La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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10. Otro Lobo
Desde arriba apenas Sam escuchó la voz temblorosa de Kattie, ya teniendo a su lobo en control, se apresuró a bajar con sus hermanos pisándole los talones.
Ninguno tuvo tiempo de admirar el cambio en Kattie. Ya que la imagen que los recibió los puso en alerta.
Axel está presionando a Kattie contra la pared, se veía que la estaba lastimando; lágrimas, caían por sus mejillas sin que las pudiera controlar. De un empujón, Sam lo mandó a volar directo al suelo, golpeado sin querer, la espalda de Axel contra un sofá. Mientras Ian y Alex envolvían protectoramente a Kattie en un abrazo tranquilizador.
Una vez estuvieron seguros de que Axel no podía lastimarla empezaron a tranquilizarse. Sam aún con la mirada fija en su hermano, Axel, quien no apartaba la mirada de Kattie empezó a detectar un olor que nubló sus sentidos. Al estar más conectado con su lado salvaje, su lobo casi en la superficie; lo reconoció de inmediato, con una intensidad que ninguno de sus hermanos podía aún sentir.
Cerró los ojos y se centró en degustar tan delicioso aroma.
Era una sinfonía de frescura y seducción, un equilibrio perfecto entre la serenidad de la naturaleza y la atracción íntima. El aire se impregnaba con el fresco y verde aroma del pino, evocando la calma de los bosques. Ese primer toque de madera de cedro ofrecía una base terrosa y robusta, como un abrazo cálido en medio de la fría brisa invernal.
A medida que iba profundizando, una suave nota de vainilla y ámbar comenzaba a destacar, envolviendo el ambiente con una calidez reconfortante y seductora. Este dulzor sutil se mezclaba con un toque vibrante de bayas silvestres, creando una sensación de energía y vitalidad. El aroma era una invitación tanto a la tranquilidad de la naturaleza como a una intimidad irresistible, una mezcla que relajaba y excitaba en igual medida, dejando una estela que no podría olvidar.
Se giró lentamente aún embriagado por tan delicioso olor. Abrió los ojos y la vio. Sus ojos se abrieron como platos ante la imagen que recibía.
Sus hermanos viendo su reacción se separaron lentamente de Kattie para poder verla mejor.
Kattie estaba temblando, su rostro pálido y sus ojos vidriosos por las lágrimas. Al principio, los hermanos se quedaron paralizados, absorbidos por el increíble cambio físico que Kattie había experimentado.
Pero mientras observaban el impresionante cambio, algo más empezó a captar la atención de Sam. El asqueroso olor de otro lobo macho y aún no apareado, pronto se hizo evidente, era débil, pero aún persistía en ella.
— ¿Qué es este maldito olor? — gruñó Sam, apenas pudiendo contener su furia, mientras su mirada se volvía hacia Axel, que aún yacía en el suelo.
El cambio en Sam hizo que Ian y Alex también empezaran a notar el olor. Ian frunció el ceño, su cuerpo se tenso al instante. Alex, normalmente sereno, se volvió rígido, su mirada estaba fija en Kattie y luego en Axel con una furia contenida.
— ¿Quién se atrevió a tocar a Kattie? — exigió Alex, su voz estaba cargada de amenaza mientras su mirada se dirigía a Axel.
— ¡No lo se! — gritó Axel — Estaba preguntando eso, justo antes de que llegarán.
— ¿Preguntando? ¿Le estabas preguntando? Maldito infeliz ¡la estabas lastimando!. — Grito aún más fuerte Sam.
Axel se quedó mudo ante la acusación de su hermano, él jamás había querido lastimarla, volvió su mirada hacia Kattie, una mirada llena de remordimiento y dolor.
Kattie, aún temblando y confusa, miraba a los cuatrillizos con desesperación.
El alivio que sintió cuando le sacaron a Axel de encima, y ante la protección de los hermanos lograron calmarla un poco.
Ahora estaba asimilando la información que los cuatrillizos le daban de forma tácita.
Axel, con los ojos ardientes de furia y dolor, no dijo nada, pero su expresión lo decía todo. Ian y Alex se adelantaron, sus cuerpos se tensaron mientras aún podían detectar el olor del otro lobo. Ya lo habían grabado en su mente apenas se acercara a ellos podrían reconocerlo.
— Cariño dinos, ¿tenías novio? — preguntó Ian con la voz marcada por el dolor, haciendo un esfuerzo terrible por no gritar.
Dejó claro, con su pregunta, que si lo tenía ya no más.
Apenas terminó de decir la palabra “novio” tres gruñidos furiosos se escucharon en toda la sala.
Con el corazón acelerado y la mente llena de dudas, Kattie dio un paso atrás. Necesitaba espacio para procesar lo que había ocurrido.
— No puedo... No puedo hacer esto ahora — dijo con voz quebrada—. Necesito irme.
Sin esperar respuesta, se apartó de Ian, Alex y los demás, su cuerpo temblaba mientras se alejaba. La idea de dejar la manada, que había considerado anteriormente, se volvió aún más firme.
