Después de que el Rey Evans se llevara a la fuerza a Liliam, la vida de su hermana Sandra cambió bruscamente, su padre le ha dejado a cargo de las obligaciones de la hacienda, su vida deja de tener sentido para ella, pero comienza a tener un poco de luz cuando el General Itans llega a la hacienda para cumplir con la misión que el encomendó el rey, pero sin esperar lo que le tenía deparado el destino. Segundo libro de Corazón de Piedra.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
MENTIRAS DISFRAZADAS
...ITANS:...
— ¿ Cómo? — Pregunté, asegurándome de no haber escuchado mal.
La Señorita Sandra parecía un tomate, su rostro con mezcla de nervios y vergüenza. Por dentro sentí los mismos nervios pero me mantuve neutral.
— Eh... No... — Tartamudeó pero su padre volvió con tres copas llenas de vino en una bandeja.
Tomamos distancia de nuevo pero la Señorita Sandra dejaba en evidencia algo que había sucedido, aunque su padre actuó como si no se hubiese percatado de aquello.
— No tengo copas de oro... Debe estar acostumbrado a todo lo ostentoso — Se disculpó mientras me ofrecía una, la tomé y también le ofreció una a su hija.
— Lo que cuenta es la intención — Dije, la Señorita Sandra tomó la suya y brindamos.
— ¿ Su otra hija no se une a la celebración? — Pregunté curioso.
— Es menor de edad, aún no puede beber... Disculpe su falta de cortesía... — Sonrió débilmente, el Señor Cuper parecía tratarme como si yo fuese un Lord, aceptaba que ser general del ejército me daba cierto prestigio pero yo no tenía sangre real para que fuera tan adulador, atribuía eso a que yo podría ir a decirle al rey sobre sus tratos, así que le convenía tenerme a gusto aunque a mí no me pasaba por la mente eso, me conformaba con tener techo y comida.
Bebimos, no podía dejar de cruzar miradas con la Señorita Sandra y ella parecía ponerse más nerviosa, sus ojos de nuevo en mí por instantes, cuando dejó de hacerlo no pude evitar observar el escote de su vestido, una muestra sutil de sus senos, recordando lo favorecidos que eran pero me concentré en mi vino.
No fué buena idea observarla desnuda, esa imagen no dejaba de perturbar mi mente.
Era mejor enfrentarla, tal vez había escuchado mal pero me pareció una confesión.
La acompañé a la cocina para lavar las copas. Yo limpié la mía, después de eso las coloqué en la vitrina, solo se escuchaba el agua corriendo, ya que se mantuvo callada.
Tomó una galleta de un vol sobre la mesa y le dió una mordida, me quedé observando y notó mi mirada, dejó de masticar.
— Señorita Sandra... — Comencé a decir, tragó con fuerza cuando me acerqué y se quedó quieta, cerró sus ojos y fruncí el ceño cuando se quedó así por un largo tiempo, abrió sus ojos de nuevo desconcertada, seguía tan sonrojada ¿ Qué estaba esperando ? ¿ Un beso ?
— ¿ Qué sucede? — Preguntó cuando todo se volvió tenso, siempre había tanta tensión cuando la señorita y yo estábamos tan cerca y más cuando estábamos solos.
Sentía como mi cuerpo luchaba por acercarse a besarla, quería sentir el contacto de su piel suave.
— ¿ Yo le gusto ? — Pregunté, me costó tanto decirlo, se quedó quieta de nuevo, abrió su boca y soltó una respiración pesada.
Su pecho se movió más rápido.
Se me calentó el rostro.
— No... — Su voz se debilitó — Yo... Quise decir otra cosa... — Se tocó las manos, claro signo de nervios, me mintió descaradamente, su rostro y todo su cuerpo me decían lo contrario.
— ¿ Qué quiso decir?
— Quise decir que me gustó su apreciación — Dijo, evitando mi mirada.
Me costaba creer en las mujeres ahora, Anabella me había confesado algo similar y luego había fingido vergüenza después besarme por primera vez.
— Claro... — Encogí mis hombros, fingiendo alivio — Aprovecho para aclarar que tampoco me gusta.
