Lissa Rosette una joven doctora del siglo XXI cae en coma después de salvar a una niña de ser atropella por un camión. Sin saberlo queda atrapa en una de las mejores novelas de harén inverso y erotismo escrita por su autora favorita. Ahora Lissa es Eyra una extra que muere cuando el príncipe heredero del reino de Eldoria se aburre de ella, al fijar sus ojos en la dulce protagonista. Pero ahora Lissa siendo Eyra cambiará su destino, se vengara del príncipe que jugo con ella como si fuera un objeto y de la protagonista que no le importo arruinar las vidas de las demás para su lograr sus objetivos. Todo esto antes de que la maldición que posee el cuerpo de Eyra la mate. ¿Lograra Lissa cumplir sus objetivos?
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Capítulo 14
Las Cataratas de Lysaria eran un espectáculo de magia natural. El agua caía desde lo alto de los acantilados como hilos de cristal líquido, y el sonido era como un canto antiguo que resonaba en el corazón de quienes se acercaban. Eyra, Oliver y sus escoltas llegaron al lugar justo cuando el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos lavanda y oro.
Pero no estaban solos.
A orillas de las cataratas, una joven de cabellos negros como la obsidiana y ojos verdes intensos luchaba contra varios hombres vestidos de negro y encapuchados. Su magia de agua se manifestaba en látigos líquidos y escudos ondulantes.
Pero eran demasiados demasiados mercenarios. Su energía comenzaba a flaquear.
Eyra no lo dudó. Desenvainó su espada y corrió hacia la escena. Oliver la siguió, y los escoltas se desplegaron con precisión. En cuestión de minutos, los mercenarios fueron derrotados. Algunos huyeron, otros quedaron inconscientes. La joven observó a los dos chicos con asombro. A pesar de su edad, sus habilidades en combate y magia eran impresionantes.
Eyra se acercó a la pelinegra, notando una herida profunda en su costado.
—Estás herida —dijo con calma, arrodillándose junto a ella.
La pelinaranja revisó la herida, sacó un frasco de su bolso y lo destapó.
—Bébelo. Te ayudará a sanar más rápido.
La joven dudó, pero al ver la mirada firme de Eyra, tomó la poción. Segundos después, el dolor desapareció y la herida comenzó a cerrarse. La chica la miró con asombro.
—Las pociones mágicas no curan por completo… solo alivian el dolor. ¿Cómo hiciste esto?
—Alquimia avanzada —respondió Eyra, guardando el frasco vacío—. No todo depende de los sanadores o de la magia divina.
La joven sonrió con gratitud.
—Gracias. Me llamo Elara.
Oliver se acercó, limpiando su espada.
—¿Quiénes eran esos hombres?
—Mercenarios —respondió Elara—. Me secuestraron para exigirle una recompensa a mi padre. Logré escapar, pero me acorralaron aquí. Si no fuera por ustedes… tal vez estaría muerta. —la pelinegra los miro a ambos con curiosidad— ¿Y ustedes qué haces en Lysaria?
—Estamos de vacaciones venimos por las cataratas —dijo Oliver, señalando a Eyra—. Mi hermana y yo habíamos oído que eran hermosas.
Mientras Oliver se quedaba con Elara, Eyra se dirigió con uno de los escoltas hacia las orillas de las cataratas. Buscaba la Orquídea Plateada, una flor que solo florecía bajo la luz de la luna llena. Al inspeccionar el área, descubrió una pequeña cueva oculta detrás del velo de agua.
Se adentró en ella. El interior estaba iluminado por cristales naturales que brillaban con luz azulada. En el suelo, como si hubieran sido sembradas por la luna misma, crecían varias Orquídeas Plateadas. Sus pétalos brillaban con un resplandor suave, como si respiraran magia.
Eyra recogió varias muestras con cuidado y volvió al cabo de un rato. Al verla, Oliver se acercó y le susurró:
—¿La encontraste?
—Sí —respondió Eyra, mostrando la bolsa—. Y como está por caer la noche, será mejor que nos dirijamos al pueblo. Está a unos kilómetros. Elara podrá contactar a su familia desde allí.
Oliver asintió, y todos partieron rumbo al pueblo.
Al llegar al pueblo fronterizo, se alojaron en una posada sencilla pero acogedora. Luego acompañaron a Elara al puesto de guardia. Allí, además de los soldados locales, había guardias con el uniforme militar del Imperio de Alderidge. Al ver a Elara, se acercaron a ella, haciendo una reverencia y después asegurándose de que estuviera bien. El capitán que estaba al frente de los guardias de Alderidge observa con extrañes a Oliver y a Eyra junto con sus escoltas.
Elara al ver esto le explica que había sido rescatada por ambos jóvenes y sus escoltas. El capitán de la guardia agradeció su ayuda y luego se dirigió a Elara:
—Su hermano llegará mañana por la mañana. Está muy preocupado por usted.
