El Mago Que Quemó Todo

Habian pasado varias semanas desde que Cedric comenzó su arduo entrenamiento, pero el tiempo se había vuelto una nebulosa para él. Los días se desdibujaban en una secuencia interminable de ejercicios mágicos, dejando a Cedric exhausto y al borde de la locura. El cansancio se apoderaba de su cuerpo, y su mente se volvía cada vez más borrosa, incapaz de distinguir entre la realidad y la ficción.

En su afán por fortalecerse y proteger a Lysander, Cedric había sacrificado su salud y su cordura. Las largas sesiones de entrenamiento lo habían dejado al límite de sus fuerzas, pero aún así, seguía adelante, impulsado por una determinación férrea.

Cada día se convertía en una batalla contra sí mismo, contra sus propios límites y contra las sombras del pasado que lo acosaban. La voz de Magnus resonaba en su mente, instándolo a ser más fuerte, a superarse a sí mismo una y otra vez. Cedric luchaba por mantenerse en pie, por resistir el agotamiento físico y mental que lo consumía.

Ya no sabía cómo manejar su cuerpo, cómo controlar su magia. Todo lo que le quedaba era la certeza de que debía hacerse más fuerte, más poderoso, para proteger a Lysander.

Después de una sesión agotadora de entrenamiento, Cedric se encontraba al límite de sus fuerzas. Había desplegado toda su habilidad mágica para crear una enorme burbuja de fuego, que estalló en una espectacular exhibición de poder en toda la sala. El sudor empapaba su frente y su respiración era agitada, pero una sensación de satisfacción y agotamiento lo invadía.

En medio del humo y las chispas, apareció Magnus, sosteniendo a Lysander en sus brazos. Su rostro, por primera vez, mostraba algo parecido a la admiración mientras aplaudía el esfuerzo de su hijo.

— ¡Increíble, Cedric! Has avanzado mucho. Esa exhibición de magia fue impresionante. Puedes ir a descansar, te lo has ganado —dijo Magnus, con una sonrisa de orgullo en su rostro.

Cedric, todavía recuperándose del esfuerzo, negó con la cabeza, sintiendo que no podía darse el lujo de descansar. Había mucho en juego, y no podía permitirse bajar la guardia.

— No tengo tiempo para descansar, padre. Hay mucho por hacer —respondió Cedric, su tono reflejaba su determinación y su agotamiento.

Magnus, sin embargo, insistió, acercándose y entregándole a Lysander en brazos.

— Tu trabajo por hoy ha terminado. Es importante que recuperes tus fuerzas. Mañana será otro día de entrenamiento —dijo Magnus, con autoridad pero también con una pizca de ternura.

Cedric miró a Lysander, quien lo observaba con curiosidad desde los brazos de su abuelo. Una mezcla de alivio y gratitud llenó su corazón mientras aceptaba a su hijo en brazos. Aunque se resistiera al descanso, sabía que Magnus tenía razón. Necesitaba recargar energías para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir.

...

El sonido alegre de la música y las risas llenaba el ambiente del bullicioso bar donde Cedric se encontraba con sus amigos. Después de tanto tiempo inmerso en su entrenamiento y en la protección de Lysander, finalmente había decidido tomarse un momento de descanso y disfrutar de la compañía de aquellos que le importaban.

Freya, se le acercó con una sonrisa cálida en el rostro. Cedric la recibió con los brazos abiertos, sintiendo una oleada de nostalgia al verla después de tanto tiempo.

— Ha pasado demasiado tiempo, Cedric. Me alegro de verte —dijo Freya mientras abrazaba a Cedric con fuerza.

Cedric devolvió el abrazo con cariño, sintiendo la calidez de la amistad que compartían. Freya, al notar la presencia de Lysander, extendió los brazos para tomarlo en sus brazos. Todos los presentes observaron con asombro cómo el pequeño había cambiado desde la última vez que lo vieron. Su cabello había crecido y su rostro parecía más redondeado, evidenciando su crecimiento.

— ¡Miren a este pequeño hombrecito! ¡Ha crecido tanto desde la última vez que lo vi! —exclamó Freya, con una expresión de asombro en su rostro.

Los amigos de Cedric asintieron con admiración, observando con cariño al pequeño Lysander.

Theron invitó a Cedric a acompañarlo a la barra para tomar unas bebidas, y mientras se dirigían hacia allí, Theron mencionó en voz baja algo que captó la atención de Cedric.

— ¿Viste a esa chica que te ha estado mirando desde hace un rato? —preguntó Theron, con una sonrisa traviesa.

Cedric siguió la mirada de Theron y vio a una joven de cabello oscuro que parecía observarlos discretamente desde una esquina del bar. A pesar de su determinación por mantenerse alejado de complicaciones y distracciones, Cedric no pudo evitar sentir una ligera intriga.

— ¿Qué pasa con ella? —preguntó Cedric, tratando de mantener la calma.

