Algo que pertenecia al pasado ha resurgido con fuerza como el ave Fénix. Haciendo tambalear la estabilidad de una familia bien avenida. Una llamada misteriosa, que obvio nadie se esperaba. Y menos Octavio Saldaña.
Una trama muy expectante, sin saber lo que les depara el destino.
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¿Qué sucede si me desmayo? (continuación del flashback...3)
Lo curioso fue que, efectivamente, se casaron. No tan pronto como a cualquiera de los dos hubiera querido, pero al fin se habían casado.
Una semana después de la graduación de Andrea. Todos estaban felices, aunque a veces durante el prolongado noviazgo, la madre de Andrea que consideraba a Octavio "una maravilla", trataba de convencer a la hija de que no tuviera prisa en casarse.
¡Los dos están tan jóvenes! ¿Por qué no vivir primero un poco?
Yo quiero vivir madre, pero con él.
El padre de Octavio no vaciló un momento. "Es una súper chica", le aseguró a su hijo, "sencillamente, súper".
Pasaron la luna de miel en Las Bahamas, donde Octavio, por no estar acostumbrado a los trópicos, sufrió una insolación grave. La novia se convirtió en enfermera.
Tal vez es un castigo de Dios por no haber esperado al matrimonio, comentó Andrea, casi creyéndolo a medias.
Octavio contestó con un simple gruñido y solicitó:
Ponme más pomada, ¿sí?
Mientras le frotaba con suavidad la ardiente espalda, volvió a plantearse el problema del castigo divino por sus placeres premaritales.
Andrea, la interrumpió Octavio, en medio de sus ardores de cangrejo asado, aunque estas quemaduras fueran un castigo bien vale la pena por un año de hacer el amor contigo.
Ella sonrió y le besó el hombro.
¡Ay!, protestó él.
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Con motivo de su segundo aniversario de boda, Octavio preguntó a su esposa de veintitrés años, si tenía algo que deplorar.
Sí, respondió ella, debí haberme casado contigo el día que me lo propusiste por vez primera.
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Ustedes están juntos toda la vida, objetó Demetrio en una visita que les hizo, cuando estaba en la facultad de derecho. ¿Que no... en fin, ustedes me entienden, no se aburren?
No, contestó a Octavio, ¿por qué lo preguntas?
Bueno, como yo a veces me aburro después de dos o tres citas con la misma...
Quiere decir que no has encontrado a la chica adecuada.
¡Cállate, Saldaña! tú de veras eres un pillo con suerte.
¡Claro!, lo sé bien.
Demetrio estaba inspirado. Tres meses después de esa visita, formalizó su compromiso con Paola Tamez,
Una edición abreviada de lo que había sido Andrea. Todo el mundo cruzó los dedos con esperanza, pero dio buen resultado. Más aún, dentro del primer año tuvieron un hijo varón.
De Octavio ni Andrea podían recordar un tiempo en que hubieran estado el uno sin el otro. Habían caminado de la mano a lo largo de lo que faltaba de universidad. Después, mientras Octavio se hacía de una cadena de supermercados, nada que ver con lo que había estudiado, Andrea fue contratada por una editorial, y al poco tiempo cambió de trabajo porque la editorial no le pagaba bien, ellos caminaron tomados de la mano a lo largo de la calle cerca de su casa. Una o dos veces al mes invitaban a cenar a un buen grupo de amigos. Todos ellos, al igual que Demetrio, los contemplaban y anhelaban tener una relación como la de ellos.
A diferencia de antiguos compañeros de clase, que iban pasándola en literatura, trabajo del gobierno, o incluso medicinal, ellos nunca se vieron en aprietos. Con su cadena de supermercados él podía solventar todos los datos que necesitaban, su esposa seguía en una editorial diferente escribiendo libros que habían resultado muy buenos.
Con lo que ganaban ambos podían permitirse ciertos lujos. Podían salir de viaje que lo único que Octavio era su entusiasmo y su buen humor.
