Klaus Glendson Cassano es el primogénito de la familia más temida de Manchester. CEO de una gran empresa y Don de una de las mafias más influyentes, es conocido por su frialdad, su inteligencia aguda y una brutalidad sin límites. Entre noches llenas de fiestas y una vida de poder absoluto, Klaus vive bajo la constante presión del consejo para cumplir un deber que insiste en postergar: el matrimonio.
Tras años evitando compromisos, el consejo decide intervenir y pone en riesgo su título como Don. Obligado a elegir una esposa entre las herederas de la mafia, Klaus se niega a ser manipulado. Acepta casarse… pero con una condición: la elección será suya, y solo suya.
Entre amenazas veladas, alianzas políticas y juegos de poder, Klaus inicia su propia cacería. Pero lo que era solo una obligación estratégica puede convertirse en un desafío aún mayor cuando la mujer equivocada —o demasiado correcta— cruza su camino.
Porque, en el mundo de Klaus Cassano, amar es debilidad. Y él no acepta flaquear.
NovelToon tiene autorización de Biah Santos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 16
Alana...
Perdida, estoy perdida en un laberinto de rosas, no sé cómo vine a parar aquí, pero no consigo salir, sé que todos están detrás de mí, los gritos de afuera lo denuncian, me siento observada, no por ese desgraciado, una mirada diferente, mi cuerpo se eriza y trago saliva, mi alma parece estar siendo estudiada.
Miro hacia atrás y sigo andando, la sensación no para, haciéndome andar cada vez más rápido.
—"¿Dónde está?"
—"No sé, pero el Don está furioso"
Las voces fuera del laberinto me asustaban más, me sentía cazada. Yo miraba hacia atrás cuando choco con algo, o mejor.. alguien, 1,90 de altura, músculos nítidos, incluso en la oscuridad, el perfume familiar, es él.. Klaus, sus ojos parecen devorarme, como los ojos de un depredador.
Intento correr, pero él agarra mi cintura, me jala hacia sus brazos de donde no consigo salir.
—¡Suéltame!
Digo forcejeando.
—Cariño...
—¡No me llames así!
Digo y él sonríe.
—¿Aún no has entendido, monjita? No puedes escapar de mis brazos, no puedes escapar de mí, yo iría hasta el infierno a buscarte.
—Entonces déjame ir, yo no te he hecho nada, por favor...
Nuestros ojos se encuentran por algunos segundos, nadie dice nada, pero yo desvío la mirada avergonzada, él parece que va a devorarme en cualquier momento.
—¿Vas a matarme? Entonces adelante, acaba de una vez con la droga de mi tormento.
Digo más en un desahogo. ¡Qué droga! Yo tenía esperanzas de un día ser libre, ¿pero ahora? Estoy segura de que vine al mundo a sufrir.
¿Ya no bastaba todo? ¡Ahora también soy blanco de una venganza de la cual no tengo culpa de nada! Quiero llorar, pero no le daré ese gusto al hombre frente a mí, él es uno más causante de mi sufrimiento.
—Necesitas crear buenos modales, mocosa.
Dice tirándome sobre su hombro, levantándome como si yo no fuera nada, salimos del jardín y Klaus avisa que ya me ha encontrado, así que entramos en la casa, él me coloca en el suelo.
—No te atrevas a hacer eso nuevamente o te arrepentirás por el resto de tu droga de vida miserable, maldita.
Él prácticamente me amenazaba con la mirada, antes de que pudiera replicar, somos interrumpidos.
—Así que encontraste a tu fugitiva.
Trago saliva, prácticamente escondiéndome detrás de Klaus que me mira confuso, apreté su brazo como una niña, que se siente protegida, no conseguía y tampoco quería mirar a aquel hombre, entonces hundí mi rostro en la espalda de Klaus.
—Yo siempre la encontraré.
No sé el porqué, pero esa frase sonó más como una amenaza, incluso odiando admitirlo, tenerlo como un escudo me hizo perder el miedo, y sentir seguridad, irónico, ¿no? Ya que él me odia.
El hombre al cual me rehúso a mirar, carraspea la garganta.
—Bien, yo me voy llendo, Don. Otro día vuelvo para tratar los negocios.
Dice acercándose, oigo el cumplimiento de las manos de ambos.
—Hasta luego, señora Martineli.
Él se inclina mirando hacia atrás, yo apenas aprieto más fuerte en la ropa de Klaus, negándome a hablar cualquier cosa, la náusea que estoy sintiendo no me permite hacer nada, además de encogerme como una niña.
Oigo sus pasos alejarse y vuelvo a respirar normalmente. Klaus se gira con la ceja alzada, como si me evaluara, intentando descubrir lo que pienso y siento.
—¿Qué fue eso?
Yo retomo la postura.
—Con permiso.
Intento pasar por él, pero el mismo me jala nuevamente por la cintura, él lleva su otra mano a mi cuello, sin apretar.
—Mocosa insolente, yo debería, ponerte a cuatro en medio de esta sala y montar en ti... ¡ah! Y yo garantizo que te gustaría...
Trago saliva, sintiendo mis piernas temblorosas, no sé si estoy pasando mal, pero esto no es normal.
—¿Puedo volver a mi celda?
Pregunto y él sonríe, tan próximo que me deja sin aliento.
—No, cenarás conmigo esta noche, no pienses que he olvidado tu castigo.
Él finalmente me suelta así que la misma mujer que fue al cuarto entra.
—Señor, la cena está servida.
Dice toda sonriente, así que me mira a mí, su mirada cambia al desdén puro.
—Vamos.
Su voz salió más como una amenaza que un pedido o invitación. Apenas lo sigo en silencio, nosotros sentamos próximos y yo coloco los codos en la mesa, bajando la cabeza, para agradecer por el alimento.
—¿Qué estás haciendo?
Yo respiro hondo, intentando concentrarme, pero su mirada me incomoda.
—Agradeciendo por la comida.
digo.
—De nada entonces.
Dice haciéndome abrir el ojo, él sonríe como un granuja que acaba de hacer travesuras. Vuelvo a cerrar los ojos y después de que agradezco comemos en silencio, los sonidos de los cubiertos era lo que quebra ese silencio.
—¿Conoces a Fenrril?
Pregunta quemando su mirada sobre mí.
—No...
Digo bebiendo un poco de zumo, sé que él no creyó en lo que he dicho, mi voz salió tan temblorosa que ni yo habría creído.
El silencio vuelve a reinar, incluso sus ojos atentos a cada movimiento mío, él no dice nada.