En Arendelle se había corrido el rumor de que existía una bruja que se escondía en lo más profundo del bosque, nadie podía afirmarlo pero el rumor estaba ahí y nadie se atrevía a cuestionarlo.
Pero un buen día el Alfa del pueblo decidió ir al bosque a cazar, sin pensar que una trampa para osos lo atraparía estando transformado en licántropo, habiendo escapado de ella fue atacado en el camino y malherido, cansado y a punto de caer inconsciente, vio a lo lejos a una mujer que estaba corriendo hacia él y sin pensarlo fue hacia ella y luego de ello no supo qué sucedió después pero de algo estaba seguro...
Había encontrado a su compañera...
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Capítulo 7
DAMON
Era de mañana cuando la bruja oscura se fue sin dejar rastro alguno. Scarlett, por el contrario, casi no durmió y eso no era bueno para una bruja como ella luego de que usó casi todo su poder para crear la barrera que nos protegió a ambos.
Y ahora ella estaba durmiendo en la cama, exhausta y completamente cansada. Tanto que ni siquiera podía abrir los ojos de lo cansada que ella estaba. No quería dejarla sola, pero mi deber como Rey Alfa... lo debía de cumplir.
Entonces sin pensarlo dos veces pedí que trasladaran mi trabajo a la casa de la bruja del pueblo como le decían a ella.
Para mí ella era la mujer más importante en mi vida. Pese a que no podía sentir su olor, ese refrescante olor a sándalo y rosas, el mejor olor de todos. Su belleza me cautivaba de tal manera que no podía dejar de pensar en cuánto tiempo estuve sin darme cuenta de que mi compañera de vida estaba más cerca de lo que pensaba.
Rato después mientras trabajaba en mis pendientes, oí a Scarlett levantarse de la cama. La vi yendo a la cocina cuando se detuvo al verme, estaba desconcertada y frotó sus ojos un par de veces, luego parpadeó perpleja al verme.
—¿Qué hace aquí?—Preguntó extrañada.
—Trabajando...—Le respondí apenas mirándola.
—¿Y por qué debe de trabajar en mi casa? Debería de estar en la suya. Además... El Rey Alfa no puede estar aquí a menos de que necesite saber quién es su Reina Luna. Esa es la ley.
Dejé los documentos sobre la mesa, me dirigí hacia ella mirándola, intranquila, desconcertada, al verme acercarme a ella. Dio un par de pasos hacia atrás, pasó saliva nerviosa, sus mejillas estaban ruborizadas, se veía demasiado hermosa.
—No me hace falta que me lo digas...—Me miró aún más desconcertada—la tengo justo frente a mí. Mi Luna...
Dio otro paso hacia atrás pegando su espalda contra la pared, se miraba asustada y muy, pero muy aterrada. Ella no se imaginó que recordaría lo sucedido cuando desperté.
—Lo recordó, ¿cierto?—Su expresión cambió, pasó de estar aterrada y desconcertada a tener una sonrisa maliciosa en su bello rostro.—Es muy raro que un licántropo recuerde lo que hizo su lobo interior, pero por lo visto aún en ese estado es muy consciente de lo que hace y sucede a su alrededor. Impresionante.
—¿Por qué ya no pareces asustada?—Le pregunté.
—Porque... es la primera que algo como esto me pasa y sinceramente trabajé mucho para nunca ser la Mate de nadie, mucho menos de un Rey Alfa. Sin embargo... creo que la Diosa Luna quiso que sea su Mate, pero, en cambio, yo no deseo ser de nadie.
—¿Qué quieres decir?—Me miró con una mirada inexpresiva y llena de calma, una calma que nunca antes había visto en una bruja como ella.
—Siendo la bruja de Arendelle, no puedo ser la Reina Luna. Va en contra de las leyes de Arendelle y del mundo sobrenatural. Y sabe muy bien a lo que me refiero.
Ella tenía razón, pero por algún motivo la Diosa Luna quiso que Scarlett, la bruja de Arendelle fuera mi Mate y Reina Luna.
—No me importa, llevo mucho tiempo queriendo encontrarte y cuando finalmente lo he logrado, ¿tú simplemente... dices que lo nuestro es imposible? ¿Lo dices en serio?—Me miró de reojo con los ojos afilados.
—Su abuelo... hace más de cincuenta años él mismo proclamó que las brujas servirían para ayudar a los licántropos en hallar a sus Mates y decirles cómo son y dónde están, muchas de nosotras no somos partidarias de dicho ideal. Pero... el hacer ese trabajo es único que nos da algo para sobrevivir, aun sabiendo que la misma Diosa Luna tampoco es una partidaria de sus creencias y aun así ella ha sido benevolente en otorgarles una Mate o un Mate a ustedes los licántropos.
Así que... usted dígame. ¿Es partidario de la idea de que las brujas sean solo herramientas para ustedes los licántropos?—No supe qué responder. Nunca antes me habían hecho esa pregunta y sinceramente no sabía qué decirle.
Ella suspiró al ver que no respondía y simplemente se alejó de la pared, se dirigió a uno de los sofás individuales y se sentó en allí, sin decir nada más. Fui hacia donde estaba y me senté en otro sillón.
El silencio en la habitación era mortal. Era como recibir una constante oleada de sensación de incomodidad. Por un momento estuve a punto de decirle que lo mejor era que debía irme, pero al mismo tiempo mi deseo de estar con ella se hizo más fuerte.
—¿Se quedará allí parado? ¿O me dará una respuesta? Si no... retírese.—Sus palabras fueron directas, pero afiladas al mismo tiempo, eso era una característica única de una bruja como ella, siempre tan directas y lindas...
—Siendo honesto... no qué puedo decirle, dado que a mí educaron con el pensamiento de que una bruja es útil para los licántropos, ya sea para sanar heridas, ver el futuro, pero sobre todo... las brujas son elementos esenciales para nosotros y sinceramente no sé qué sería de este mundo sin ustedes.
Por lo visto mis palabras la dejaron sorprendida por un momento, pero no lo suficiente como para conseguir que creyera un poco en mí y confiara en mí.
—Debo reconocer que eres maldito dolor de cabeza—. Dijo con un tono de desdén.—Pero no lograrás nada, sin embargo... tengo que admitir que eres el licántropo menos molesto que he conocido en mi larga vida.
—¿Me darás una oportunidad?—Me miró un segundo y eso fue todo.
—Lo voy a pensar. Pero no te garantizo nada, déjame trabajar en paz y no me molestes. Que por tu culpa no entregué la medicina que hice—. Tomó un frasco de la mesa e hizo un hechizo que lo hizo desaparecer de inmediato.—Odio hacer esto, pero es mejor esto a que perder un cliente y dinero.—Pronto apareció una nota que decía: "Gracias" y un fajo de billetes en la mesa de centro.
No dije nada y seguí trabajando mientras que ella estuvo trabajando en su Caldero mágico que tenía un raro olor a medicina y alcohol.