Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 15
«—¿Te sientes bien? Porque estás actuando como una verdadera loca.
—¿Sabes? Lo crei de cualquiera pero, ¿de ti? —río con mofa la oji negra —Ni lo pensé.
—Si me dices de que se me acusa podré defenderme, ¿no lo crees? —siseo el rubio rodeando la mesa —Puede que hayas sido muy amiga de mi mujer pero no por eso voy a pasarte faltas de respeto como éstas. ¿Aventarme una carpeta al rostro?
—Te devuelvo tu asqueroso terreno, a partir de hoy no quiero tener nada que ver con King y desde hoy te digo que te voy a quitar todo lo que amas.
—¿Me estas amenazando, Alma?
La peli negra sonrió con autosuficiencia.
—¿Qué más crees que hago?
Alan suspiró y se recostó en el borde de su mesa, cruzandose de brazos.
—Entonces debo estar preparado para una guerra, ¿eso me estás diciendo?
—Mi abogado vendrá la próxima semana para hablar contigo.
La puerta se abrió y Olivia entro a la habitación.
—Queri... Alma.
Rodando los ojos, la peli negra salió de la habitación sin decir más.»
Efectivamente llegó un abogado a visitarlo, pero no precisamente el de Alma.
Mirando los autos pasar, el rubio apretó los labios con fuerza, evitando gritar de frustración. ¿Qué estaba pasando?
«—Maldición... Tranquila... Te voy a ayudar.
—A-Alan...
—No hables, estarás bien, lo juro.»
El cuerpo entero del oji azul se estremeció mientras a su nariz llegaba un aroma a madera y flores. Una mezcla de olores que podría ser hinoptizante para cualquiera que sintiera aquel olor por primera vez.
Pero no para él... ¿Acaso ya era hora?
—¿Vienes por tu favor? —preguntó, mirando sobre su hombro a la mujer que había entrado a la habitación
Entro tan sigilosamente que de no ser por su perfume, no hubiera percibido su presencia.
—¿Por qué todos creen que vengo a cobrarles? Me dejan como la mala, ¿y si solo vine a saludar?
Alan sonrió y encaró a la mujer.
—¿Tú? —se mofo —¿Saludar? —cuestionó con mofa mientras se dirigia a su escritorio —Ya dime de una vez lo que quieres, Anastasia.
La pelirroja sonrió ampliamente mientras alzaba las cejas con emoción.
—Nos vemos luego de... ¿Tres años? —murmuró —¿Y así me recibes?
El rubio suspiró.
—¿Deseas algo de tomar? —dijo, sentándose en su silla de nuevo
Anastasia negó con la cabeza mientras recorría la habitación mirando cada elemento de ella.
—Mis condolencias... —murmuró la oji azul —Me entere por los medios. —argumento cuando los ojos del rubio se clavaron ella
Alan asintió.
—Igualmente, creo.
—Me caía muy bien, lo sabes... —suspiró la oji azul
—Supe que estabas en New York.
—Si, tenía un asunto que atender ahí y por eso mi ausencia aquí.
—¿Te quedarás?
—Eso pretendía pero ahora mismo estoy de paso. Vine porque necesito un favor y eres el indicado para ello o bueno, el que me puede dar acceso a lo que quiero.
—¿Y eso sería? —quiso saber
—Compré una casa más cerca de la cuidad en tu agencia, sin embargo, necesito averiguar quien fue el dueño anterior.
—¿Hay algo malo con la casa?
—No, pero en el garaje encontré cosas que le pertenecían al anterior dueño y necesito entregarlas antes de irme nuevamente.
—Puedo averiguar quien la compro y darte los datos que tenga del comprador.
—Perfecto, me voy el fin de semana, ¿crees que puedas darme los datos antes de irme?
Alan suspiró.
—Veré qué puedo hacer.
—Gracias, supongo que te debo un favor. —la mujer levantó una ceja y sonrió de lado —¿No es genial que ahora yo te deba algo?
El rubio gruño en respuesta.
La mujer se carcajeo.
—Bien, si no hay más que platicar, me retiro querido.
Alan la vio dirigirse a la puerta y maldiciendose, la detuvo.
—¿Te ha buscado, Alma?
Anastasia se mordió el labio inferior tratando de contener la alegría.
¿Hay algo que no puedas hacer bien, Anastasia?
Se felicitó.
