sin darse cuenta, Renata muere en un evento de moda en Paris. al despertarse, se da cuenta que ahora está en el cuerpo de una extra patética que se deja pisotear por la villana. pero no, está vez, Renata protegerá al protagonista de la Miranda, la villana.
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capitulo 15: Incendio.
Después de un desayuno reconfortante con su abuela, Diana se sintió revitalizada. Salió del hogar muy bien arreglada, pues hoy debía hacer muchas cosas que son importantes.
La brisa suave la acompañó en su camino hacia el palacio, mientras los rayos del sol iluminaban su andar que traspasaba la ventanilla del carruaje.
Al llegar a las puertas del palacio, fue recibida por la guardia que la dejo entrar de inmediato. En el vestíbulo, allí estaba Dorian, de pie, con una presencia tan imponente como cálida, esperándola con una expresión que hablaba de alegría contenida.
Antes de que ella pudiera pronunciar una sola palabra, Dorian se acercó y, con un gesto delicado, le dio un suave beso en sus labios rojos. Fue un gesto inesperado que hizo que su corazón diera un brinco. Luego la rodeó con sus brazos.
— no pude dormir nada anoche, pensando en ti — le susurró Dorian al oído, su voz es cálida y cercana.
Diana ríe y dice.
— yo sí dormí, pero soñando contigo — respondió, una ligera sonrisa brotando en sus labios.
Dorian se apartó un poco para mirarla directamente a los ojos, notando la profundidad de sus palabras. Sin embargo, Diana, cambió de tema ya que desea actuar de inmediato con este asunto.
— Dorian, antes de comenzar a trabajar contigo, necesito recuperar la casa de mi difunto padre.
Con un rostro de igual seriedad y determinado, él entiende esto. Así que sin esperar más, le pide acompañarla para así ser su apoyo, y más con los documentos listo.
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En la residencia Cauciel. Miranda se levanta con gran pesadez en su cabeza. Una resaca que le molesta hasta los huesos. Débilmente se incorpora en la cama y toma su cabeza.
— ah.... La cabeza... No... No la aguanto.— Miranda toma su bata y como siempre, se dirige a ver el balcón.
Ahí se puede apreciar la entrada de la mansión. Algo que deja en sorpresa a Miranda es ver a su media hermana bajar del carruaje con ayuda del emperador. No tiene nada en su estómago y aún así, presenta náuseas y la jaqueca empeora. Rápidamente va por un vestido fácil para salir de su habitación.
Dorian y Diana se acercaron a la entrada, el andar decidido del emperador transmitía una autoridad natural, mientras Diana lo seguía, con una mezcla de ansiedad y determinación en su corazón.
— ¡Su majestad!— se había presentado Erika, la madre de Miranda. Le ofrece una reverencia de inmediato. He intenta ignorar a Diana— ¿Que lo trae por aquí?... Si es por lo de anoche y mi hija, le suplico que le perdone...
— no, estoy aquí por mi pareja, Diana está aquí conmigo, así que espero que no la esté ignorado por gusto.
— no, por supuesto que no. Ella... Ella también es mi hija, no podría-...
— eso es lo que has hecho antes de que mudará con la abuela Beatrice.— comentó Diana, firmemente.— no soy tu hija ni mucho menos Miranda es mi hermana. Ustedes han tenido suficiente de mi padre. Así que vengo a recuperar lo que me pertenece por ley.
Erika no sabía que hacer, su rostro demuestra una combinación de desesperación espontánea y rabia por lo que Diana está haciendo.
— no puedes hacerme esto... ¿Con que pruebas?... Esos documentos pueden ser falsos... Con el poder a tu lado puede conseguirlo lo que sea...— su voz temblaba.
— los documentos son totalmente originales. Su osadía de contradecir que los documentos son falsos en mi presencia es imperdonable.— expuso Dorian.
Erika balbucea, pero Diana la enfrenta.
