Amor Valiente.

CAPÍTULO 15.

Cuatro horas después...

Me levanto sin ganas de mi cama y me preparo para ir a la pizzería. Dudando si sería buena idea volver a trabajar ahí, porque de seguro me encontraría con Margareth y con los chicos de la escuela.

Salgo de casa y prefiero irme caminando, confiando que al respirar aire puro podría poner en orden todas mis ideas, puesto que nada iba saliendo como yo lo tenía pensado.

Al llegar a la pizzería, tomé una larga bocanada de aire y la mantuve en mis pulmones antes de entrar. Porque en la primera mesa se encontraba Tyler con todos sus amigos y varias chicas que coquetean con ellos.

Hago que no los veo y camino directo a la cocina a colocarme mi delantal de trabajo.

_ Liz, espera, tengo qué hablar contigo _ escucho decir a Margareth a mi espalda cuando estaba a punto de salir al mostrador.

_ Está bien, dime _ le digo dando la vuelta para mirarla a la cara y sin querer estar aquí, sin querer enfrentar todo lo que se venía porque de seguro Margareth quiere insultarme por lo que está pasando con Tyler.

Deseando estar en cualquier parte del mundo antes de escuchar reproches sobre algo que ni siquiera es verdad.

_ Tú sabías que Tyler era el chico de mis sueños, ¿Por qué tenía que ser justamente él? _ me dice con lágrimas en los ojos.

_ No sé qué decir _ le respondo con calma.

_ ¡Pensé que íbamos a ser amigas! De hecho me caes bien, pero te ligaste al chico del que siempre he estado enamorada _ me dice rompiendo en llanto.

_ Lo siento mucho Margareth, no es mi intención hacerte sufrir _ le digo sinceramente.

_ Perdón por lo que te hice hoy en la escuela. Pero Tyler solamente quiere jugar contigo, él jamás se fijaría en una chica como tú _ entiendo sus palabras y creo lo mismo.

_ Demuéstrame que podemos ser grandes amigas _ me dice apuntando con el dedo a Tyler que se encuentra saliendo de la pizzería con una chica.

_ No tengo que demostrar nada a nadie Margareth, él y yo no somos nada. No somos novios, ni jamás lo seremos _ le suelto sin pensar lo que estoy diciendo.

_ ¿Qué estás diciendo? _ me pregunta con los ojos como plato.

_ Lo que escuchaste, ese chico finge ser mi novio para que el troglodita de su amigo me deje en paz _ le digo la verdad.

_ ¿Hablas de Bruno? _ pregunta.

_ Sí, ese chicho casi me ahoga hace unos días en la piscina de la escuela y Tyler para ayudar de alguna forma se le ocurrió la brillante idea de fingir ser mi novio para mantenerme a salvo _ le explico.

_ Perdóname Liz, soy una tonta, por favor perdóname _ me da un abrazo.

_ Solamente te pido que esto quede entre las dos _ le ruego.

Margareth me promete jamás revelar nuestro secreto y siendo sincera, me saqué un peso de encima al contarle la verdad sobre mi supuesto romance. Por qué por lo menos con ella no tendré que fingir ser quien no soy.

Al rato...

Hace unas horas me había enfrentado a Margareth, creyendo que saltaría sobre mí, qué me golpearía y me asesinaría. Pero fue todo lo contrario, porque contra todo pronóstico lo que conseguí diciendo la verdad fue una tregua.

Y sentí que al fin mi vida iba recobrando la estabilidad que necesitaba, ya que no la tendría encima de mí en la escuela tratándome de traidora y que mi pesada mochila de preocupaciones estaría más vacía.

Decidí volver a la casa caminando cuando terminó el turno de la pizzería, sin percatarme que ya eran casi las once de la noche y que la densidad de la noche era abrumadora, ya que la oscuridad hacía que las sombras de los árboles tomarán formas que me causaban miedo.

Caminé lo más rápido que podía por varios minutos, hasta que sentí que alguien me estaba siguiendo y un súbito cambio en el aire consiguió helarme la sangre.

_ ¡Tyler! _ grité con un tono cargado de miedo.

Atraído por mi voz, alguien por detrás se acercaba lentamente y en el instante que siento que se viene sobre mí. Una fuerte luz, frente de la calle me hace ver la silueta y el rostro de Tyler quien se baja de su motocicleta.

_ No puedes andar sola a estas horas en la calle _ me dice molesto.

_ Tyler _ logro decir, mientras busco a quien me estaba siguiendo, pero no encuentro nadie.

_ ¿Sabes lo peligrosas que son estás calles? _ me pregunta muy serio.

_ No lo sabía, soy nueva en la ciudad y acostumbro a caminar sola por la noche _ le respondo moviendo los hombros.

_ Vamos, te llevaré a tu casa _ me dice caminando hasta la motocicleta para que lo siga.

Dejé que Tyler me llevara a casa, no dijimos nada, pero sentía que esta escena ya la había vivido antes, cómo un déjà vu o algo parecido.

_ No puedes exponerte a situaciones peligrosas _ me dice Tyler cuando llegamos a mi casa y nos bajamos de la motocicleta.

_ Lo siento, no sabía que era peligroso _ Tyler parecía sereno, meditando la respuesta que le había dado, apoyando su espalda en la motocicleta y cruzándose de brazos lentamente.

_ No siempre estaré aquí para protegerte _ en su boca se asomaba una minúscula sonrisa.

_ Nunca he pedido que lo hagas _ le respondo con un tono coqueto que sale involuntariamente de mi boca.

_ Eres una chica muy inusual y me muero por besar tus labios _ me dice con determinación, sintiendo como mis mejillas se ruborizan.

El brillo de su mirada se acrecentó cuando se me acerca y queda frente de mi rostro, a escasos centímetros de distancia.

La magia del momento, me impedía salir corriendo de ahí, me sentía perpleja por lo que estaba a punto de suceder y algo en mí, también anciana su boca, pero un grito interno me decía que me alejara de ahí.

_ Lo siento, tengo que irme _ sale de mi boca, temblándome los pies y casi a punto de darme un ataque de ansiedad.

Tyler me toma entre sus brazos y mis miedos, mis temores, mis preocupaciones desaparecieron en ese momento. Lejos quedaba la tímida Liz, cuando apoya sus labios en los míos, cerrando los ojos para saborear sus labios y cada movimiento que daban sus besos. Donde mis dedos se entrelazaban con los mechones de su cabello para que no se alejara.

Y así, bajo la luz tenue de la luna y la oscuridad de la noche, atesoré ese beso como el tesoro más preciado que la vida podría darme.