¡A menos que un milagro salve nuestro matrimonio y nuestro futuro del colapso! Con cualquiera de las opciones, terminaré con el corazón roto. Decírselo y arriesgarme a perderlo. O mantener mi secreto y aún así perderlo. Él está centrado en su trabajo y no quiere complicaciones. Antonio nunca amaría este hijo nunca. Me dejó. Solo éramos nosotros dos, pero Antonio rompió la única regla que nos impedía estar juntos. Todo fue diversión y juegos hasta que estuvimos caminando de la mano por las calles de Europa. Ese hombre también es mi jefe Antonio, pensó que sería divertido ir a Europa y casarse. Se me ocurrió casarme por contrato falso, con un hombre que está comprometido con su trabajo.
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GIMIENDO EN UNA VIDA IDEAL
Ambar Punto de Vista
¿Creía que Antonio se sentía atraído por mí? Sí. ¿Creía que sería capaz de dejar de lado sus preocupaciones y complejos para disfrutar de una aventura durante unos días? No estaba segura. Esperaba que sí, porque lo decía en serio cuando dije que era humillante la rapidez con la que salió corriendo de la cama la otra noche después de acostarse conmigo. Era difícil no tomárselo como algo personal, aunque sabía que todo era culpa suya.
Una cosa que estaba aprendiendo sobre Antonio era que, aunque era un hombre recto y un poco cuadriculado en su vida diaria, se permitía ser aventurero cuando se trataba de sexo.
Pasamos el día siguiente disfrutando , incluyendo la visita a las antiguas cuevas del dragón, que tenían unas cascadas preciosas, y una excursión a Harder Kulm, donde había una vista espectacular de Interlaken y de los dos lagos. Esa tarde volvimos a subir al tren para el viaje nocturno a Ámsterdam. No establecimos un récord, pero ambos tuvimos una primera vez; ninguno de los dos había tenido sexo en un tren antes de esa noche.
Mientras estaba entre sus brazos, con el sonido del tren moviéndose en las vías y la luna brillando a través de la ventana mientras nos movíamos a través de los Alpes y hacia el norte de los Países Bajos, me sentí contenta y feliz. Sin embargo, sentir eso también me ponía nerviosa. Siempre había admirado la dedicación de Antonio a su trabajo y a su familia, aunque a veces me molestara en este viaje. Pero cuando se relajaba, descubría a un hombre lleno de vida y pasión. Era una pena que sintiera la necesidad de mantener esa parte de sí mismo oculta en su vida diaria. Me alegré mucho de poder experimentarlo ahora. Pero también comprendí que cuanto más estuviera con él así, más querría seguir estando con él en el futuro. Podía enamorarme de él, sin duda.
Pero esta no era una relación que fuera a durar. Era un viaje de ensueño. Una experiencia fuera de mi vida cotidiana. No podía esperar tener esto cuando llegáramos a casa. Y aunque una parte de mí pensaba que debía protegerme de la decepción que vendría cuando nuestras vidas volvieran a la normalidad, no podía negarme la alegría sin ataduras que suponía soltarse. Durante los siguientes días, sería la señora de Antonio Hershey en mi viaje de luna de miel por Europa.
Llegamos a Ámsterdam por la mañana y nos llevaron a la casa de Aldo junto al canal. La casa era opulenta, llena de antigüedades, techos pintados y preciosas vistas. Descansamos un poco y luego nos llevaron a un crucero privado por el canal. En el barco, comimos un picnic con champán. Después de comer, me apoyé en Antonio mientras nuestro guía nos contaba la historia de la ciudad. Sí, estaba bastante feliz y contenta. Podría acostumbrarme a esto. No al viaje, aunque eso era agradable, sino al hombre. Podría acostumbrarme a sentarme entre los brazos de este hombre.
Alejé el recuerdo de que esta no era mi vida real. Dentro de unos días, estaría de vuelta en San Diego, asegurándome de que las reuniones de Antonio fueran puntuales y su papeleo estuviera organizado. Pero ahora, era una mujer encaprichada con un hombre que navegaba por un canal de Ámsterdam.
