Te Necesito Conmigo

Las palabras de su jefe se repetían una y otra vez en su cabeza, haciendo temblar todo su cuerpo, haciendo cosquillear sus dedos, poniendo sus bellos de los brazos en punta, generando un escalofrió detrás de su nuca y un cientos de mariposas revoloteando en su vientre.

Su jefe la tomo de los hombros haciendo que lo mirara fijamente, Isabella tenía sus ojos lagrimosos, conteniéndose algunas lágrimas a causa de la felicidad y temor que generaba la confesión de su querido jefe.

Alexander tenía sus ojos brillantes pero en ellos también se podía reflejar el temor y desesperación al rechazó. Isabella Smith era la primera mujer a la cual él, se confesaba, la primera mujer-después de su madre- que amaba con todo lo que poseía.

-¿Cómo puedo creerle señor? ¿Cómo puedo creer en sus palabras? Cuando yo sé que usted no es un hombre de rosas y chocolates. Cuando sé que usted solo le interesa el sexo. Cuando sé que cuando se aburre termina con todo lo que tiene en el momento - Isabella lo conocía muy bien, toda su vida, Isabella ya la sabía.

Avanzó hasta ella, posando una de su mano en su mejilla izquierda, elevando su cabeza, Isabella tembló por el toque pero no se apartó, Alexander sonrió al ver que no había ninguna clase de rechazo de por medio.

Isabella tenía miedo al momento de aceptar sus sentimientos, miedo de lo que después podía pasar y Alexander también tenía miedo, miedo a decepcionarla y a causa perder a Isabella.

-Te quiero e incluso, cada día que pasa te estoy queriendo cada vez más - volvió a confesar su sentir, con sus dedos hacía caricias en la mejilla suave de su secretaria - Intentémoslo por favor, no quiero dejarte ir. De la empresa si quieres irte, eres libre. Pero de mi vida no, no te vayas - se acercó empezando a murmurar a centímetros del rostro de Isabella.

-Señor, tengo miedo - murmuro recargando su frente en el torso de su jefe.

-Yo también, pero de perderte - la enrolló en sus brazos, sintiéndola relajarse.

-Está bien señor - acepto Isabella, decidida a arriesgarse, aceptando sus sentimientos.

-Me haces feliz - la apretó aún más a él. Isabella entonces, sonrió y rodeo la cintura de su jefe con sus brazos - Ahora, explícame que carajos hacías pasando la tarde con un hombre después de que nos besáramos- mascullo Alexander haciendo reír a su hermosa secretaria.

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Alexander se había levantado media hora antes de lo normal, animado y con la idea en la cabeza de ir a buscar a su chica a su casa. El mismo conduciría su coche, Clara sorprendida por el buen humor de su jefe le preparó el desayuno deprisa. Estaba conversador mientras comía de su desayuno.

Se encontraba frente al edificio en donde vivía Isabella, recargado en su coche, vestido con su traje costoso y su cabello plateado en una coleta semi alta. Era un jefe suculento.

Miro como a través de la puerta de cristal su secretaria salía del elevador, mientras caminaba distraídamente revisando el contenido de su bolso. Vestía una camisa blanca ajustada, con una falda color durazno y sus zapatos de punta color blanco con su cabello en una coleta dejando a la vista su cuello blanquecino.

Avanzo hasta ella al ver que salía del edificio, pero ella aún no miraba al frente, tenía su mirada en el interior de su bolso. Alexander se puso en frente de ella con una gran sonrisa. Isabella al seguir avanzando sin mirar al frente, choco con su jefe, ahora pareja. Alexander al ver que perdía el equilibrio la tomo de la cintura con sus dos manos a cada lado, acercándola.

-Muchas gracias - agradeció Isabella con los ojos cerrados, a causa del casi choque con el piso los había cerrado.

-Deberías de estar atenta ¿Cómo puedes seguir caminando así, y si no era una persona y era un coche? - la voz de Alexander sonó paternalista y realmente preocupado.

-i¿Señor?! - Isabella exclamo al reconocer la voz abrió los ojos y elevo su cabeza. Su apuesto jefe estaba frente a ella - ¿Qué... que hace aquí señor?

-No me reproches nada, de no ser así hubieras tenido un accidente mucho peor - sin soltarla la acomodo con su cuerpo - Tienes que estar bien por ti y por mí - Isabella le sonrió enamorada - Principalmente por mi - y borro su sonrisa y quiso aguantar una carcajada sarcástica.

Cuanta humildad de parte de su jefe.

-Me cuidare señor - asintió Isabella. Alexander aún la tenía sujeta desde la cintura y todavía no estaba dispuesto a у soltarla -¿Señor?

- ¿Si?

