Segunda Vida Entre La Venganza Y El Perdón

Anaís se despertó temprano al día siguiente, con la mente enfocada en un solo objetivo: reforzar su posición y desentrañar todos los secretos que rodeaban a Sofía y su abuelo. El encuentro con Marco le había abierto los ojos a un mundo de intrigas y peligros en el que apenas comenzaba a adentrarse. Sabía que no podía enfrentar esto sola, y que para ganar esta partida necesitaría aliados tan comprometidos como ella.

Nicolás llegó poco después de las ocho, con un semblante de curiosidad mezclada con preocupación. Sabía que Anaís, o mejor dicho Sofía, tenía algo importante que decirle.

"Necesitamos hablar", comenzó ella, una determinación fría en su mirada. "Hay algo grande en juego aquí, algo que va mucho más allá de la herencia."

Nicolás asintió, esperando a que continuara.

"El enemigo de la familia no es solo una empresa rival. Es una organización poderosa, con recursos y aliados. Si voy a quedarme con lo que me pertenece, tengo que hacer algo más que simplemente cumplir con el testamento de mi abuelo. Necesito ganarles a ellos en su propio juego, y tú eres la única persona en la que confío plenamente".

El rostro de Nicolás cambió a una expresión de alerta y sorpresa. "¿Hasta qué punto piensas llegar, Sofía? Esto no es un juego, estas personas pueden ser peligrosas. No quiero que te pase nada."

Anaís soltó una sonrisa irónica. "¿Peligrosas? Ellos no saben con quién están tratando. No voy a ser una víctima en esta historia, Nicolás. Es momento de tomar el control."

Nicolás asintió, reconociendo la firmeza en sus palabras. "Entonces, ¿cuál es el plan?"

Esa misma tarde, Marco contactó nuevamente a Anaís y le explicó que para tener una oportunidad contra la organización rival, necesitaría obtener documentos importantes que probaban la conexión de la empresa con actividades ilegales. Estos documentos se encontraban en una caja fuerte en una de las oficinas de la empresa, ubicada en un edificio de alta seguridad en el centro de la ciudad.

Anaís se mostró cautelosa pero dispuesta. Sabía que un solo error podía costarle caro, pero también entendía que la única manera de enfrentarse a estos enemigos era con pruebas contundentes. La ayuda de Nicolás sería crucial; no solo conocía a Sofía, sino que también tenía habilidades que podrían facilitar la tarea de infiltración.

“Será arriesgado, pero si logramos obtener esos documentos, tendremos el poder para ponerlos en jaque”, explicó Marco.

Anaís respiró profundo, sintiendo la adrenalina en sus venas. “Perfecto. ¿Cuándo empezamos?”

Esa noche

Anaís y Nicolás se adentraron en el edificio de oficinas con precaución, esquivando las cámaras de seguridad y utilizando toda la información que Marco les había proporcionado. Cada paso los acercaba más a su objetivo y al peligro inminente que los rodeaba.

Llegaron a la planta donde se encontraba la oficina, y Anaís sintió una oleada de nervios. Este era el momento decisivo, y no podía permitirse fallar.

Mientras Nicolás mantenía vigilancia en el pasillo, Anaís ingresó a la oficina y buscó la caja fuerte siguiendo las instrucciones. Con el pulso acelerado, utilizó las herramientas que Marco le había dado para abrirla, confiando en que sus movimientos fueran precisos.

Finalmente, la caja fuerte cedió, revelando un grupo de documentos y una carpeta roja con el logotipo de la empresa rival. Al abrirla, sus ojos se encontraron con evidencias irrefutables de tráfico de influencias, lavado de dinero y vínculos con otros enemigos de la familia de Sofía.

Pero, en el fondo de la caja fuerte, encontró algo inesperado: una fotografía antigua, en la que aparecían su abuelo y el líder de la organización rival estrechándose las manos. Aquella imagen le revelaba una nueva dimensión del conflicto, una historia oculta que podría darle una ventaja, pero también complicar las cosas.

—“¿Qué encontraste?” —preguntó Nicolás al verla salir con la carpeta en las manos y una expresión de triunfo mezclada con desconcierto.

—“Tenemos lo que necesitamos, pero también una pieza del pasado que podría darnos respuestas... o traernos más problemas.”

A medida que se retiraban del edificio, Anaís no pudo evitar sentir que el juego acababa de subir de nivel, y que estaba más cerca de conocer la verdad de lo que nunca había imaginado.