Aria y Devon son tan diferentes en su vida diaria, pero lo que no saben es que sus deseos son similares, sus fantasías una gota de agua.
Y ahora que Aria tiene a Devon en sus manos, él tiene dos opciones:
1. Denunciarla y alejarse de ella.
2.Dejarse llevar y ver qué sucede.
Y si somos sinceros la segunda opción lo tienta demasiado, sobretodo después de que ella despierta su lado más oscuro y perverso.
Por lo que ahora después de que algo más allá del deseo hizo click entre ellos, ¿Estará dispuesta Aria a aceptar todo de Devon, incluyendo a según él, "su monstruo"? ¿Quién iba a decir que un frío empresario, pudiera ser tan ardiente?
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Capítulo 15: Es mi turno cariñito.
~Aria~
Sus acometidas me estremecen, estoy en el punto entre placer y dolor cuando siento su palma impactar contra mi nalga, una, dos, tres, cuatro veces, gimo y ardo, es fuerte, es duro y salvaje, y... Me encanta.
— Déjate llevar... —y por dios que me dejo llevar no sé por cuánto tiempo, no pensé solo sentí y vibre en sus manos. Con parte de su cuerpo anclado al mío, y el final llegó, sin parar, profundo y desesperado. Me estremecí abrazando su masculinidad en mi interior, acariciándola y succionandola.
...****...
~Unas horas después~
Me estiró lentamente, el calor que fluye a mi espalda me hace abrir los ojos de golpe. Sonrió y me levanto con cuidado, me dirijo al baño y me meto bajo la ducha. Ummm el agua tibia me hace volver en sí restaurando parte de mi energía. Salgo después de unos minutos y tomo una toalla para envolver mi cuerpo, tomo otra más pequeña y me seco el pelo, luego me voy hacia el dormitorio, el que por cierto encuentro vacío, ¿Dónde habrá ido?
Mi respuesta es contestada a los segundos cuando entra con el torso desnudo y humedecido, una toalla rodea sus caderas, por lo visto se fue a duchar a otra habitación. Me observa y me da una media sonrisa, su mirada me recorre de pies a cabeza, tal como lo estoy haciendo yo.
— Quítate la toalla. —jodido demonio, ¿me está dando una orden?— ¿recuerdas nuestro trato? Es mi turno cariñito.
— Pues...
— Cuidado con lo que vas a decir, mira que tengo métodos que no te van a gustar si eres desobediente. —¡maldito demonio!
— Sí, como digas. —muerdo las palabras.
— ¿Cómo me has dicho? Sé respetuosa, solo puedes decir, si maestro o amo. —sus ojos se oscurecen, pareciera no gustarle mi rebeldía.
— Esta bien maestro, ¿algo más amo? —lo enfrento burlona, porque pese a su amenaza de un castigo, no puedo, no puedo ser obediente con él, pero debo hacerlo. Un trato es un trato después de todo.
— Quítate la toalla, ahora. —su voz es dura, y oscura. Me quito la toalla, mientras lo veo moverse hacia su closet, de allí saca un par de esposas adornadas con terciopelo, se acerca a mí y ata mis muñecas— recuestate en la cama.—lo hago y él aprovecha para levantar mis muñecas y sujetarlas a la cabecera. Quiero tironear pero después de pensarlo me abstengo, hice un trato, y aunque me cueste debo obedecer. Una vez me deja bien asegurada se aleja y trae consigo un pañuelo, trago grueso cuando veo para que es. Y sí, me venda los ojos, dejándome imposible ver que hace ahora, solo escucho ruidos y sus pasos.
— ¿Qué haces? —grave error, ya que enseguida siento un azote en mi nalga. ¡Maldición!
— No te permito dirigirte a mí de esa manera, te lo dije, hicimos un trato, y ahora tu cuerpo está a mi disposición, para hacerte lo que quiera. Será mejor que obedezcas, hablaras solo si yo te lo pido, ¿entendido? —no le respondo y lo escucho susurrar algo que no logro entender—¿has entendido?
— Sí maestro. —es mejor no tentar a la suerte.
Siento su aliento sobre mi pu*is sus manos separando mis piernas, su respiración es pausada, sus movimientos son suaves, y muy lentos. Acaricia con su boca la cara interna de mis muslos, hasta llegar a mi centro, se detiene y luego abriendo aquel lugar da un pequeño mordisco a mi punto sensible. Gimo por la sorpresa, allí parece centrarse más y más, y yo me estremezco mientras juega, con sus dientes y perversa lengua. Quiero tomarlo por el pelo y sujetarlo allí, pero malditamente no puedo porque mis manos están atadas. Sigue y sigue, y cuando estoy a punto de llegar, se detiene.
— Ahora tu cuerpo es mío porque así, ha sido el trato, tendrás org*smos solo en mi presencia y cuando yo te dé permiso. Si lo haces sin mi consentimiento, o involuntariamente, me lo vas a decir, no puedes mentirme, ni ocultarme nada. Tu prioridad soy yo, el centro de toda tu atención en este momento soy solamente yo. Ahora, te quedaras así, sin obtener tu satisfacción como castigo por tu lengua afilada. ¿Qué dices a esto?
— Digo... —me muerdo la lengua para no soltarle que me importa un comino su sarta de estupideces, que lo único que quiero es foll*rmelo duro hasta caer rendidos. Pero no lo digo, ya que estoy a su disque disposición y para su placer— sí, maestro. Su deseo es el mío.
— Entonces comenzaremos. —que así sea entonces.
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...Frases de una nueva novela:...
..."Aunque estamos mejor separados, es innegable que nos amamos como dos locos. ¿cómo olvidar a quién se ama?"...