— mis actos no son como los de ustedes. Falsificaron el testamento y me excluyeron de todo. No tienes el derecho de pensar eso. Además, si no me equivoco, el abogado debió de darle una notificación de desalojo. A no ser que ustedes no la tomaron en cuenta.
La atmósfera en la residencia Cauciel se había vuelto tensa y opresiva tras las palabras de Diana. Miranda, oculta en el segundo piso, escuchaba a su media hermana Diana y a su madre Erika en la entrada. Su corazón latía con ferocidad mientras se percataba de la gravedad de la situación. Diana hablaba con firmeza, exponiendo las razones por las que debían desalojar la mansión, recordando que la herencia de su padre le pertenecía legítimamente, pero lo que más le hervía la sangre era por el apoyo de su majestad aquí.
Cada palabra de Diana era un aguijón en el pecho de Miranda. La idea de perder su hogar, su fortuna, su estatus la consumía, y la rabia comenzaba a burbujear dentro de ella.
Miranda bajó silenciosamente y se dirigió a la parte trasera de la casa, donde se encontraba su amado jardín, un espacio donde las rosas florecían y que representaban su conexión con la magia. Las flores eran el recurso más valioso de su poder, pero en ese instante, no le importaba.
— puedo plantar más... Pero el fuego no podrá extinguirse con simple agua.
Una necesidad violenta de destruir creció en su interior.
— si no puedo tener la casa, menos permitiré que Diana lo disfrute.
Con los ojos brillando de determinación, Miranda se movió con sigilo entre los arbustos, llegando al lugar donde guardaba sus utensilios de jardinería. Utilizando una de sus herramientas, comenzó a hacer pequeñas incisiones en el suelo, creando surcos que permitirían que el fuego se propagara más fácilmente. Las emociones la embargaban.
Entonces, un impulso espontáneo la llevó a tomar un frasco de aceite que solía usar para fertilizar las plantas. Sin pensarlo dos veces, comenzó a verterlo sobre las rosas, empapando sus pétalos en un líquido oscuro y viscoso. Estaba dispuesta a sacrificar esto en su arranque de ira.
Cuando todo estuvo listo, Miranda encendió una cerilla, la llama titiló en la luz del día, y un momento de duda se apoderó de ella.
— pero... Esto lo cultive desde que supe que tenía mi magia...— dudó por unos segundos.
Escucha a su madre exponer que no puede quitarle la casa, su terquedad es grande. Es cuándo reafirmó su decisión. Con un movimiento decidido, arrojó la cerilla al suelo, y al instante, las primeras llamas comenzaron a devorar los pétalos de las rosas.
El fuego se avivó rápidamente, y la vista del jardín, alimentado por el aceite inflamable, ardía en una danza voraz. Las llamas se elevaban, devorando todo a su paso mientras que Miranda se iba de ese lugar.
El calor comenzó a expandirse, y el fuego avanzó sin restricciones hacia la residencia, iluminando la casa con un resplandor siniestro. En ese entonces, Dorian y Diana se dieron cuenta que había un olor a humo y los sirvientes alertar sobre esto.
— ¡Mi señora!... ¡El jardín se está quemando!
— ¡No puede ser!
Diana retrocedió ya que aún se encontraba en la puerta y miró el humo negro ascender al cielo. Fue donde reafirmó que algo estaba pasando allá atrás.
Cuando ambos quisieron ver, Erika no estaba, había desaparecido por la distracción del fuego. Pero eso no era lo importante, sino atender lo más rápido este catastrófico suceso.
Ella le va a ir bien siendo que manipuló al Duque desde el principio?, y si el ya tenía una mujer que ama? o una prometida y con ella se querían, no está bien que quieran que Miranda sea feliz a costa de un hechizo que uso para Hipnotizar a la víctima.
Si quieren que Miranda se redima es hacer las cosas bien, pagar por las cosas que hizo