Cautivas.

...NASYA...

—Ya que no quieres decir ninguna palabra Christian, ¿qué tal si me cuentas el porqué Nasya vive contigo?

—Bueno...— Esquivo su mirada— Bueno...hemos sido amigos por mucho tiempo, está por en tiempo por acá en Los Ángeles y...

—Qué raro yo tengo otra información en mi cabeza— aleja su copa— ¿Prefieres decírmelo por tu propia cuenta?

—Nina...

—¡¿Qué mierda tenías en la cabeza cuando la secuestraste, Christian?! Hace un puto momento vino su primo por información. ¡¿Sabes la gravedad del asunto?! Si papá se entera no solo te quedarás sin herencia, también sin libertad al estar trás unas rejas— Christian me mira fijamente.

—Te agradezco que no me hayas echado de cabeza.

—¿Qué? Déja de ser imbécil, yo le iba a decir toda la verdad si no fuera porque Nasya me dijo que no lo haga.

...AURORA...

...▫️▫️▫️...

—¿Dónde vamos?— No quita su mirada de la carretera pero aún así espero su respuesta.

—¿No dijiste que querías salir? Vamos a una de mis discotecas. Quiero encontrarme con unos amigos y te lo advierto desde ya, no abras tu boca por nada del mundo, has como si no estás.

—¿Entonces para qué me llevas si no quieres que ni respire?

—Porque quiero presentarle a todos mi pareja.

—Yo no soy tu pareja— Aún con la mirada puesta en la ventana siento su intimidante mirada en mí.

Estacionó el carro fuera del lugar y siguiendo a su lado entramos. Con una sonrisa me presenta a sus tres amigos que no están nada mal, pero no son mi tipo, prefiero a Joel.

Prefiero perderme en mis pensamientos antes que ver cómo se divierten apostando.

Ya pasado dos horas veo el dinero que le entregan a Sebastián, es muy bueno jugando, tan bueno como para ser tan posesivo.

—Voy al baño— Le hablo para que solo él me escuche.

—Yo te acompaño...

—Voy sola.

Me queda mirando por unos segundos y termina cediendo.

—No intentes escapar Aurora, recuerda que vayas dónde vayas te encontraré.

No soporto cuando se pone de esa manera, maldito obsesivo. Me aparto de ellos sin discutir, mi cabeza arde del dolor y lo único que quiero es tirarme un poco de agua encima. Peino mi cabello y en el espejo veo reflejado tras de mí a uno de los amigos de Sebastián, no sé que hace aquí si es un baño de mujeres.

—¿Te sientes mal preciosa?— Tiene copas encima.

No respondo; pienso seguir las palabras de Sebastián: "No abras tu boca por nada del mundo"

Antes de tocar la puerta siento su mano empujarme a él.

—¿Tienes apuro, linda?

—Mi novio me está esperando allá fuera.

—¿Novio?— Ríe— ¿Te refieres a Sebastián? Lo conozco desde hace mucho tiempo y sé que nunca ha conocido a una mujer que le mueva el piso.

Sonrío de lado.

—¿Ah, sí? Entonces si tan bien lo conoce, supongo que sabe cómo se pone cuando un hombre me toca. ¡Sebastián!— Cubre mi boca— ¡Sebastián!

—Cierra la boca, estúpida; puedes tener cara de ángel pero Sebastián ya se ha acostado con muchas así. ¿200 dólares por una noche conmigo? ¿O eres una perra con clase?

Su sonrisa la borra la mano de Sebastián. Carajo, no ví cuando entró. Lo manda al lavamanos de un golpe...mejor dicho de varias golpes.

—¡Sebastián ya para!— Mi corazón se agita cuando veo que de la nariz del hombre sale sangre. Me pongo delante de él— Por favor ya vámonos— Trago grueso, mis esperanzas en que por primera me escuche están en el suelo, pero nada pierdo intentando.

—¡Con mi mujer nadie se mete hijo de puta, si quieres que te lo demuestre con gusto lo haré!— Enlaza nuestras manos y con pasos apurados me saca del baño.

Sé que está molesto y convertido en el mismo diablo.

—Sebastián...

—No me digas nada.

Siento una mano tocar mi trasero, así como siento la mano de Sebastián soltar la mía. No sé que pasa. Con rabia mira al hombre que supongo que me tocó y al darme cuenta ya lo estaba golpeando en el suelo delante de tantas personas. Lo único que me pregunto es ¿cómo carajos lo supo? ¿tiene ojos en todas partes?

¿Por qué nadie hace nada y en lugar de separarlos hacen barras?

—¡Sebastián ya basta! ¡Por favor ya vámonos!

La estupidez del hombre no estuvo bien pero si sigue de esa manera lo va a matar. Desata su enojo en cada golpe que da.

Retrocedo con mis mojados, mis pasos se escapan del lugar al correr por las grandes calles de Houston.

Él se lo buscó, no quería hacer esto pero tengo que aprovechar la oportunidad aunque no sé dónde carajos estoy corriendo.

El carro del diablo bloquea mi paso al estar delante.

—Sebastián...

—Entra al auto— Lo señala.

Definitivamente la suerte no me ama.

