Isabella, una chica que creció entre la pobreza después de perder a su mamá una noche, viviendo entre las sirvientas conoce a Alessandro un hombre poderoso y peligroso que le enseñará el arte del amor.
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celos #1
No puedes negarme que el hombre con el que te vi aquel día en las carreras tiene algo contigo. Te tocaba de una manera que no era apropiada, así que no tienes nada que reclamar con quién esté yo._dijo Sebastián celoso, mientras miraba fijamente a Isabella a los ojos y la envolvía nuevamente en sus brazos.
Y si fuera así que, tu sabes muy bien que fui obligada a casarme contigo.!_ dijo Isabella.
A partir de hoy, dormiré a tu lado y me acompañarás a una cena esta noche en la que estarán mis padres, dijo Alessandro, mientras miraba a Isabella con el deseo de continuar besándola. Sin embargo, se contuvo, recordando las palabras que ella había pronunciado.
Dormir juntos, ¿pero por qué? preguntó Isabella, visiblemente nerviosa.
Olvidas que estamos casados, y los esposos suelen dormir juntos, respondió Alessandro con una sonrisa tranquila. Pero no te preocupes, no tengo ninguna intención de que entre nosotros suceda algo más allá de lo que ya tenemos.
Isabella lo miró irse y se sentó en la cama con un dolor extraño en el pecho.
Isabella no tenía un conocimiento profundo sobre el matrimonio; la escasa información que poseía provenía de las conversaciones que escuchaba a su alrededor, lo que a menudo la dejaba inquieta y pensativa.
Durante el día, Isabella se esforzaba por mantenerse ocupada en la cocina, colaborando con las empleadas que allí trabajaban. Aunque su presencia en ese espacio no era algo habitual, a las empleadas les encantaba contar con ella. Isabella no solo contribuía con sus manos, sino que también llenaba el ambiente de alegría con su constante charla. Su carácter animado y risueño hacía que el tiempo pasara volando, y las risas compartidas hacían que la tarea de cocinar se convirtiera en un momento de diversión.
Señora el patrón ya llegó y quiere cenar y me pidió que se prepare, ya que en una hora saldran a cenar, dijo Rosa mientras observaba a Isabella, quien mostraba signos de nerviosismo.
Si le parece bien, yo podría ayudarle con su peinado, ofreció Rosa, ya que contaba con experiencia por haber trabajado anteriormente con otras familias.
De verdad.! Dijo Isabella con alivio en su mirada.
Ambas entraron en la habitación. Isabela, con una mezcla de emoción y ansiedad, se dirigió hacia el armario y eligió un vestido que había anhelado por mucho tiempo. Con cuidado, se lo puso y, al mirarse en el espejo, no podía creer cómo le quedaba. La imagen reflejada ante ella era tan deslumbrante que parecía como si no fuera ella misma, como si la mujer en el espejo fuese una versión idealizada de quien siempre había querido ser.
Mientras tanto, Rosa se ocupaba de peinar su cabello con delicadeza, asegurándose de que cada mechón cayera en su lugar. Luego, aplicó un suave tono de lápiz labial en sus labios, un color tenue que realzaba su belleza sin ser demasiado llamativo. Todo parecía estar tomando forma y el ambiente se llenaba de una energía palpable.
Cuando finalmente terminaron, Isabela salió de la habitación sintiéndose nerviosa, ya que nunca antes había usado zapatos altos. Cada paso era un desafío, pero la valentia que la caracterísaba la ayudaba.
Los ojos de Alessandro se posaron en Isabella con intensidad, mientras un nudo de nerviosismo le hacía tragar saliva de manera casi imperceptible. Su mirada se deslizó con sutileza por las suaves curvas de su figura, deteniéndose en cada pequeño detalle que la hacía aún más deslumbrante. Finalmente, su atención se centró en su rostro, que brillaba con una belleza tan pura que asemejaba a la de un ángel.
Isabella, al notar la presencia de Alessandro, lo observó mientras él se daba la vuelta y salía de la casa, dejándola atrás para acercarse a su auto. Sin pensarlo mucho, ella lo siguió, sintiendo una mezcla de enojo ya que el no perdía
Al llegar al vehículo, Alessandro se detuvo y abrió con cortesía la puerta del auto para ella. Isabella, con un ligero rubor en sus mejillas, agradeció el gesto y se acomodó en el asiento.
A lo largo de todo el trayecto, ambos mantuvieron un silencio tenso, como si buscaran encontrar las palabras adecuadas que no lograban formular. Cada uno se sumía en sus propios pensamientos, disfrutando de la compañía del otro pero sin atreverse a romper la barrera de la quietud que los rodeaba.
Al llegar al lugar.