-¿Me suelta?

-No, todavía no - se inclinó hasta el rostro de Isabella y vio sus carnosos y apetecibles labios, sin permiso se acercó a ellos y le robo un beso - Buenos días - Isabella enrojeció al acto, aún no se acostumbraba a que tenía una relación con su jefe. Pero... esta manera de empezar la mañana le empezaba a gustar.

-Buenos días - le sonrío Isabella e hizo puntitas, atreviéndose a darle un beso en los labios también, dejando a Alexander sorprendido por la acción de su novia - ¿Vamos?

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-Vamos - Alexander embobado la guío con un agarre en su cintura.

-Bueno señor ¿Antes de bajar le parece dejar algo en claro? - Isabella dijo al momento en el que el coche se detuvo frente a la empresa. Alexander la miro y asintió.

-Dime - Alexander se desabrocho su cinturón y se giró a ella, dándole su completa atención.

-Que mantengamos lo que tenemos solo entre nosotros - Alexander frunció su ceño y miro a ambos lados, parpadeando varias veces.

-¿Por qué?

-No creo que sea momento de revelarlo, tomemos esto con calma señor - Isabella le escaneo con la mirada.

Alexander seguía parpadeando, está era la primera vez que una mujer le decía las palabras que el recitaba cuando estaba dentro de una relación.

¿Así se sentían las mujeres a las que él les decía estas palabras? Confundidas, lastimadas y sobre todo, un objeto.

-¿Por qué? ¿Acaso no te sientes bien conmigo a tu lado?

-Señor, siempre me he sentido bien a su lado, ahora incluso me siento mucho mejor con nuestra relación. Pero, en la empresa quiero que sigamos como siempre, no quiero alguna clase de favoritismo hacía mí, o que me reduzca el trabajo, nada de eso señor. Perdón si me he expresado mal, esto es lo que exactamente quise decir. Pero si, seamos sutiles.

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Isabella le había dicho que fueran sutiles, pero ¿Cómo carajos podía el hacer eso cuando quería, abrazar y besar todo el tiempo a su secretaria?

La miraba cada cinco minutos por el ventanal de cristal que tenía frente a la oficina de su secretaria, sonreía con cada gesto de su novia, seguía cada movimiento, cuando desocupaba su puesto la buscaba con la mirada.

Y todo esto pasó en la mañana hasta el almuerzo.

-¿Señor? - Isabella ingreso al interior de la oficina de su jefe.

-Hola...- murmuro sonriente, dejando de leer los documentos en su mano.

-El auto espera abajo. La reunión de empresarios empezara en 30 minutos, el almuerzo con los inversionistas rusos será al salir de la reunión, después del almuerzo tiene una junta con el director de operaciones, el director comercial y director de marketing. Y para finalizar su jornada tiene que dar un pequeño discurso para su equipo de trabajo - anunció y elevo su mirada de la carpeta en sus manos al terminar de leer.

-¿Eh? Pero...- Alexander balbuceaba sorprendido.

¿Por qué carajos no tenía ni un tiempo libre? ¡Él quería almorzar o al menos cenar con su secretaria! Pero con lo que Isabella le había informado creía imposible pasar algún tiempo con su ahora novia.

-Señor levántese, vamos - Isabella al ver que no reaccionaba se acercó y empezó a apresurarlo.

-¿Pero porque tengo todo eso hoy? No tengo tiempo para ti - con una trucha Alexander la miro mientras se ponía de pie. Isabella le sonrío con cariño.

-Es muy lindo que se preocupe en pasar tiempo conmigo señor - se acercó más y aliso el saco y ajusto la corbata de su jefe - Le he adelantado todo lo que tenía el viernes, sábado y domingo. Por eso es que hoy tiene su agenda extremadamente ocupada.

-¡Tú me acompañaras? – murmuro Alexander mirando los movimientos de Isabella con su corbata.

-Yo lo acompañare señor - Isabella termino de arreglarle y lo miro fijamente, las iris doradas de su jefe le fascinaban, en especial de como brillaban por su causa. Sin poder contenerse hizo puntillas y le beso un lado de la mejilla, embobando y sorprendiendo a su jefe.

-¿Y eso?- con una ancha sonrisa le pregunto - ¿Ser sutiles? - se burló Alexander poniendo sus manos en las caderas de su secretaria.

-No veo porque no, estamos solo nosotros señor - disfruto de la cercanía solo unos segundos más y se zafo del agarre - Vamos, el auto espera - se apartó y adopto su postura de seriedad.

-Pero que seriedad- se río Alexander, tomó un carpeta de su escritorio y siguió por detrás a su secretaria, ahora, pareja, mirándole con disimulo su perfecto trasero en forma de corazón.