa piel, tus pequeñas pecas sobre tus pómulos y la pequeña mancha en tu espalda. El azul cielo de tus ojos y el oscuro iris que te cubre cuando te enojas, los huecos que se hacen en tus mejillas cuando sonríes y la cicatriz de tu mano derecha luego de la travesura de la que los tres fuimos cómplices al jugar con la regadera.Aquella noche fue la oportunidad perfecta, pude tocarte y besarte. Me maldije al hacerte mía estando alicorados. Pero no pude contenerme,verte allí vulnerable preguntándome si te quería. ¿Qué querías que hiciera?.
-Yo también lo quería. Maite sonó calmada. Aún estaba de espalda a él. Escuchar sus palabras solo reabrió la cicatriz que creía estaba sellada. -No fue solo tu culpa.
-Al tenerte y saber que fuí el primero me hizo sentir miserable. Yo… siempre supuse que César y tú eran amigos con “derechos”.
-Eres un absoluto imbécil. Cómo pudiste pensar en ello. ¿Acaso no estabas siempre con nosotros? Maité espetó con rabia sus palabras.
-Yo, siempre tuve celos de César. Siempre reías con él. Compartían con él. ¿Qué esperabas que pensara?. Lo llegué a odiar porque tu tiempo era para él.
-Tú… tú maldito cretino. Te la has pasado todos estos años haciendo suposiciones y no fuiste capaz de ver la verdad en tus narices. Me creiste la amante de César antes y ni siquiera estando contigo pudiste quitar el fantasma de nuestro amigo que aún te persigue.
Alfredo ahora está a su lado y la obliga a verlo.
-Pero ahora están juntos. No eres acaso la mujer que lo has hecho volver a confiar.
-Soy la que ha estado a su lado cuando me necesita. Maité se escapa de sus fuertes brazos.
-¿Eres su mujer?. Alfredo la retuvo ansioso por su respuesta.
-¿Importa ahora?. Maité devuelve su mirada. Se queda esperando su respuesta. -Tal como lo supuse. Sigues siendo el mismo cobarde. Maité respira profundamente decepcionada.
-Te amo Maité. Alfredo tembló ante aquellas palabras. Sus bellos ojos grises se intensificaron. -Por un demonio, no… no soporto verte al lado de César. No me importa si eres su mujer solo quiero que seas mia.
La confesión de Alfredo tomó por sorpresa a Maité quien absorta aún escucha en su mente y corazón el eco de las mismas. -¡Me ama!. Pensó confundida. un intenso beso llegó a todas las fibras de su ser. Alfredo la había llevado a su cuerpo mientras sus manos sujetaban su pequeño rostro. Sus lenguas jugaban aún torpes a la pasión. El tiempo pasaba con lentitud esperando jamás se acabará ese momento. Alfredo soltó un poco su amarre y apoyó su frente sobre la de ella. Una ligera sonrisa salió entre ellos.
-¿Qué hay de Pilar?. Maité espera un momento.
-Hablaré con ella. Sé que lo entenderá. ¿Qué hay de César? Alfredo vuelve a sentir celos.
-Aún eres un completo idiota. César y yo siempre hemos sido amigos. Nunca he tenido nada con él.
-Pero, ¿Y sus recurrentes salidas?.
-Alfredo, he sido su psicóloga desde que conoció a Pilar. Es por ella que él ha cambiado.
-Ella siente algo fuerte por él. Me lo confesó.
-Entonces,¿ por qué estabas con ella? Maité le da un golpe.
-¿Porque pensé que una chiquilla rubia me odiaría por siempre?.
-No tienes remedio. Un beso volvió a fundirse, esta vez con un amor inquebrantable, uno que siempre aspiraron y ahora se hacía realidad.