El vínculo que le prometían los hermanos, parecía un consuelo vacío frente al calvario que había vivido.
¿Era así de fácil?, ¿debía perdonar todo solo por qué ellos creían que era su compañera predestinada?, Aún si lo fuera, ¿Eso borraría automáticamente todo el sufrimiento que le causaron en estos once años?. De una cosa estaba segura y era que la respuesta definitiva, a todas esas preguntas es un NO.
Mientras se alejaba, la furia de los hermanos se disipó lentamente, reemplazada por miedo, terror, dolor, por lo que Kattie estaba sintiendo. Estaban muy felices de haber encontrado a su Luna, estaban eufóricos, pero no podían disfrutarlo. El dolor de pensar en todo lo que ella había tenido que vivir. El terror de que los rechazara por su pasado sobrepasaba de sobremanera cualquier sentimiento de felicidad y emoción. Una pregunta rondaba en la cabeza de los cuatro hermanos: ¿ella los rechazaría?.
‘no permitiré que me rechace’, pensaron, al unísono los cuatrillizos. Al momento siguiente tres pares de ojos se giraron automáticamente hacia Ian.
...POV Kattie...
Salí corriendo. El castigo impuesto de Luna Ivy ahora era una excusa perfecta para no regresar. Necesitaba tiempo, ordenar mis pensamientos. Todo lo que sucedió fue muy repentino.
— Esto no puede estar pasando. No. Seguro que están equivocados — decía al aire — debe ser una broma, otra de sus bromas crueles — continúe diciendo, tratando de calmar el caos que tenía en mi cabeza.
— Si eso debe ser. Aún no me he transformado, es imposible que algo así suceda.
De pronto escuche una voz que me hizo saltar del susto.
— Kattie, ¿Qué sucede, estás bien?.
Volteé y vi a Lara, Emma y Andrew acercándose.
— Lo siento si te asusté, llevamos tiempo llamándote, pero no nos hacías caso — continuó diciendo Lara.
—¿Qué hacen acá? — pregunté, incrédula.
— Estábamos muy preocupados y decidimos regresar para verificar que estuvieras bien — continuó Emma. —Llevamos mucho rato siguiéndote. Cuando vimos que estabas muy alterada decidimos darte tu espacio pero por las dudas, sin dejarte sola.
Con todo lo sucedido en estas últimas horas, mi cabeza se encontraba hecha un desastre. Todas las emociones reprimidas durante estos últimos años amenazaban con explotar al mismo tiempo: tristeza, impotencia, rabia, decepción, miedo, desesperanza, angustia. Ya no tenía ganas ni fuerzas para reprimirlas.
Era como un huracán inactivo que, tras mucho tiempo de calma, estaba al borde de una explosión devastadora, listo para arrasar con todo a su paso. Sentía que el caos dentro de mí estaba a punto de desbordarse y arrasar con todo lo que encontraba en su camino.
— ¿Diosa, qué sucedió? No te ves bien — preguntó Andrew, notando mi estado desolado.
— Dijeron que llevaban mucho siguiéndome. ¿Cuánto tiempo ha pasado? — pregunté, tratando de recuperar el sentido del tiempo. Estaba tan inmersa en mi propio mundo que no había sentido el tiempo transcurrir.
Emma sacó su teléfono para revisar la hora.
— Ha pasado poco más de una hora, son las once.
— ¿Qué hago ahora? — murmuré, sintiéndome perdida y sin dirección.
Lara me tomó suavemente del brazo y me miró con preocupación.
— Lo primero es que necesitamos encontrar un lugar seguro y cálido para que puedas recuperarte. Sea lo que sea que esté sucediendo no estás sola en esto, Kattie. Estamos aquí para ti.
Me sentí abrumada por la calidez y el apoyo que me ofrecían. Aunque mi mente estaba llena de confusión y dolor, las palabras de Lara y la presencia de mis nuevas amigas ofrecían un refugio en medio del caos.
— Gracias. Necesito procesar todo esto — dije, sintiendo una mezcla de gratitud y desesperación.
Nos dirigimos juntas hacia el coche, sintiendo el apoyo mutuo mientras caminábamos. La noche fría se hacía más llevadera con la compañía de Lara, Emma y Andrew, que me ofrecían calma en medio de la tormenta.
Llegamos a la casa de Lara, la cual estaba vacía. Sus padres habían salido de viaje y regresarán mañana justo para el cambio de mando. Era un lugar adecuado, solo nosotros cuatro, y la tranquilidad de estar al menos un poco alejada de la casa del Alfa.
Nos sentamos sobre la cálida alfombra de la sala, frente a la chimenea encendida, con una taza de chocolate caliente en las manos. Todos estaban en silencio, sentí su clara intención de darme espacio para que pudiera tranquilizarme y aclarar mi cabeza.
— Mi vida en la casa del Alfa no es como todos piensan — empecé a decir, mirando la llama de la chimenea. Era como si me trasladara al pasado, rompiendo el dique que había construido para no llorar.
— Desde los siete años, cuando mis padres me abandonaron en la puerta de la casa del Alfa, empecé a pagar con trabajo una deuda que no es mía…