Theron le guiñó un ojo con complicidad antes de responder.

— Creo que le gustas, amigo. Podrías divertirte un poco esta noche. Yo me encargaré de hacerte compañía con su amiga —sugirió Theron, con una sonrisa juguetona.

Cedric sintió un nudo en el estómago al escuchar la propuesta de Theron. Por un lado, reconocía que podría ser una oportunidad para distraerse y disfrutar un poco de la noche. Pero por otro lado, su mente estaba llena de preocupaciones y responsabilidades, especialmente hacia Lysander.

— No estoy seguro, Theron. Hay algunas cosas en las que no debería meterme en este momento —respondió Cedric, con un dejo de pesar en su voz.

Cedric se mantuvo firme frente a Theron, negando con la cabeza ante su propuesta. A pesar de la insistencia de su amigo, Cedric se negó a ceder a sus deseos momentáneos. Sabía que no podía dejar que sus preocupaciones por Lysander lo apartaran de sus principios y responsabilidades.

— No puedo hacerlo, Theron. Mi prioridad es cuidar a Lysander, no puedo arriesgarme —declaró Cedric con determinación.

La respuesta de Cedric pareció enfurecer a Theron, quien no pudo contener su frustración ante la negativa de su amigo.

— ¿Qué te pasa, Cedric? ¿Te has vuelto un cobarde por ese niñato? Si no fuera por él, podríamos estar divirtiéndonos como antes —gritó Theron, con una mezcla de enojo y decepción en su voz.

Las palabras de Theron golpearon a Cedric como una afilada daga. Sentía la tensión acumulándose en su interior, una mezcla de rabia y frustración que se apoderaba de él. Sin poder contener su furia, Cedric agarró la camisa de Theron con fuerza, sintiendo el calor de su magia de fuego crepitar a su alrededor y empezando a quemar la camisa de Theron.

— ¡No tienes idea de lo que estás diciendo, Theron! ¡No puedes entenderlo! —gritó Cedric, su voz cargada de ira.

El golpe de Cedric impactó contra Theron, desatando una pelea entre ambos. Los puños volaban en el aire mientras los amigos intentaban separarlos, pero era como si estuvieran tratando de detener dos torbellinos de energía.

De repente, un torrente de agua surgió de la nada y envolvió a Cedric y a Theron, separándolos con fuerza. Freya, con su poder de manipulación del agua, los había apartado como si fueran niños traviesos, y ahora los miraba con un ceño fruncido, claramente disgustada por su comportamiento.

— ¡Basta ya! ¿Qué creen que están haciendo? ¡Se comportan como niños! —exclamó Freya, con voz firme y autoritaria.

Cedric se sintió avergonzado por su comportamiento, aunque en el fondo sabía que Theron había provocado su ira.

Con la cabeza gacha, Cedric se dirigió hacia donde estaba Lysander, pero se detuvo en seco al ver que Caspian lo tenía en brazos. Una mezcla de alivio y gratitud se apoderó de él al ver que su hijo estaba a salvo en manos de su amigo. Cedric se acercó a ellos con pasos cautelosos, deseando tomar a Lysander en sus brazos, pero conteniéndose para no estropear el momento de calma que reinaba ahora en el bar.

— Gracias, Caspian —murmuró Cedric, con voz suave, mostrando su gratitud hacia su amigo.

Caspian le devolvió una sonrisa tranquilizadora y entregó a Lysander a Cedric. El pequeño se aferró a él con fuerza, como buscando protección en los brazos de su padre. Cedric lo sostuvo con ternura,sintiendo un profundo amor y gratitud hacia su hijo.

— Debes decirle a Theron, es él unico que no lo sabe —.

— No sé, Caspian. Theron no es exactamente el tipo más maduro para guardar un secreto tan importante —respondió Cedric, con voz dubitativa.

Caspian le dio una mirada comprensiva, pero persistió en su sugerencia.

— Tal vez merezca la oportunidad de demostrar lo contrario. Todos cometemos errores, Cedric. Pero eso no significa que no podamos aprender y crecer —insistió Caspian, con tono alentador.

Cedric reflexionó por un momento, sopesando las palabras de su amigo. Sabía que Caspian tenía razón, pero aún así no podía evitar sentirse inseguro ante la idea de confiarle el secreto a Theron.

— Está bien, Caspian. Le daré la oportunidad —concedió Cedric finalmente, con una mezcla de determinación y resignación en su voz.

Con Lysander aún en sus brazos, Cedric se dirigió hacia la salida del bar, donde vio a Theron caminando hacia la calle. Con paso decidido, lo alcanzó y lo detuvo con una mano en el hombro.

— Theron, necesito hablar contigo. Quiero disculparme ¿Podemos ir a un lugar a solas? —le pidió Cedric, con seriedad en su tono.

Theron se volvió hacia Cedric, sorprendido por la solicitud. Pero asintió con curiosidad, dispuesto a escuchar lo que su amigo tenía que decir.