La historia explora el poder del amor y el arte como medios para enfrentar el dolor y la pérdida, destacando la importancia de aferrarse a aquellos que amamos en los momentos más oscuros.
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Capítulo 16: El valor de la verdad
La mañana se desperezaba lentamente, como si el sol estuviera dudando en salir tras la cortina de nubes que se resistía a disiparse. David despertó temprano, pero no de forma abrupta, sino como si su cuerpo se sintiera liviano, casi flotante, después de la conversación de la noche anterior. El encuentro con Marco había sido inesperado, pero había traído consigo una sensación de paz. A veces, enfrentar el pasado no se trataba de revivir viejos sentimientos, sino de entenderlos, aceptarlos, y seguir adelante.
Lucas aún dormía a su lado, y David aprovechó el momento para observarlo. Había algo en la forma en que su pecho subía y bajaba lentamente, en cómo su rostro se relajaba en sueños, que llenaba a David de un amor profundo y tranquilo. No era solo atracción o compañía; era una conexión que iba más allá de lo físico, algo que había crecido y se había fortalecido a través de todas las pruebas que habían enfrentado juntos.
Sin hacer ruido, David se levantó de la cama y fue a la cocina. El apartamento estaba en silencio, solo interrumpido por el sonido ocasional del tráfico en la calle y el susurro del viento que intentaba colarse por las ventanas. Mientras preparaba café, sus pensamientos volvieron al día anterior, al momento en que Marco había compartido sus sentimientos.
La confesión de Marco lo había tomado por sorpresa, pero no lo había perturbado. De hecho, le había dado claridad sobre sus propios sentimientos, no solo hacia Marco, sino también hacia Lucas y hacia él mismo. Había aprendido algo importante: no se trataba solo de amar a otra persona, sino de amarse a uno mismo lo suficiente como para ser honesto sobre lo que realmente se siente.
Cuando el café estuvo listo, David sirvió dos tazas y llevó una a la habitación. Lucas estaba despertando, parpadeando mientras se acostumbraba a la luz del día que se filtraba a través de las cortinas. Sonrió al ver a David entrar con la taza en la mano.
“Buenos días,” murmuró Lucas, estirándose antes de aceptar el café. “¿Qué haces despierto tan temprano?”
David se encogió de hombros, sentándose al borde de la cama. “No pude dormir más. Tenía muchas cosas en la cabeza.”
Lucas lo miró, su expresión suavizándose. “¿Quieres hablar de ello?”
David asintió, tomando un sorbo de su café antes de comenzar. Le contó a Lucas cómo el encuentro con Marco había reavivado ciertos recuerdos y le había dado una nueva perspectiva sobre su vida actual. También le habló de la importancia de ser honesto consigo mismo y con los demás, y de cómo eso lo había hecho sentir más libre.
“Me di cuenta de que no tengo miedo de mi pasado,” concluyó David, mirando a Lucas con una firmeza que antes no había sentido. “Lo acepto, lo reconozco, pero no dejaré que controle mi vida. Quiero avanzar, y quiero hacerlo contigo.”
Lucas lo escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando. Cuando David terminó, dejó su taza de café a un lado y tomó la mano de David.
“Estoy orgulloso de ti,” dijo Lucas con una sonrisa suave. “Has pasado por mucho, y has aprendido a enfrentarlo de una manera que muchos no logran. Y quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites, hoy y siempre.”
David sonrió, sintiendo una vez más esa calidez que lo había acompañado la noche anterior. No era solo el amor que sentía por Lucas, sino la seguridad de saber que, pase lo que pase, estaba con alguien que lo apoyaría incondicionalmente.
Ese día, David decidió visitar la galería donde había estado exponiendo algunas de sus obras. Hacía tiempo que no pasaba por allí, y quería ver cómo estaba el lugar, hablar con el curador, y quizás encontrar inspiración para nuevas creaciones.
La galería estaba ubicada en un edificio antiguo, con paredes de ladrillo a la vista y grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural. A pesar del ambiente sofisticado, había algo acogedor en el lugar, como si cada obra de arte estuviera ahí para recibir a los visitantes con los brazos abiertos.