Algo sucedió en ella al escuchar mi mentira, lo hice observándola a los ojos y con expresión seria.
Sus ojos brillaron con dolor claro.
— Jamás creí eso — Dijo después de bajar su mirada.
Intentó pasar a un lado para salir de la cocina pero me interpuse.
— Señorita Sandra...
— Deme permiso por favor — Dijo, con voz casi quebrada, la tomé suavemente de la barbilla y elevé su rostro.
Sus ojos estaban cristalinos, a punto de soltar las lágrimas, apretó su boca y se zafó de mi agarre.
— Lo siento... — Musité mientras me apartaba a un lado.
Se alejó pero salió por la puerta trasera y me quedé quieto.
Intenté luchar para no salir corriendo tras ella.
Mi cuerpo, mi mente, incluso mi alma me gritaban para que me rindiera a lo que me estaba ocurriendo con la señorita, jamás pensé que una chica volvería a ponerme así y menos que sería la hermana de Liliam.
La Señorita Sandra estaba haciendo que yo dejara de pensar en el doloroso recuerdo de Anabella pero al mismo tiempo me estaba abriendo la puerta a cometer lo mismo.
Aún así fuí tras ella.
...SANDRA:...
Llegué al árbol más cercano y solté un par de lágrimas.
Era estúpido querer llamar la atención de un hombre al que no le gustaba, saldría lastimada, sentí un dolor muy fuerte con solo esas palabras, no quería sufrir por algo imposible.
El General Itans era como un amor platónico, no sucedería nada.
Me limpié las lágrimas pero alguien me cubrió los ojos con las palmas. Conocía aquel juego así que no me asusté.
Me quedé quieta, toqué las manos que me cubrían, eran suaves y pequeñas.
— ¿ Derek ? — Pregunté y bajó sus manos, me giré.
— Hola — Dijo él con una sonrisa abierta.
— Hola.
Me observó el rostro.
— ¿ Estabas llorando?
— No, tengo alergia — Corté.
— Vine a visitarte — Dijo mientras me tomaba las manos.
¿ Qué más podría hacer Derek al venir?
— Gracias por venir — Susurré.
— No me apartaré de nuevo — Dijo mientras me daba un abrazo — Sería un tonto para dejarte ir... Eres la chica más hermosa y especial que existe.
— Exageras — Me quejé pero no rechacé su abrazo, sino que envolví sus hombros — Soy común y corriente.
¿ Por qué no podía sentirme viva con Derek ? ¿ Por qué no me envolvían las sensaciones que me envolvían cuando el General Itans se acercaba ?
— No lo eres — Dijo contra mi oído — Haré lo posible para que creas en la veracidad de mis sentimientos hacia tí.
— Está bien, lo agradezco.
Cerré mis ojos pero cuando los abrí me sorprendí.
El General Itans estaba de pie afuera de la puerta trasera y me observaba abrazar a Derek con cierto enojo extraño en su expresión.
No me dió tiempo de apartarme de Derek cuando me dió la espalda y volvió al interior de la casa.
Me aparté de Derek y sonreí con tensión.
Él no notó nada.
No pude evitar pensar en la posibilidad de que el General Itans había salido para seguirme y confesarme que también le gustaba, luego de eso me besaría y pediría mi mano para cortejarme cómo es lo adecuado.
Pero tal vez lo arruiné, tal vez la aparición de Derek hizo que todo eso quedara en solo mis fantasías y me sentí una estúpida, debí alejarme lo suficiente para que Derek no me encontrara o debí rechazar su abrazo.
Ahora el General Itans se había retractado de lo que sea que iba decirme.
O seguramente era mi imaginación y el General Itans solo se dirigía al cuarto pero al vernos abrazados no quiso interrumpir y decidió volver adentro para no hacer mal tercio.
Nunca lo sabría.
— ¿ Quieres té? — Pregunté a Derek, intentando sentirme mejor con eso.
— Sí, claro.
Caminamos hacia la puerta trasera y nos metimos en la cocina.
Pero la imagen del General Itans molesto como si estuviera celoso de encontrarme en los brazos de Derek no abandonó mi mente, aunque eso era ridículo porque yo no le gustaba pero aún así no deshice la posibilidad y me enojé conmigo misma.