Amor Valiente.

CAPÍTULO 16.

Un beso, un beso mágico y sincero de mi parte, fue el que nos dimos con Tyler el día de ayer. Al menos eso pienso yo, al no dejar de pensar en sus labios toda la noche.

Al otro día por la mañana...

Como de costumbre llego a la escuela en el autobús, al bajar me encuentro con Diego, quién se me acerca para entrar juntos a la escuela.

Al llegar a mi casillero hago contacto visual con Tyler , de una forma indescriptible nuestras miradas se conectaron y una ola de calor invadió mi cuerpo al recordar el beso de ayer.

Mis mejillas pasaron de ser rosadas a rojo intenso cuando me doy cuenta de la cara de idiota que tengo y de que Diego me está mirando con cara de desaprobación.

_ Pensé que eras diferente a todas las chicas de la escuela _ me dice levantando ambas cejas.

_ ¿Por qué me dices eso?

_ Ligarte con el chico más mujeriego de la escuela, te hace ser una más de todas las tontas que babean por él.

_ No quiero hablar de eso _ le respondo cerrando el casillero con fuerza.

_ Liz, tú eres una chica inteligente, sabes que no te conviene ese chico _ me vuelve a repetir.

_ Eso lo tengo claro _ le respondo molesta.

Suena el timbre...

Camino a la sala de literatura, dejando a Diego solo en el pasillo, ya que no quiero escuchar lo que ya sé, porque toda mi vida he tratado de ser diferente a lo que me hace sentir Tyler y sé perfectamente que yo jamás seré su tipo de chica.

_ Hola, vi que estabas platicando con Diego, creo que le gustas _ me dice Margareth.

_ Es un buen chico _ le respondo reaccionando con una media sonrisa.

_ Harían bonita pareja _ me dice sonriendo cuando tomo asiento para comenzar la clase.

Dos horas más tarde...

La pesadilla a la que siempre había temido se hacía realidad, cuando me veo parada en los vestidores de chicas que se cambiaban para la clase de natación.

¿Qué escusa le daría al profesor?

Ya he ocupado todas las escusas creíbles, trato de pensar en una nueva escusa, pero no se me ocurre nada.

_ A la piscina _ grita el profesor al otro lado de la puerta.

Yo me quedo inmóvil, mis piernas tiemblan e intento caminar, pero mis piernas no me lo permiten. Estoy sudando frío y temo a qué me dé algo grave o me desmaye.

_ Liz ¿Estás bien? _ me pregunta Margareth al darse cuenta de mi estado.

_ Sí, no sucede nada.

_ Ve a cambiarte, ya que la clase de hoy es evaluada y el profesor ya nos advirtió que si no nos metemos a la piscina reprobaremos el ramo _ me dice entregándome un traje de baño en las manos.

Mi conciencia me recuerda que debo de tener excelentes calificaciones para entrar a la universidad y reprobar un ramo no lo tengo permitido.

Así que no me quedó más remedio que cambiarme y colocarme ese diminuto y ceñido traje de baño que todas las chicas traen puesto.

Obviamente, cubrí mi cuerpo con una toalla para no salir medio desnuda a la piscina. Pero si pensé que lo peor era colocarme este traje de baño, estaba muy equivocada, porque las graderías se encontraban llenas de chicos, entre ellos Tyler con sus amigos. Que disfrutaban del espectáculo que les daban las ofrecidas chicas con sus diminutos atuendos.

Intento calmar mi ataque de antiedad y respiro profundo. Sin llamar la atención tomo asiento al costado de la piscina y poco a poco entro al agua con toalla y todo.

Cuando logro ocultar mi cuerpo en el agua, recién ahí me quito la toalla y la dejo a un lado para colocármela después.

A mi suerte sé nadar y no llamo la atención porque me coloco entre varias chicas que hacían el mismo ejercicio que yo.

Una hora después...

La clase terminó más rápido de lo que pensaba, todas las chicas comienzan a salir del agua, yo busco mi toalla y maldigo... ¡Mi toalla no está en ningún lado!

(Desearía morir ahogada en este momento)

Veo como comienzan a fijarse en mí, al ver que aún no salgo de la piscina, el profesor toca el silbato para que salga del agua y todos clavan los ojos en mí siendo el foco de atención de todos los amigos de Tyler.

Trato de poner mis pensamientos en orden y me digo a mí misma que todo estará bien, cuando me veo obligada a salir de la piscina.

Mientras ya todos están viendo, todo lo que tanto trato de ocultar. Mi cuerpo casi desnudo, cubierto solo por una diminuta tela que se pega a mi piel, sin dejar nada a la imaginación.

Empiezo a caminar hasta los vestidores, ignorando los murmullos y de pronto siento que alguien cubre mi cuerpo por detrás.

_ ¡No puedes exponerte así! _ me dice Tyler cubriendo mi cuerpo con su chaqueta.

_ Lo siento, no encontré mi toalla _ es lo primero que se me ocurrió decir.

_ Ve a cambiarte, más tarde me devuelves la chaqueta _ me dice con un tono molesto, posando sus ojos sobre mi cuerpo.

Doy un paso atrás para que no esté tan cerca, pero Tyler da uno a delante aprisionando mi cuerpo contra la puerta de los vestidores. Mi corazón palpita queriendo salir de mi cuerpo y su fragancia me quita el aire de los pulmones al sentirme tan expuesta con él.

Bajo la mirada, pero él me obliga a levantar el rostro para mirarlo directo a la cara. Nuestros ojos se encuentran y veo como se pasa la lengua por los labios para humectarlos..

De inmediato mi boca desea tocar la suya. Mi cerebro me dice que me aleje, pero mi cuerpo suelta una descarga de adrenalina que hace que quiera tomarlo del cuello y besarlo.

_ Te veo a la hora del almuerzo _ me dice mientras se aparta, dejándome como una tonta chica con las piernas temblorosas al haberlo sentido tan cerca.