Al entrar, David fue recibido por Sophie, la curadora, una mujer joven con un agudo sentido artístico y una habilidad innata para descubrir el talento en los demás. Sophie siempre había creído en David, incluso en los momentos en que él dudaba de sí mismo, y había sido una de sus mayores apoyos en su carrera artística.
“¡David! Qué bueno verte por aquí,” exclamó Sophie con una sonrisa cálida. “Hace tiempo que no venías. ¿Cómo estás?”
“Hola, Sophie,” respondió David, devolviendo la sonrisa. “Estoy bien, gracias. He estado un poco ocupado con otras cosas, pero quería pasar a ver cómo iban las cosas por aquí.”
Sophie lo condujo hacia una de las salas principales, donde algunas de sus pinturas estaban expuestas. “Todo ha estado bastante bien. Tus obras han recibido muy buenos comentarios, y hemos tenido varias consultas sobre ellas. La gente se siente atraída por la emoción y la profundidad que transmites en tus pinturas.”
David observó sus obras con nuevos ojos. Era curioso cómo las emociones que había vertido en esas pinturas, algunas de ellas nacidas de momentos de dolor o incertidumbre, ahora se reflejaban en los ojos de los demás como algo bello y conmovedor.
“Es increíble cómo el arte puede transformar el dolor en algo hermoso,” comentó David en voz alta, más para sí mismo que para Sophie.
“Así es,” coincidió Sophie, mirándolo con una expresión de admiración. “Eso es lo que hace que tu trabajo sea tan especial, David. Logras plasmar esas emociones de una manera que resuena con la gente. Y eso es algo que no todos los artistas pueden hacer.”
Mientras recorrían la galería, David se sintió inspirado a continuar creando, pero también se dio cuenta de que necesitaba ser más honesto en su arte. Había llegado a un punto en su vida en el que ya no podía permitirse esconder partes de sí mismo, ni siquiera en sus obras. Si quería seguir evolucionando como artista, y como persona, tenía que aceptar todos los aspectos de su vida, incluso los más oscuros, y permitir que se reflejaran en su trabajo.
“Creo que es hora de comenzar un nuevo proyecto,” dijo David, deteniéndose frente a una de sus pinturas más recientes. “Quiero hacer algo diferente, algo que no haya hecho antes. Quiero explorar nuevas emociones, nuevas ideas, y ver a dónde me lleva.”
Sophie lo miró con curiosidad. “¿Tienes algo en mente?”
David se quedó en silencio por un momento, pensando. “No lo sé aún. Pero sé que quiero que sea algo más personal, más profundo. Quiero que mi próximo trabajo sea una verdadera representación de quién soy ahora, con todo lo que he vivido.”
Sophie asintió, entendiendo la importancia de lo que David estaba diciendo. “Estoy segura de que será algo increíble. Y estaré aquí para ayudarte en lo que necesites.”
David sonrió, agradecido por el apoyo incondicional de Sophie. Sabía que emprender este nuevo proyecto no sería fácil, pero también sabía que era lo que necesitaba hacer. Era el siguiente paso en su viaje, tanto como artista como en su vida personal.
Cuando regresó a casa esa tarde, David se sentó frente a un lienzo en blanco, sintiendo la familiar mezcla de anticipación y temor que siempre acompañaba al inicio de una nueva obra. Pero esta vez, había algo más: una determinación férrea de ser honesto consigo mismo y con su arte.
Con la imagen de su encuentro con Marco y las conversaciones con Lucas y Sophie aún frescas en su mente, David tomó el pincel y comenzó a trazar las primeras líneas. No sabía exactamente qué forma tomaría la pintura, pero estaba seguro de que representaría todo lo que había experimentado, todo lo que había aprendido, y todo lo que estaba dispuesto a enfrentar en el futuro.
Mientras la pintura cobraba vida bajo sus manos, David sintió una paz interior que no había experimentado en mucho tiempo. Sabía que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su vida, uno lleno de desafíos, pero también de posibilidades infinitas.
Y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente listo para enfrentarlo.