En un mundo donde las jerarquías de alfas, omegas y betas determinan el destino de cada individuo, Hwan, un omega atrapado en un torbellino de enfermedad y sufrimiento, se enfrenta a la dura realidad de su existencia. Tras un diagnóstico devastador, su vida se convierte en una lucha constante por sobrevivir mientras su esposo, Sung-min, y su hija, Soo-min, enfrentan el dolor y la incertidumbre que su condición acarrea.
A medida que los años avanzan, Hwan cae en un profundo coma, dejando a su familia en un limbo de angustia. A pesar de los desafíos, Sung-min no se rinde, buscando incansablemente nuevas esperanzas y tratamientos en el extranjero. Sin embargo, la vida tiene planes oscuros, y la familia deberá enfrentar pérdidas irreparables que pondrán a prueba el amor que se tienen.
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Enfrentamiento
Y si lo que había imaginado era solo eso: una fantasía tejida por su mente confusa. Lee sentía que el terreno bajo sus pies se desvanecía. ¿Y si nunca había pasado nada más allá de esos besos inocentes? La idea de que su mente pudiera haber exagerado cada roce, cada susurro, lo llenaba de una mezcla de vergüenza y deseo. ¿Era su mente la que había transformado un simple encuentro en algo tan cargado de significado?
Se pasaba las manos por el cabello, sintiendo la presión de la situación. ¿Qué tal si Ryu nunca había tenido la intención de que las cosas fueran tan lejos? ¿Y si solo había sido un juego, una noche de diversión para él? La posibilidad de que su corazón se hubiera entregado a un espejismo lo llenaba de temor.
No podía permitirse caer en esa trampa. No podía dejar que su corazón hablara más fuerte que su razón. Si Ryu no recordaba, si todo había sido solo un juego, entonces él debía actuar con cautela. Pero, por otro lado, había algo en la forma en que Ryu lo había mirado, en la forma en que se habían tocado, que lo hacía dudar de su propia lógica.
¿Y si Ryu realmente estaba interesado en él? La idea lo hacía sentirse ligero y pesado al mismo tiempo. Su corazón palpitaba con la posibilidad de que aquel encuentro no solo hubiera sido un mero accidente, sino el inicio de algo más profundo. Pero, con cada pensamiento que lo llevaba a ese lugar esperanzador, el miedo de perderlo todo regresaba como una sombra.
Finalmente, el aroma del desayuno llenó la habitación, una mezcla de olores que lo anclaba a la realidad. Sin embargo, su mente seguía girando en torno a Ryu, a lo que había pasado y a lo que podría pasar. La incertidumbre lo acechaba, y en ese vaivén de emociones, solo podía esperar que la mañana trajera claridad a su confusión.
De vuelta al presente:
De vuelta al presente, Lee terminó de preparar el desayuno, pero al llamar a Ryu, se quedó paralizado al verlo. Tan sensual, tan delicado e indefenso, su mente se nubló y, en un arranque de pánico, corrió de nuevo al baño, dejando a Ryu desconcertado.
Tomando aire profundo, Lee se armó de valor y trató de calmar su mente antes de regresar a la habitación. Con una voz suave, dijo:
—Lavé tu camisa; está al lado de tu cama. Creo que podrías usar uno de mis pantalones. No creo que haya mucha diferencia de altura. Cuando estés listo, sal, preparé el desayuno...
Aparentemente tranquilo, Lee intentaba ocultar la ansiedad que lo apoderaba. La presión en su pecho crecía, cada segundo era un desafío.
Ryu, con una calma desconcertante, empezó a vestirse. Desde la cocina, Lee no pudo evitar comentarlo en voz alta:
—Pensé que los alfas eran arrogantes, que solo daban órdenes y golpeaban.
La respuesta de Ryu fue rápida, acompañada de una sonrisa enigmática que hizo que el corazón de Lee se acelerara:
—¿Tú eres así?
Mientras lo observaba, Lee notó que Ryu llevaba puesta solo una camiseta, dejando sus piernas expuestas, y eso lo hizo sentirse aún más avergonzado. Se apresuró a lavar los platos, intentando distraerse. ¿Qué estaba ocurriendo? Se preguntaba, angustiado. ¿Quién era realmente el culpable de lo que sentía: él o Ryu?
Cuando terminó de lavar los platos, se giró y encontró a Ryu apoyado contra la pared con una expresión seria en su rostro. La atmósfera se tornó densa.
—Eres un alfa, ¿verdad? —preguntó Ryu, sus ojos fijos en él, aunque ya conocía la respuesta.
—Sí —admitió Lee, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza, como si quisiera salir de su pecho.
—Entonces, deberías hacerte responsable —respondió Ryu, una sonrisa traviesa iluminando su rostro—. Después de todo, anoche hiciste muchas cosas.
Las palabras de Ryu lo atraparon, y la tensión en el aire se hizo palpable. ¿Qué había pasado realmente anoche? El eco de sus propias decisiones resonaba en su mente. Lee no sabía si reír o entrar en pánico. El juego de miradas entre ambos se intensificó, y en el fondo de su ser, una pequeña chispa de emoción y deseo comenzó a arder, desafiando su lógica.
me encanta la escritura....