La Loba Y El Dragón

Bueno ¿adónde iremos?- mire confundida a mi hermana, recién salía del colegio y notaba que me miraba como extrañada, pero no entendía su pregunta ¿acaso había descubierto que la llevaría de compras?

¿De qué estás hablando Niz?- le pregunte haciéndome la desentendida.

Nat no estoy de humor, realmente no fue un buen primer día y se que tienes planeado algo. Fuiste a casa y te preparaste para esto, así que ya dime adonde iremos- dijo bufando, esta niña había cambiado tanto que hasta aprecia más madura.

Bien, encontré algunas tiendas que te gustaran. Vamos a recorrer un poco- le dije sonriendo, quería que al menos ella volviese a ser feliz.

No me interesa- empezó a caminar más deprisa.

Niz espera por favor- le grité mientras intentaba darle alcance, había demasiadas personas en la vereda y con la bicicleta se me complicaba demasiado.

Ya déjalo Nat, no lo entiendes no quiero aún salir, no quiero estar aquí. Deberíamos habernos quedado, deberíamos haber muerto con ellos. Fuimos cobardes hermana...- no pudo terminar de hablar, en cuanto vi como iba alzando su voz y las lágrimas recorrían su rostro, dejé caer la bicicleta a mi lado y corrí hacia ella para fundirla en un abrazo.

Su llanto empezó a hacerse más fuerte y la gente se nos quedaba viendo, malditos espectadores que pareciera que disfrutan el dolor ajeno. no la solté ni por un instante, deje que desahogara esos sentimientos que a ambas nos oprimían el alma. Luego de un buen rato se calmó, saco su rostro de mi pecho y me miró, sus ojos enrojecidos de tanto llorar y sus mejillas coloradas le daban un aspecto desolador, daría lo que fuera para que dejara de sufrir, pero siendo francos yo no estaba mejor que ella.

Emprendimos el regreso a casa en silencio, dejando atrás esas tiendas que quería que visitará, quizás en otro momento saldríamos. A lo lejos vi a Rumi salir de la casa, subirse a su auto e irse, no lo llame, ya me enteraría el motivo por el cual estuvo ahí. Seguramente fue a ver que Nana estuviese enterada del incidente.

¿qué te paso?- la voz preocupada de Niz me hizo seguir con su mirada hasta donde estaba el corte en mi brazo, quizás por abrazarla tan fuerte se había vuelto a abrir.

Un problema en el restaurante- le dije sin mencionarle todo.

¿Es lo único que me contarás?- sabía que detrás de su preocupación, estaba el enojo, enojo por intentar mantenerla alejada de la realidad cuando siendo franca, ya nos había golpeado demasiado esta vida.

Antes de ingresar a la casa, nos quedamos en el pórtico, le conté todo lo que había ocurrido sin mentirle en nada, a su corta edad, ella merecía saber la verdad. Me sentía lo suficientemente culpable por no haberle dicho en su momento todo lo que estaba ocurriendo con Diego, quizás ella podría haber pasado mejores momentos con nuestros padres, pero la orden de madre era que hasta último minuto ella viviese en la ignorancia y eso a mí me había destrozado, sé que jamás me culpo, pero nuestra relación estaba fragmentada y aunque quería sanarla, Niz se había alejado de mí, estos malditos dos meses, ella permanecía más tiempo en su alcoba y salía únicamente a cenar. Nana intentaba convencerme de que era normal, que estaba dolida por la perdida de sus padres, pero aunque jamás me reprocho nada, muy en el fondo yo me sentía culpable. Quizás por eso no evite hablarle de todo lo ocurrido el día de hoy, ella ya no merecía más mentiras o encubrimientos.

Nos metimos a la casa casi una hora después, Nana estaba en la cocina preparando la merienda.

Por fin llegaron, estos bollos están listos para ser devorados con este maravilloso te- dijo mientras traía la bandeja a la mesa.

Nana ¿qué ocurre?- podía ver qué su mirada estaba caía. Ante mis palabras, ella miró de reojo a Niz como queriendo decir que hablaríamos después -ella tiene derecho de saber todo Nana- le dije mientras la ayudaba a repartir las cosas.

Nana dudó un momento y luego suspiro, empezó a contarnos de la visita de Rumi, de la propuesta de trabajo, de que Yoriko viviría con él un tiempo y de que pasado mañana me pasaría a buscar a las 10 de la mañana para ir a trabajar. Una vez que termino la primera en levantarse de la mesa sin decir nada fue Niz, se dirigió a su pieza y nos dejó allí solas a ambas.

¿qué ocurre mi niña?-

supongo que aunque jamás me lo dirá, está enojada conmigo- suspire mientras terminaba de beber mi té.

Sabes que eso no es cierto, quizás todo esto le preocupa al igual que a mí, sé que están vigilando la casa y por eso Yoriko no vendrá, pero hija, tengo miedo. Los Yakuza no son de los que hablan, ellos actúan y si llegan a saber la verdad, temo no poder protegerlas y fallarle a sus padres- podía sentir el dolor y la congoja en sus palabras.

Nana todo saldrá bien, no seré tan impulsiva, iré, haré mi trabajo y volveré, confía en mí- le dije tomando su mano y dándole un suave apretón.

Ayude a lavar y a acomodar todo, según lo que me habían contado, a partir de hoy deberíamos tener todavía más cuidado. Tome la lista de los mandados qué Nana me pidió hacer y salí. Note demasiado fácil cuál era el auto qué nos vigilaba, era como si quisieran qué lo sepamos, quizás de esa manera pensarían que tendríamos miedo, pobres ilusos. A diferencia de otros chicos de mi edad, yo no usaba celular, había uno en la casa para comunicarnos con Rumi y bueno ahora con Yoriko, pero lo cierto es que cuando Nana quiso que tuviese uno me negué, era más fácil poder pasar desapercibida sin poder ser rastreada. Aparte había cerrado todas mis redes antes de salir de Rusia, claro que antes de cerrarlas hice copias de las fotos y videos y los escondía en un pendrive que tenía en mi mesita de luz, pero ahora que no usaba uno podía disfrutar de las cosas que antes, quizás habrían pasado desapercibidas.

Compre todo lo necesario y me devolví a la casa, ya había pasado demasiado tiempo con mis pensamientos y ahora me quedaba intentar pensar en como iba a zafar de este nuevo trabajo.