—¿Quién Alma? —el rubio la miró con cara de pocos amigos —Ah, esa Alma. Debes ser más específico querido... Conozco a tanta gente. —argumentó mientras se acercaba a su mesa con los brazos cruzados —Si, vino a verme. —el hombre se tenso —Quería que le ayudará a acceder a un archivo especial.
Alan abrió la boca para segundos después, cerrarla.
¿Era el documento que él creía? ¿Tenía una copia?
—Si, justo ese... —Alan le miró enojado —Lo raro... —continuó ignorando los ojos asesinos del rubio —Es que creyó que yo podría ayudarla.
—¿Y no es así? —pregunto con irritación
Anastasia sonrió.
—Claro que puedo, tú lo sabes... Sin embargo, ¿estás seguro de poder contrarrestar lo que el documento dice?
El oji azul suspiró.
—Me sorprende que no hayas siquiera intentado hablar con ella del tema. De haberlo hecho, no me hubiese buscado...
—¿La ayudarás?
—Puedo hacerlo, sin embargo, por los años de negocios que tenemos juntos, incluso más que con ella, te pregunto a ti... ¿Qué deseas hacer? Puedo aplazar las cosas. Hasta que sepas como mediar con el tema. Después de todo, capaz y con el testamento, recuerde todo.
Alan se levantó de su asiento con rapidez, de pronto, le faltaba el aire.
Anastasia disimulo una sonrisa de diversión.
«—Me pareció ver un niño»
¿Acaso estaba recordando?
—Por favor... —suspiró, cerrando los ojos unos segundos —Aplaza todo, hasta que tenga una manera de contrarrestarla. —pidió, mirando a la pelirroja
Anastasia se acerco a él con paso lento y casi seductor.
—¿Me pides mi ayuda? —él se tenso cuando se acercó a la mesa y se inclinó hacia él —¿A mi?
Él la miró y ambos ojos azules chocaron en un duelo.
—Tomalo como el favor que me debes.
Anastasia río.
—Un favor por un favor, me encanta. Siempre bueno en lo que haces... ¡Perfecto! Haré lo que pueda para retrasarle información a la señora Rizzo sobre el testamento. Siempre y cuando me des la información que necesito antes de irme del país.
—Hecho.
Anastasia asintió.
—Que tenga una linda tarde, señor Conte.
Alan la miró salir de la habitación mientras el frío descendió unos grados.
...[...]...
—¡Bienvenido!
Valentín sonrió cuando la peli negra lo recibió con los brazos abiertos.
—¿A qué debo la cálida bienvenida?
—Pues... Tengo mucho que agradecerte. —le sonrió —Haz hecho mucho por mi y quería agradecerte con una cena especial.
—Wow, no se que decir... —murmuró, acercándose a ella, la tomó de la cintura —Ahora soy yo quien queda en deuda contigo por la cena.
Alma le rodeo el cuello y estirandose le beso.
—¿Pero que dices? Debo hacerte muchas cenas para compensar lo buen esposo que eres.
Valentín le devolvió el beso.
—Te amo.
La peli negra se alejo de él y le tomó de la mano.
—¿Cenamos? —preguntó, llevandolo consigo hacia el comedor
Valentín asintió, ignorando el dolor en el pecho ante el rechazo de la oji negra.
¿Debía decirle la verdad?
Ella le sirvió la cena mientras platicaban del trabajo y de su día.
—¿Y Chiara?
—Se fue a dormir temprano para no interrumpir.
El oji verde suspiró.
—Nunca será un estorbo.
—Lo mismo le dije, pero ella insistió. —cuando termino de servir, se sentó a su lado —Come y quiero críticas constructivas. ¿De acuerdo? Necesito mejorar.
—¿Ah, si? ¿Deseas cocinar más en el futuro? Nana se enojará si le quitas ese privilegio.
—Bueno, no cocinare todo los días... —su esposo sonrió y probó bocado —Sin embargo, cuando sea mi día libre en la empresa, lo haré. Para los dos...
Valentín dejó de masticar.
—¿Día libre?
—Si, he decidido que mañana mismo regreso a trabajar. —murmuró, mirando lo pálido que se ponía
—¿Mañana? ¿No es muy pronto?
—Bueno, llevo semanas aprendiendo sobre la empresa y leyendo documentos de recientes proyectos así que creo poder manejar las cosas. Si nunca regreso, ¿Cuándo lo haré?
Valentín miro su cena unos segundos antes de levantar la mirada y sonreír.
—Me parece excelente amor, retoma lo que es tuyo por derecho. Solo dejame acompañarte mañana.