Prohibido Amarte "El Desenlace"

Narra Sam

Veo como Alex y Elena se retiran del comedor y mi labios se curva en señal de victoria, cero y va una querida Elena, voy directo para mi cuarto y veo mi celular lleno de mensajes y llamadas de Max

- Max esta noche me quedare en casa de mis padre, mañana necesito que nos reunamos, descansa - escribo con un suspiro de malestar por la parte que me toca

- ¿pasa algo Samanta? – pregunta

- Mañana hablamos – le escribo y apago mi celular

Cambio de ropa a Liam y decido acostarme con él, pues no he disfrutado a mi hijo en todo el día, le leo un cuento mientras le acaricio su hermoso cabello, cuando finalmente se queda dormido, lo acomodo y yo me quedo observando una pared incolora, los pensamientos y las preguntas me invaden, si Alex no murió entonces quien es el hombre que enterramos, ¿a quién le llore? por quien murió el abuelo, ¿porque Alex dice que estaba inconsciente por meses, porque volvió con ese odio desmedido por todos? evidentemente algo no encaja en esta historia contada a medias y no sé a quién preguntar. Si Elena y él tienen una hija, que tiene la edad de Liam, eso quiere decir que ellos si tenían una relación, entonces porque me pido que huyéramos juntos, maldita sea, estas preguntas me llenan la mente de intriga, dudas y zozobra.

Pasan las horas hasta que finalmente me quedo dormida. Al llegar la mañana, comienzo organizarme para salir y hablar de una vez por todas con Max, me encargo de Liam, lo baño y lo visto en medio de juegos, para luego bajar al comedor a desayunar, se me olvidaba la existencia de Elena, paso de largo y sin saludar

- ¿no tienes casa? – pregunta ella mientras le da de comer a su hija

- ¿Por qué lo preguntas? – respondo con repelencia

- Una mujer casada debe estar con su esposo – menciona

- ¿Te preocupa que me quede aquí? – pregunto con una sonrisa falsa

- En absoluto – responde ella levantándose de la mesa

Siempre pensé que era ridículo que dos personas se pelearan por el amor o el interés de otro, si mi yo del pasado me viera ahora, enfrascada en una lucha con la que alguna vez fue una de las personas más cercanas a mí, seguramente se reiría y me diera una paliza, lo que no esperaba era enamorarme como imbécil de mi propio tío y que después de experimentar su muerte no estoy dispuesta a dejarlo ir así de fácil.

Termino de desayunar y le pido a María que se quede con Liam mientras yo voy a la oficina de Max.

Llego al complejo de edificios y subo sin ser anunciada, toco la puerta y lo veo reunido con una mujer que nunca en mi vida había visto y quién está muy cerca de él, hago caso omiso y carraspeo mi garganta para que mi presencia sea notada

- ¡Samanta! – me saluda con nerviosismo

- Los dejo – habla la desconocida

- Max, necesitamos hablar – le digo al tiempo que tomo asiento

- Claro Samanta, dime – indaga

- Max debes saber algo que ha sucedido – comienzo sin saber cómo explicar todos los eventos

- ¿Qué pasa? –pregunta con intriga

- Alex no está muerto – inicio con estas cortas palabras

- ¿De qué hablas samanta? ¿ te sientes bien? No puede ser que volvamos a lo mismo – habla con molestia creyendo que me estoy volviendo loca

- Max, debes creerme, Alex no está muerto, él ha regresado a casa – explico

- ¡Estás loca! Eso es imposible – se levanta enfurecido – esto no puede ser, debes estar alucinando, es importante que tomes terapia nuevamente

- Puedes preguntarle a papa – le digo imponente

- ¿esto es un maldito sueño, ese infeliz no puedo haber sobrevivido – grita y golpea todo

- No sé cómo sucedió, pero Alex esta con vida – reitero

- Maldita sea, ¿Quién fue el que murió entonces? – habla pero no entiendo su reacción

- Tampoco lo sé, según Alex no tiene recuerdos del accidente – le cuento lo que él dijo en medio de la cena

- ¿ahora qué? – me pregunta con sus ojos rojos y llenos de ira

- Pues no sé, creo que tú y yo deberíamos… – pauso antes de proseguir

- ¿Qué? Dilo Samanta ¿ahora correrás como perra detrás de él? – grita mientras me toma con fuerza del brazo

- Me estas lastimando Max, ¡suéltame! – exclamo con un chillido de dolor, esta faceta de él no la conocía, Max siempre fue un hombre gentil, comprensivo, pasivo, el siempre cuido muy bien cada uno de sus comportamientos, hoy está fuera de sí, quizás es normal, él sabe que la presencia de Alex cambia todo entre nuestro nefasto matrimonio

- Max quizás necesitamos calmarnos y hablar como personas racionales – hablo en un tono pacifico, pero el aprieta más su agarre

- Max de verdad me estas lastimando – le digo con mis ojos llorosos

- No sé cuál sea tu maldito plan, pero yo no soy tu maldito juguete Samanta Jones, eres mi esposa y Liam mi hijo, eso no lo vas a cambiar a menos que quieras ver lo peor de mi – me dice mientras me entierra sus cortas uñas en mi brazo

- ¿Qué te sucede Max? Tú no eres así – sollozo con mis ojos suplicante para que me suelte

- Te quiero a ti y a Liam de vuelta en casa hoy mismo – me habla en tono amenazador

- Max, Alex regreso con esposa e hija, cálmate – le cuento para que se calme y me suelte

- Me lo estás diciendo solo para que te deje ir – me toma con más fuerza

- ¡suéltame ya! – grito con ira

- No es mi culpa que Alex este vivo, pero sabes que, estoy feliz, soy la mujer más feliz del mundo solo con el hecho de saber que él está en este mundo, no me importa si está casado o no, solo me interesa que está vivo y esa felicidad ni tú, ni nadie me la quitara – vocifero de manera retadora y dejando de sufrir por agarre, el me suelta con fuerza y me da un bofetada

- Tu no me conoces Samanta, te he tolerado, te aguante las aberrantes infidelidades con ese bastardo, te he comprendido, te he acompañado, me hice cargo de Liam y lo amo como si fuera mío, solo por el hecho de ser tu hijo, he luchado por tu amor de una manera que ni tú te imaginas Samanta, no estoy dispuesto a dejarle el camino libre a ese infeliz – me habla Max en un tono tan posesivo y dominante que me extraña , tomo mi bolso y salgo de su oficina

- Te quiero hoy en casa con Liam, Samanta – grita desde su oficina

Voy directo a casa con mis ojos llorosos y con un dolor en mi pecho, sin contar la marca de su mano en mi brazo y rostro