Isabella miró por la ventana y se quedó asombrada ante la belleza del paisaje que se extendía ante sus ojos. Era un lugar impresionante que la dejaba sin aliento. Justo en ese momento, Alessandro se acercó y le abrió la puerta del auto. Extendió su mano hacia ella, invitándola a tomarla. Ella sintió el suave y delicado agarre de Alessandro mientras él le ofrecía su apoyo, un gesto que transmitía una mezcla de caballerosidad y ternura.
Para acceder al lugar, Alessandro tomó a Isabella de la mano de una manera posesiva, como si quisiera demostrar a todos los presentes que ella le pertenecía únicamente a él. La mirada del público se centraba en ellos, ya que eran la pareja más comentada de la noche. Isabella, por su parte, hacía un esfuerzo por mantener la calma ante la multitud; podía sentir la presión y la atención que generaban, y Alessandro también notaba el nerviosismo de ella en medio de tanta gente.
Intenta respirar profundamente. Todos se darán cuenta de que no perteneces a este mundo, dijo Alessandro. En ese instante, Isabella sintió que su corazón se hundía. Él tenía razón; ella no encajaba en ese entorno. Por un breve momento, había permitido que sus emociones la arrastraran, pero ahora era consciente de su realidad. Era fundamental que continuara con su actuación, que mantuviera la fachada, hasta encontrar la forma de escapar de ese matrimonio que la oprimía.
Eso me queda muy claro. Yo no pertenezco a este lugar; jamás podría sentir que pertenezco a un sitio que no es mi hogar, y mucho menos comportarme de la manera en que tú lo haces, afirmó Isabella con firmeza.
En ese momento, Amalia se acercó con alegría. ¡Hola, hijo! ¡Isabella! ¿Cómo están? Me alegra mucho verlos a ambos, dijo, saludándolos con una cálida sonrisa y abrazándolos afectuosamente.
Estámos muy bien dijo Alessandro con sarcasmo mirando a Amalia.
Ve con tu padre el te está esperando yo y Isabella iremos por un postre.!_ dijo Amalia mirando a Isabella nerviosa, y para ayudarla le distraería un momento.
Alessandro liberó a Isabella de su agarré y se dirigió hacia donde se encontraba su padre. Mientras tanto, Amalia e Isabella se quedaron conversando y decidieron disfrutar de un par de copas de vino. Isabella nunca había tenido una experiencia similar, por lo que le resultó un poco complicado llevarse la copa a los labios.
Amalia, con una sonrisa amable, le explicó a Isabella cómo debía hacerlo: Sostén la copa por el tallo, respira el aroma un momento, toma un pequeño sorbo y pásalo por toda tu boca para apreciar el sabor.
Siguiendo las instrucciones de Amalia, Isabella hizo lo que le pidió y, para su sorpresa, descubrió que le encantaba el vino; era suave y dulce al paladar.
¡Está delicioso! exclamó Isabella, dirigiendo su mirada hacia Amalia con una expresión de satisfacción.
Isabella dime qué piensan sobre los nietos me imagino que ya están haciendo un gran trabajo para darnos uno dijo Amalia.
Isabella y yo no hemos abordado ese tema, creo que ambos tenemos otras prioridades en este momento, comentó Isabella mientras intentaba desviar la conversación hacia otro rumbo.
Eso es positivo. Pero cuéntame, ¿cómo va todo con Alessandro? Es un hombre bastante severo, parece carecer de emociones a primera vista. Sin embargo, después de todo lo que ha experimentado en su vida, me parece que en el fondo es un hombre tierno y honorable, agregó Amalia.
antes que Isabella pudiera contestar se acercó a ellas Alex el primo de Alessandro, quien miró a Isabella de arriba abajo discretamente pues era inevitable no notar su belleza.
Tía, buenas noches. ¡No me la presentas! dijo Alex con una sonrisa radiante, dirigiendo su mirada hacia Isabella.
Álex, buenas noches. Por supuesto, ella es Isabella, la esposa de Alessandro, respondió Amalia con una sonrisa, mientras Alex tomaba suavemente la mano de Isabella y la besaba con delicadeza, manteniendo su mirada fija en ella.
Alessandro, que observaba la escena con atención, sentía un nudo en el estómago, ya que conocía muy bien el comportamiento de Alex y no le agradaba en absoluto que se permitiera el lujo de tocar a Isabella.
solo espero Alessandro sea un verdadero hombre y se haga responsable
y que den una vez aclare todo con la renacuajo esa
por otro lado Isabella tienes que ser más fuerte deja de lamentarte de que el este con otra y no te mire a ti que si lo hace pero se hace el pendejo por Dios date tu lugar y que seas la esposa no necesariamente debes estar encerrada comí dices tú te gustaba atender a las personas busca empleo en el hospital no necesariamente debes estar en casa
por que si caía ahorita ante el ya te jodiste
ALEZZANDRO.....🤭