La joven, cuyo corazón había sido destrozado por la crueldad de aquellos que una vez habían sido sus seres queridos, ahora caminaba por un sendero de venganza. Había perdido todo: su hogar, su familia, su inocencia. La amargura y el dolor habían dado paso a una sed de justicia, que la impulsaba a buscar a aquellos que le habían arrebatado todo. Sin embargo, el destino, que parecía tener un plan propio para ella, nuevamente la pondría a prueba. La joven se encontraría cara a cara con su pasado, y debería enfrentar las sombras que la habían perseguido durante tanto tiempo. ¿Podría encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante, o la venganza la consumiría por completo? Eso solo el tiempo lo diría.
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capítulo 15
La noche era oscura y silenciosa, pero el miedo y la incertidumbre que sentía Elizabeth eran palpables. Había sido arrancada de su hogar, arrojada a un carruaje y llevada a un destino desconocido. La capucha que le cubría la cabeza le impedía ver, y las cuerdas que le ataban las manos la hacían sentir prisionera. "¿Qué estás haciendo? ¿Dónde me llevas?", gritaba desesperada, pero nadie respondía. El carruaje avanzaba sin cesar, y cada minuto que pasaba era un calvario para Elizabeth.
Finalmente, el carruaje se detuvo, y Elizabeth fue sacada a la fuerza. La capucha fue retirada de su cabeza, y se encontró en una habitación lujosa, con un soldado custodiando la puerta. "¿Qué es esto? ¿Por qué estoy aquí?", preguntó Elizabeth, intentando mantener la calma. De repente la puerta se cierra y Elizabeth se quedó sola en la habitación, gritando desesperadamente por ayuda. El soldado había sellado la puerta y se había ido, dejándola abandonada. Se sentó en un rincón, abrazando sus piernas y temblando de miedo. "¿Qué pasará ahora? Tengo miedo, por favor padre no me dejes aquí", sollozaba.
Mientras tanto, en otra parte del castillo, Narón se reunía con Milton para almorzar. La sierva trajo un cerdo asado y Narón se sintió hambriento, pero se detuvo al ver a Milton incómodo. "¿Qué sucede?", preguntó Narón, notando la preocupación de su consejero.
Milton vaciló antes de hablar. "¿Majestad comprará a esa mujer?", preguntó, refiriéndose a Elizabeth. Narón cortó un trozo de carne y se lo llevó a la boca antes de responder. "Ya lo hice", dijo con una sonrisa.
Milton se mostró sorprendido y preocupado. "Majestad, con todo respeto, ha perdido la cabeza. ¿Qué piensa hacer?", preguntó, intentando razonar con Narón. Pero Narón no respondió, era más que claro que necesitaba una esposa para ser coronado, y Elizabeth era su única opción.
Milton se ofreció a realizar un cortejo con las mujeres de las familias más nobles, pero Narón lo rechazó de manera categórica. "¡No! Lo último que necesito es un protocolo de esos", exclamó con impaciencia. Milton se resignó y se dispuso a cumplir con la orden de Narón.
"Quiero saber todo de ella y su familia", ordenó Narón. "Luego prepará todo lo antes posible. Tendremos una boda".
La noticia de la boda sorprendió a Amalia, quien se levantó de un salto. "¿Cómo? ¿Con quién?", preguntó con curiosidad. La dama negó con las manos. "No lo sé, majestad, pero no es de las candidatas a la realeza".
Amalia se preguntaba si Narón ya estaba comprometido en secreto y no se lo había dicho. Mordió sus uñas con ansiedad. "¡No me haría algo como eso, no puede hacerme eso!", se dijo a sí misma.
Mientras tanto, el castillo se preparaba para la boda. Las invitaciones llegaban y los aposentos de la novia estaban listos. Milton trajo la información que Narón había pedido sobre la familia de Elizabeth. "Su padre ha sido mano derecha de su padre, pero fue declarado como un estafador", informó. "Su hermano mayor se dedica a frecuentar a mujeres y es adicto al juego. De su hija no se sabe mucho, pero no es diferente".
Narón escuchó la información con interés, pero no se inmutó. "Tranquilo, no busco amor sino una aliada", dijo. "Me casaré con ella para obtener la corona, luego me divorciaré y ambos llevaremos una buena vida". Milton miró a Narón con escepticismo. "¿Está seguro de esto?", preguntó. Narón se ajustó su traje blanco y su capa carmesí frente al espejo. "Ya no hay vuelta atrás", respondió con determinación.
El reencuentro con su amado está muy próximo