Siempre he pensado que el hombre que nace malo, nunca en su vida vuelve a recuperar la bondad de su corazón, nadie se hace malo porque quiere, la vida, la sociedad y el mundo te obligan.
Pero que haces si a tu vida llega una persona que no te teme y que cambia el rumbo de tus pensamientos.
Soy Jarek y necesito una madre para mi hijo, no importa lo que tenga que hacer para conseguirla.
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Capítulo 14: Lo que sientes no es mentira
En otro lado de la ciudad...
Demetrio caminaba de un lado a otro en el despacho de Dalila, con esa sonrisa torcida que tanto la inquietaba.
—Jacob está cada día más débil —dijo con satisfacción, dejándose caer en el sillón de cuero—. Los informes lo confirman.
Dalila entrelazó las manos, fingiendo calma, aunque por dentro la ansiedad la devoraba.
—Lo que significa que Jarek perderá todo aquello por lo que tanto ha luchado. Ni Victoria, ni su supuesta bondad, podrán salvar a ese niño.
Ambos se miraron con complicidad, convencidos de que la enfermedad avanzaba. Lo que no sabían era que Dylan había dejado escapar esa información a propósito, filtrando informes incompletos, manipulando cada dato.
“Sigan confiando, serpientes…”, pensó Dylan desde la distancia, mientras revisaba en secreto los resultados verdaderos del tratamiento. Jacob, aunque frágil, respondía mejor de lo esperado.
En el hospital...
Victoria acariciaba el cabello de Jacob. Había pasado horas a su lado, ajustando la mascarilla, asegurándose de que la máquina funcionara sin fallas. Cantaba una melodía baja, apenas un murmullo, y el niño, pese a su debilidad, sonrió levemente.
Cuando la puerta se abrió, Jarek la encontró así, con esa ternura que jamás había visto en otra persona. Se quedó unos segundos en silencio, observando cómo Victoria sostenía la vida de su hijo como si fuera lo más valioso del mundo.
—No sé cómo lo haces —murmuró él, entrando sigilosamente a la habitación—. Yo apenas puedo respirar cuando lo veo así, y tú… tú sonríes.
Victoria levantó la mirada, sorprendida por la sinceridad en su voz.
—No sonrío por mí, Jarek… sonrío por él. Jacob necesita fuerza, no lágrimas.
Hubo un silencio pesado, cargado de emociones que ninguno de los dos se atrevía a acabar.
Esa noche, Jacob tuvo fiebre. El pequeño temblaba y Victoria, desesperada, intentaba bajarle la temperatura con paños húmedos. Al escuchar los sollozos, Jarek irrumpió en la habitación.
—Ven yo lo sostengo—ordenó con suavidad, y tomó al niño en brazos. Jacob se aferró a la camisa de su padre, y poco a poco fue calmándose.
Victoria lo miró con ojos cansados, pero también con un respeto nuevo.
—Nunca lo había visto así —susurró—. Contigo parece sentirse seguro.
Jarek la observó, sus facciones endurecidas suavizadas por la ternura de aquel instante.
—Quizá… quizá sí podemos ser fuertes para él. Los dos.
No hubo más palabras. Solo se quedaron allí, al pie de la cama, turnándose para vigilarlo. Y cuando Jacob finalmente se quedó dormido, Jarek no abandonó la habitación. Se acomodó en la silla junto a Victoria y, sin darse cuenta, sus manos se entrelazaron sobre la cama del niño.
De madrugada, Victoria despertó sobresaltada en la habitación del hospital. La luz tenue iluminaba una hermosa escena frente a ella: Jarek dormía en la silla, con la mano de Jacob aún sujeta a la suya. Los tres unidos, como si fueran una familia de verdad.
Victoria se llevó una mano al pecho. Aquella imagen era peligrosa. Porque por primera vez, pensó que quizá podía enamorarse de un hombre como Jarek.
Horas después, Bianca apareció en el área de pediatría. Seguía preocupada por su amiga, la amistad con Victoria le daba derecho a preguntar lo que nadie más se atrevía.
Primero la observó de lejos: la forma en que se inclinaba sobre Jarek para ajustar la sábana de Jacob, el modo en que sus miradas se encontraban sin palabras. Entró a la habitación y se quedo observandolos un poco más.
—Victoria, puedes venir, tengo algo que preguntarte— dice Bianca interrumpiendo el momento.
Victoria con una postura nerviosa sale de la habitación.
—No me lo puedes negar, Vic —dijo en cuanto la tomó aparte—. Puede que me ocultes cosas, pero lo que sientes por él… por Jarek, eso no es mentira.
Victoria enrojeció, incapaz de responder.
Bianca la sostuvo por los hombros y suspiró.
—Solo espero que no termines con el corazón roto, o que tu vida no este en riesgo, sabes que estoy para ti siempre—le dijo dejándola sola.
El resto del día transcurrio con normailidad, la fiebre no habia vuelto a Jacob, la esperanza de que el tratamiento funcionara crecia cada día mas.
La noche llegó a gran velocidad, Jarek no quizo dejar a su hijo solo, por mas que Dylan y Victoria insistieron, él estaba decidido a regresar a casa solamente con su hijo en brazos y acompañado de su esposa.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Demetrio y Dalila brindaban con alegria.
—Todo va saliendo como planeamos —rió Dalila, confiada.
Dylan, que los observaba desde su celular, ya que tenia muy buenos contactos, ocultó una sonrisa.
—Sí… sigan celebrando mientras puedan—susurró para sí, con una mirada decidida—. La verdad siempre encuentra la forma de salir a la luz.