Pero Andrea no quería salir de viaje porque le gustaba ese lugar y su trabajo, y, obvio él hacía lo que ella quería.
El ascenso de Andrea fue inminente así como así como su cuenta bancaria, creció tanto que se podía dar el lujo de invitar a su esposo a cenar a lugares de postín.
Octavio también empezó a crecer con sus supermercados, claro él solo los abastecía.
Andrea dejó de escribir, pero ayudaba a otros alumnos a forjarse a un futuro.
Cada año eran alumnos diferentes y ella estaba encantada, la mayoría de los que ella había ensayado habían estado creciendo y escribiendo libros.
A ella le hicieron un banquete por haber terminado sus estudios aunque aún le faltaba su tesis. Con un esfuerzo sobrehumano logró terminar su tesis y de ahí sacó un libro. Mientras daba clases durante el otoño.
Para no quedarse atrás Damaris celebró (según su estilo único), el matrimonio del año con uno de tantos amigos que tenía. La munificencia de la boda y de la luna de miel no fue superada más que por la del divorcio, 16 meses después. Superado el trauma a su regreso a Mexico e hizo una parada para visitar a los Saldaña en su amplio departamento.
¡Dios mío!, susurró cuando Octavio salió del cuarto con todas las tasas de café. Se ha vuelto tan... no sé cómo decirlo... tan maduro... ¿Se ha dedicado a levantar pesas?
No.
Tiene que estar haciendo algo, Andrea.
La aludida sonrió con amabilidad y se encogió de hombros. Pero Damaris percibió la insinuación.
Andrea, estás sonrojándote...
¿Yo...?
¡A ver, a ver, Andrea! Esta es tu buena Damaris. A mí puedes decírmelo. ¿es absolutamente Insaciable?
Vamos a cambiar la tema, ¿quieres?
¡Oh!, por amor de Dios, Andrea. Si no me lo dices me caigo muerta aquí mismo, sobre tu alfombra nueva.
Bueno, supongo que en cierta forma los dos somos...
Entonces fue Damaris la que se ruborizó...
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Para responder a otra persona cuando se tiene un dolor, es preciso que haya una gran confianza entre ustedes...
Octavio garabateaba en el papel con ansia frenética.
No es preciso que escribas todo, musitó Andrea.
Shhh... escucha, repuso él y si siguió escribiendo.
La instructora, una mujer esbelta, de complexión atlética, con acento inglés, había terminado ya sus observaciones introductorias.
Ahora señoras tomen sus almohadas y acomódense en el suelo, caballeros, siéntense arriba de ellas.
Una docena de mujeres encintas se sentaron obedientes, formando un círculo sobre el piso del salón para mujeres embarazadas.
Mientras la instructora les explicaba cómo respirar durante todo el proceso del parto.
Octavio ya empezaba a sentirse incómodo con este procedimiento de vanguardia relativo a la paternidad.
"¿Qué sucede si yo me desmayo?" pensó. Contempló a su encantadora esposa que dilataba y contraía su cuerpo en forma rítmica a los pies de él, y escuchó la siguiente instrucción con ansiedad creciente:
Y no olviden que su asistente es el marido. Él es quien regula y controla la respiración de ustedes.
¿Ya escribiste eso Octavio?, preguntó Andrea sonriente desde el suelo.
Sí, cariño.
No lo olvides, porque yo no haré nada que tú no me digas, insistió embromándolo.
Gracias x interesante historia, este es un tema muy delicado 😍🥰😍. decisiones q solo el tiempo será un apoyo juntos formar una familia. y ambos Owen no estar solo en la vida y Andrea superar y volver a confiar
gracias 🥰😍🥰😍
Octavio siempre dejas a los demás q den el paso, así lo hiciste con Andrea y Owen.
😍😍😍😭😭😭
todo se te cae a pedazos
con esta perspectiva llegué a la conclusión de que te enamoraste de esa mujer