—¡Entra al maldito auto!

El volcán explotó de nuevo, esto no me agrada.

Con mis lágrimas cayendo eso hago como una estúpida sumisa.

—¡Te dije que no podrías escaparte de mí, Aurora!— Acelera el auto.

—¡También dijiste que seguirías mis reglas pero ahora las estás rompiendo como un maldito tóxico!

Aprieta su mandíbula y la misma velocidad de la otra noche, usa.

Al regresar a casa ésta vez no me agarra del brazo ya que subí directamente hasta mi habitación.

—¡Aurora!

Su fuerza evita que cierre la puerta en su cara pero lo hace por mí, con él dentro.

—¿Creés que puedes hablarme así cuando se te da la gana?

—Eres un mentiroso, me prometiste que...

—¡A la puta mierda las promesas! ¡No permitiré que nadie te toque hasta que me muera! !Te haré respestar de cualquier imbécil que se quiera sobrepasar contigo!

—De cualquiera...¿y de ti?

Hace presión en mi brazo y me lleva hacia la cama. Otra vez no quiero soportar sus estúpidos gritos.

Me pone debajo de él.

—¿Ya te arrepentiste y me violaras?

—Haré algo mejor.

Con mis manos arriba de mi cabeza le coloca unas esposas en la cama.

—Si de algo estoy seguro es que teniéndote así, nunca nadie volverá a tocarte.

—¿Qué? ¡Sebastián quítame esto ahora!

Se sienta en una esquina con su amargada expresión.

—Sebastián por favor.

No tiene cara de que me escuchará, en este tiempo lo he sabido conocer y sé que cuando se le mete algo en la cabeza no hay quien se lo saque.

...▫️▫️▫️...

Despierto; anoche no sirvió de nada gritarle al idiota por dos horas, de lo cansada me quedé dormida. Veo su pierna aprisionando mi cuerpo y sus manos mi cintura, su cabeza está en mis senos, ¿acaso piensa que no me duele?

—¡Sebastián!

—Deja de gritar, estoy despierto.

—Por favor ya quítame esto, me duelen las muñecas, mis brazos no resisten, quiero descansar.

—Me estás cansando, no lo haré.

—¡Ay eres un maldito! Más que sea quítate encima de mí.

—Tu corazón late de una forma anormal, ¿estás asustada?

—Quiero darme un baño, ¿o piensas dejarme asquerosa?

—Es lo obvio.

—¡Sebastián!

Quita las esposas de mis manos.

—Yo te acompaño.

—Sebastián...

—¿Podrías dejar de pronunciar mi nombre? me hartas. Ya lo dije, yo te bañaré, no será la primera vez que vea cómo te mojas— carraspea— me refiero por el agua de la ducha.

Me agarra en sus brazos y me sienta en el lavamanos.

—Yo puedo sola— quito mi vestido y sin quitar mi ropa interior entro a la ducha— esto no me está gustando, ¿puedes irte?

—No.

—¿Puedes voltearte?

—No.

—¿"No" es la única palabra que tienes en la boca?

—No, si gustas puedo enseñarte otra como— se invita solo en la ducha muerde mi oreja— hoy estás para cogerte, princesa.

Cierro mis ojos sintiendo que no solo el agua se desliza por mí vientre.

—¿Qué haces?— Susurro.

—Ayudaré a bañarte. ¿Eso no querías?

Con una caricia en mis hombros hace caer mi sostén. Esparce shampoo en sus manos y con las mismas jabona mi cabello. Sus grandes dedos me relajan, y siguiendo con sus meticulosos masajes toma mis senos.

—¿Te gustan mis manos?

Por andar de excitada asentí.

—¿Dónde más quieres que te jabone?— abre mi paso debajo de mis bragas— ¿Aquí?— Pasa sus tres dedos dando círculos en los labios que se encuentran entre mis piernas.

—Sebastián...— Muerdo mi boca.

—¿Hago un buen trabajo?

¿Acaso no le han enseñado a entender por medio de expresiones o se hace el tonto?

Mis bragas se resbalan como su mano para girarme del brazo. Me calla con un beso que me deja embobada. Sostiene mis nalg*s en sus manos, entre juego en juego de nuestras bocas salimos completamente desnudos.

Vuelve a poner su mano entre mis piernas, ejerciendo presión. Su sonrisa satisfecha está tatuada en mi cabeza.

Me acuesta sin tardar en meterse en la cama junto conmigo. Su cuerpo queda entre mis piernas rozando su erecci*n en mí.

—Mmm...— Mi espalda se curvea y entierro mis uñas en la almohada donde estoy.

—Veo que lo disfrutas.

La excitación vuelve a obligarme a cerrar mis ojos, mi cuerpo pide más, Sebastián no para de darme los besos que necesito. Su lengua me pen*tra sin avisar, abriendo mis ojos cruzamos nuestras miradas.

—¿Lista?— Susurra en mi oído.

—¿Para qué?— Estoy jadeante.

—Para no levantarte de la cama por una semana.

—¿Qué...?

Con firmeza siento su miembr* traspasar mis labios, mis ojos se abren de la sorpresa sintiendo como se mueve con velocidad en mi interior...