Eyra y Oliver unos minutos después se despidieron de la pelinegra y regresaron a la posada. Tenían que descansar. Al día siguiente partirían hacia su último destino: el reino de Silica.
Allí, en las remotas Montañas de Virell, ocurría una vez al año la lluvia de estrellas, un fenómeno mágico que hacía florecer la legendaria Flor Celestia. Durante esas noches, la flor brillaba intensamente, con destellos que parecían pequeñas estrellas fugaces moviéndose sobre sus pétalos. El néctar que se extraía de esa flor era de un tono plateado con reflejos iridiscentes, y tenía un aroma dulce y fresco, como una mezcla de menta y jazmín. Este néctar era extremadamente raro y valioso, conocido por sus propiedades restauradoras: acelerando la regeneración del cuerpo y revitalizando el espíritu.
Eyra sabía que esa flor sería el último ingrediente. Y con ella… la cura estaría más cerca que nunca.
A la mañana siguiente, el pueblo despertó con el sonido de cascos golpeando la tierra. Un grupo de soldados del Imperio de Alderidge llegó montado a caballo, liderado por un joven encapuchado que ocultaba su rostro. Al frente del puesto de guardia los esperaba el capitán Thalren Voss, junto a su escuadrón de diez hombres, quienes habían estado encargados de la búsqueda y rescate de Elara.
El joven desmontó con agilidad y se acercó al capitán, quien le hizo una reverencia respetuosa antes de guiarlo hacia la posada donde se alojaba la pelinegra.
Elara estaba sentada en una mesa exterior, desayunando con calma. Al ver al encapuchado acercarse, se puso de pie con una sonrisa contenida. El joven se detuvo frente a ella, con expresión seria.
—Es que no puedes evitar meterte en problemas.
—Sabes que adoro los problemas. Y no los busco… ellos solitos me encuentran —se encogió de hombros y luego sonrió dulcemente—. Me alegra verte después de varios meses, hermanito.
El joven se quitó la capucha, revelando un rostro de rasgos finos, cabello negro y ojos tan verdes como los de Elara. Sonrió con calidez y la abrazó con fuerza.
Después de eso, Elara lo invitó a sentarse y desayunar con ella, sus escoltas y el capitán Thalren. Mientras comían, Elara relató cómo había sido rescatada por dos jóvenes con habilidades sorprendentes en combate. Su hermano escuchaba con atención, hasta que ella llegó a la parte donde mencionó la poción que Eyra le había dado.
—¿Una poción? Eso no se ve todos los días —comentó el capitán, asombrado—. Las pociones solo alivian el dolor. No curan por completo como lo hace la magia. Esa chica sin duda posee un gran talento.
—¿Cómo era? —preguntó el pelinegro, con expresión seria.
Elara lo miró con curiosidad genuina.
—Era una chica muy hermosa. Cabellera larga de color naranja y unos impresionantes ojos violáceos —comentó mientras comía unas uvas—. Nunca había visto un color de ojos tan extraño. Pero si sientes tanta curiosidad, ¿por qué no vas y la ves en persona? Ella también estaba alojada en esta misma posada.
El joven se levantó abruptamente y entró en la posada. Preguntó a la encargada por la chica que su hermana había descrito, pero la señora mayor le informó que ella, junto con el chico que la acompañaba y sus escoltas, habían partido temprano, antes de que saliera el sol.
El pelinegro soltó un suspiro. Era imposible que esa chica fuera la misma que conoció en el convento. Aunque los ojos coincidían, el cabello no era morado… sino naranja.
Agradeció la información y volvió junto a Elara, quien lo esperaba con los brazos cruzados y una mirada inquisitiva.
—Me lo cuentas por las buenas… o tendré que sacarte la información por las malas.
El joven sonrió, sabiendo lo intensa que podía ser su hermana cuando se trataba de un buen chisme. Se sentó a su lado y comenzó a contarle todo.
Mientras tanto, en el reino de Silica
Eyra y Oliver caminaban por el mercado de la ciudad principal, comprando provisiones para el viaje a las Montañas de Virell. El aire era fresco, y el cielo comenzaba a teñirse de tonos azul profundo. Según lo que les habían informado, esa misma noche ocurriría la lluvia de estrellas, el fenómeno mágico que hacía florecer la legendaria Flor Celestia.
Eyra no podía dejar pasar esa oportunidad. Si no llegaban a tiempo, tendría que esperar un año entero para volver a intentarlo.
Después de abastecerse con todo lo necesario, partieron rumbo a las montañas. El trayecto sería largo, y estarían llegando ya entrada la noche. Pero Eyra no se quejaba. Cada paso que dada los acercaba más a la cura.
Eyra tuvo su final feliz e hizo a dos hombres felices /Shy//Awkward//Awkward//Facepalm//Facepalm/
Me encanto de principio a fin.
Una noche de pasión y lujuria desenfrenada para la parejita y el trío /Awkward//Awkward//Awkward//Awkward//Awkward/ años de abstinencia desbordada 🥵🥵🥵🥵🥵